Amigos:
Cómo juega la historia: Mientras en El Salvador una mayoría populista empuja al país a la oscuridad de una dictadura, en Guatemala se está formando una nueva mayoría dispuesta a sacar su país de la corrupción que ha reinado por décadas. Guatebuena.
El candidato del movimiento anticorrupción Semilla, quien en la primera vuelta todavía salió en un distante segundo lugar, fue catapultado a ganar la presidencia por el intento de las mafias incrustadas en el poder de inhabilitar su candidatura. La respuesta del pueblo guatemalteco fue inmediata: los dormidos, los pasivos y los escépticos se despertaron. Se desató un movimiento cada día más amplio y retador de apoyo a Bernardo Arévalo y de rechazo al intento ilegal de inhabilitar su candidatura y entregar la presidencia en bandeja a Sandra Torres, la candidata des estatus quo, o sea de las mafias que dominan la política guatemalteca. Este tsunami de indignación mezclado con entusiasmo -una mezcla muy poderosa- llevará a Arévalo a la presidencia en la segunda ronda este domingo 20 de agosto – y defenderá este triunfo en contra de lo que sea: golpe de estado, fraude electoral o intervención de fiscales y jueces corruptos.
En El Salvador, sólo podemos observar con envidia los eventos en Guatemala. Nuestro país corre los mismos peligros que Guatemala, está incluso más avanzado en la marcha hacia una dictadura – pero aquí la gente todavía no se despierta de la pasividad y de la incapacidad de creer en una alternativa democrática al modelo autoritario de Bukele. En parte se debe a que la alternativa democrática en El Salvador todavía es muy incipiente. Con Luis Parada y Celia Medrano tiene caras impecables con planteamientos razonables, posturas valientes y principios éticos sólidos. Pero su respaldo ciudadano y partidario es todavía muy débil, así que esta candidatura todavía no logra despertar y animar a un pueblo que ya no cree en la política y que se deja hipnotizar por un mesías y su aparato de propaganda y lavado de coco.
Pero ojo: Cuando Guatemala estaba a seis meses de las elecciones, esto no fue muy diferente. Bernardo era, igual que Luis Parada hoy en El Salvador, un señor simpático, de buenas modales, inteligente, con un discurso correcto – pero nadie lo vio como la alternativa al poder de las mafias gobernantes, hasta que “algo” pasó que motivó a un 13% de los votantes a votar por él y darle el mandato de ganar en segunda vuelta. Y con esto todo cambió. El hombre aceptó el reto y se convirtió, de un día al otro, en luchador y en líder...
Qué fue este “algo” que dio el primer empuje a la alternativa democrática en Guatemala, nadie lo ha podido explicar hasta la fecha. Para los que quieren construir una alternativa democrática capaz de retar a Bukele, es crucial que logren identificar y activar este “algo” a tiempo. Una vez que la candidatura opositora logre convencer, animar, activar y movilizar una minoría calificada de un porcentaje parecido a los 13% de la población que impulsó a Bernardo Arévalo en Guatemala, todo cambiará. Cambiará, porque se rompe es estatus quo, la inamovilidad de las cosas como son. Se rompe, cuando se cae la narrativa oficial que dice que todos apoyan al presidente y que no hay alternativa. Lograr mostrar que hay alternativa y que tiene respaldo es la tarea de los movimientos ciudadanos y los partidos. Será difícil, pero es factible. Los sectores sociales afectados por el autoritarismo y la falta de políticas públicas del gobierno actual constituyen una porción de la ciudadanía mucho más grande que los 13% que eran suficientes para impulsar a Bernardo Arévalo y el tsunami opositor en Guatemala.
Requiere mucho trabajo y requiere recursos. No recursos para competir con las millonadas que gastan el gobierno y Nuevas Ideas en propaganda y clientelismo. Con un 10% de lo que ellos gastan, la oposición puede ponerse en el mapa, para dar la cara, poder formar activistas y organizarse en todo el país.
Si los ciudadanos conscientes -incluyendo los empresarios- no son capaces de reunir estos apoyos mínimos, no merecen otro país.
Saludos,
Paolo Lüers