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Carta a los exiliados: No se rindan

Ahora también El Salvador forma parte de esta triste historia: El Faro tuvo que mover su sede central a Costa Rica. Sus periodistas siguen trabajando desde El Salvador, pero bajo serios peligros para su libertad.

Por Paolo Luers
Periodista

Estimados amigos:

También de El Salvador están huyendo cada día más personas. Huyen de la falta de libertades, de la falta de seguridad jurídica, de la falta de oportunidades – y crecientemente de la persecución política. Migrantes salvadoreños siempre ha habido, ciudades de Estados Unidos están llenas de ellos. Huyeron de la guerra, de la pobreza, luego de la violencia en los barrios. Hubo caravanas enteras cruzando Guatemala y México para llegar a Estados Unidos.

Hoy hay un nueva ola, la de los exiliados que sienten amenazadas sus libertades y hasta sus vidas en el régimen de Bukele. Una nueva ola de exiliados: periodistas, políticos, líderes comunales, buscando asilo político en Costa Rica, México, Estados Unidos o Europa.

No están solos. Son parte de unos 90 millones de personas a nivel mundial clasificadas por Naciones Unidas como refugiados. Esto fue el número para el 2021. Hoy, con la guerra de Ucrania y el colapso de Haití, deben de ser más de 100 millones.

Y no es nuevo el fenómeno. La Segunda Guerra Mundial forzó a millones de personas a huir de sus países, sólo la dictadura nazi obligó a 7 millones a escapar de su régimen de terror para salvar sus vidas.

Acabo de ver en Netflix la serie “Transatlantic”, que retrata los heroicos esfuerzos de un grupo de personas -extranjeros y miembros de la Resistencia Francesa- que lograron sacar a Estados Unidos a unos 2,000 expatriados varados en Marsella, antes de que los nazis tomaran control de la ciudad. La mayoría expatriados anónimos, muchos de ellos judíos, pero también artistas, intelectuales, escritores importantes -entre ellos Hannah Arendt, Marc Chagall, Max Ernst, André Bretón, Walter Benjamin... Una historia parecida a la contada en la película “Casablanca” con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman –o la otra llamada  “Schindlers List”– y también y la historia del cónsul salvadoreño Coronel José Arturo Castellanos, quien salvó la vida de miles de judíos huyendo de Alemania y los países ocupados por los nazis.

Recomiendo a todos a ver la serie “Transatlantic”, para entender que lo que hoy muchos compatriotas y otros de Nicaragua o Venezuela están viviendo es parte del drama humano llamado exilio, creado por las más diversas dictaduras de la historia.

A mí las imágenes de los refugiados judíos y alemanes acampados en la playa de Marsella o caminando para cruzar los Pirineos hacia España, hostigados, perseguidos por la policía francesa que colaboraba con los nazis, se confunden con las imágenes horrorosas de Ciudad Juárez y con las historias de amigos nicaragüenses expatriados por los Ortega y de periodistas jóvenes salvadoreños que tuvieron que salir de su país.

Walter Benjamin, el filósofo judío-alemán, logró superar los Pirineos, entrar a España, pero al ser detenido por la policía de Franco, prefirió suicidarse antes de que lo entregaran a los alemanes y terminar en un campo de concentración nazi. Perdió la vida, pero logró salvar su obra principal. El manuscrito fue rescatado por otros refugiados, entregado a Hannah Arendt -y ella lo tradujo, lo llevó a Estados Unidos y lo publicó: “La Obra de Arte en la Época de su Reproductibilidad Técnica”, un libro que sentó las bases para las modernas teorías de la comunicación social y los medios de comunicación.

No sólo personas, intelectuales, escritores, periodistas se exilian –incluso periódicos. Los escritores expatriados alemanes, como Thomas y Heinrich Mann, continuaron su lucha contra el fascismo con revistas y periódicos del exilio, que salían primero en Praga y París, luego de en México, Chile, Estados Unidos.

Hoy en día, el gran periódico democrático de Rusia, "Novaya Gazeta", fundada por Mijaíl Gorbachov y dirigida por el premio Nobel de Paz Dimitri Murátov, perdió seis de sus periodistas por asesinatos políticos y al fin fue prohibido por Putin. “Nueva Gazeta” sigue trabajando desde el exilio en Letonia. Le siguieron canales de televisión, radios y sitios online independientes que ya no pueden trabajar en Rusia. El último medio independiente nicaragüense, el periódico Confidencial dirigido por Carlos Fernando Chamorro, tuvo que exiliarse en Costa Rica. Pero todos estos medios exiliados siguen trabajando.

Ahora también El Salvador forma parte de esta triste historia: El Faro tuvo que mover su sede central a Costa Rica. Sus periodistas siguen trabajando desde El Salvador, pero bajo serios peligros para su libertad.

Los exiliados siguen siendo valiosos para el país. Siguen luchando, no se rinden.

A todos ellos, mis saludos y mi respeto.

Paolo Lüers

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Dictadura Exiliados Exilio Opinión

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