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Carta a quienes fueron parte del FMLN: No hay nada que celebrar

Un partido construido sobre la diversidad, el debate abierto y la apertura democrática no hubiera tenido la suerte que tuvo el FMLN en este nuevo siglo. No hubiera caído en la trampa de la corrupción. Y no hubiera colapsado de la forma que el FMLN se desmoronó, sin resistencia, ante el surgimiento del populismo autoritario y corrupto de Bukele.

Por Paolo Luers
Periodista
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Queridos compañeros:

Nadie está celebrando el 10 de octubre, fecha de cumpleaños del FMLN. Y no es solamente porque el FMLN ya no tiene relevancia.

La fecha de nacimiento del FMLN, el 10 de octubre de 1980, nunca entró en el calendario de aniversarios que había que celebrar, ni siquiera para sus propios miembros. Muy pocos sintieron el 10 de octubre como una fecha histórica importante, aunque de hecho lo fue. Si las diferentes organizaciones guerrilleras no se hubieran aliado en un Frente común, nunca hubieran podido desafiar al régimen militar en una guerra de 12 años y al final lograr un Acuerdo de Paz que diera fin al militarismo e inicio a una transición democrática.

En este sentido, el 10 de octubre, la fecha que marcó el paso a la unidad de la oposición, constituye una fecha histórica. Pero nunca lo fue en el sentido emocional de sus integrantes, ya que las cinco organizaciones -que a la vez eran guerrillas y partidos- siempre mantuvieron su propia personalidad. Uno era militante de las FPL, del ERP, de la RN, del PC o del PRTC y se mantuvo así durante toda la guerra. El sentido de pertenencia era con su propia organización, la cual mantuvo su propio alto mando, su propia estrategia, su propio ideario, sus propias formas de organizarse, de discutir, de tomar decisiones. Uno era miembro del FMLN por su militancia en una de las organizaciones aliadas. Incluso, en la fase del crecimiento masivo de las filas guerrilleras en los primeros años de la guerra, los que reclutaron a militantes y entrenaron a combatientes fueron las cinco organizaciones, no el FMLN. El Frente fue la organización "umbrela" de cinco organizaciones que celosamente defendieron su propia personalidad política.

La fuerza de la guerrilla salvadoreña en su lucha desigual residía en la unidad que había logrado en 1980, sin ella no hubiera sobrevivido la guerra. Pero también residía en la diversidad, sin ella nunca hubiera alcanzado el grado de creatividad y flexibilidad que la hizo tan eficiente y resiliente. Aparte de la diversidad ideológica entre castristas, comunistas tradicionales, socialdemócratas y socialcristianos, hubo diversidad regional. Las guerrillas de Morazán, Chalatenango, Guazapa, Usulután y Santa Ana tenían diferentes características, correspondiendo a diferentes condiciones. Por eso, tenían sus propios mandos.

Una organización centralizada, con jerarquía unificada, jamás hubiera podido adaptarse tan flexibleme y creativamente a las condiciones cambiantes que esta guerra de guerrillas enfrentaba cada rato. Aunque algunos sectores, sobre todo los comunistas, trataron de fomentar el crecimiento de una burocracia unitaria, esto afortunadamente nunca prosperó – por lo menos no durante la guerra.

La capacidad de provocar giros estratégicos en el curso de la guerra surgió más de la autonomía de las organizaciones guerrilleras que de la unidad. Si no hubo capacidad de ponerse de acuerdo en la dirección del Frente, fueron las iniciativas de una o dos organizaciones que dieron el giro estratégico necesario. Insistir dogmáticamente en la unidad hubiera creado paralización e inercia – cosas fatales para una guerrilla.

Cuando en el 1986 se hizo el intento de "unificar" a este multifacético Frente en materia de ideología, se introdujeron a los diferentes frentes copias de unos escritos de Marta Harnecker, una marxista chilena, que explicaron al mundo al estilo dogmático, sectario y autoritario de los partidos comunistas. Además eran aburridos. Se armaron grupos de estudio, pero los combatientes se negaron a esta forma de indoctrinación, por lo menos en Morazán. Al rato desaparecieron los grupos de estudio y los odiosos panfletos.

Luego de la guerra se impuso en el partido político FMLN la tendencia de la dirección centralizada, cada vez hubo menos espacio para diversidad, mucho menos para disidencia. Esto fue, a primera vista, un paso exitoso en la creación del partido opositor. Pero, a largo plazo fue fatal, porque al restarle la diversidad, le restaba al Frente la creatividad y flexibilidad que la había hecho tan fuerte en la guerra.

Un partido construido sobre la diversidad, el debate abierto y la apertura democrática no hubiera tenido la suerte que tuvo el FMLN en este nuevo siglo. No hubiera caído en la trampa de la corrupción. Y no hubiera colapsado de la forma que el FMLN se desmoronó, sin resistencia, ante el surgimiento del populismo autoritario y corrupto de Bukele.

La incapacidad de la izquierda de construir para la postguerra una fuerza creadora y protectora de la democracia, basada en pluralismo y apertura, es una de las causas del desastre en que se está encaminando El Salvador ahora. Si no entendemos todos -izquierda y derecha, sociedad civil y empresa privada- las causas de la debilidad del sistema democrático que construimos en la postguerra, no vamos tener la capacidad de reparar el daño.

No hay mucho que celebrar el 10 de octubre. Hay mucho que aprender y corregir.

Saludos,

Paolo Lüers

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FMLN Guerra De Guerrillas Las Cartas De Paolo Lüers Opinión

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