Hoy es el cumpleaños de Mala Zimetbaum. Nació en 1918 en la ciudad Brzesko en Polonia, hija de una familia judía. Murió asesinada el 15 de septiembre 1944 en el campo de concentración de Auschwitz.
Luego de haber logrado escaparse del campo de concentración, es recapturada dos semanas después. La SS decreta su ejecución pública. Todas las mujeres de la sección feminina del campo de exterminio tienen que formarse en el gran patio. Traen a Mala. Una sobreviviente narra después: “Mala caminaba orgullosa, somo siempre, con la cabeza en alto.” La comandante del campo dice a las mujeres formadas en el patio: “Judias, van a ver morir a esta mujer para qué sepan qué pasa con quienes intentan escapar.”
En este momento pasa algo inédito que jamás ha pasado en un campo de concentración: Mala saca una hoja de afeitar escondida y se corta las venas de la muñeca. Un oficial de la SS intenta agarrarla. Mala levanta la mano llena de sangre y le da un fuerte golpe en la cara, gritando: “¡Asesinos, van a pagar por sus crímenes!” Y en dirección a las mujeres que llenan el patio: “Mis hermanas, no teman. El fin de ellos se acerca.”
En el patio estalla el caos. Las mujeres aplauden y gritan. La comandante ordena: “Esta mujer será quemada viva.” La arrastran, la meten en una carretilla y la llevan al crematorio, donde ya han matado decenas de miles de personas.
La historiadora Barbara Beuys, autora de la biografía de Mala, comenta: “Zimetbaum puso las relaciones de poder patas arriba, ante los ojos de todos.”
¿Quién es esta mujer extraordnaria?
Su familia salió de Polonia antes de la ocupación nazi y terminó en Bélgica, en la ciudad portuaria Amberes. Pero el horror antisemita les alcanzó pronto, cuando Alemania ocupó Bélgica y la SS y la Gestapo comenzaron a cazar y capturar a los judios, para mandarlos a los campos de concentracíon y exterminio en Polonia.
En Auschwitz, la SS detectó que Mala manejaba varios idiomas -polaco, yídish, alemán, flamenco, inglés y francés- y la nombró traductora jefa del campo. Esto le dio muchos privilegios y la posibilidad de moverse en todas las secciones del campo – lo que Mala aprovechó para un sistemático trabajo clandestino, sirviendo de enlace para las distintas células de resistencia que existían dentro del campo, Manipuló las listas con los nombres de personas a ejecutar o a condeneralos a trabajos pesados. Distribuyó comida y medicinas a las más débiles. Cuando decidió fugarse, fue para establecer el contacto con los grupos clandestinos de resistencia en los ghettos judios de las ciudades polacas.
Una sobreviviernte de Auschwitz, que trabajó de cerca con Mala, la describió así: “Nunca vi en nadie tanto odio. Pero era un odio envuelto en un caparazón negro aterciopelado. No era un odio instintivo, desenfrenado. Era consciente, pero tanto más intenso y ardiente. Pero frente a los oficiales de la SS se mantenía siempre correcta, fría, distanciada.” Según la historiadora Beuys, las sobrevivientes de Auschwitz destacaron de Mala su coraje, su astucia, su empatía - y su belleza.
Desde que se hizo pública la vida de Mala Zimetbaum, mucha gente en Polonia, Alemania y Bélgica comienzaron a preguntarse por qué no hay plazas, calles o escuelas que llevan el nombre de ella. Parece que hay una resistencia de ver a una mujere judia no sólo como víctima, sino como heroína; no sólo como símbolo del horror, sino como símbolo de resistencia.
Por esto dedico esta carta a Mala Zimetbaum, la heroína olvidada.
Paolo Luers
Esta carta está inspirada por un artículo de Katja Iken, publicado el 25 de enero en el magazín alemán Spiegel Online: “Como una mujer judia valiente humilló a la SS con una bofetada.”