Estimadas amigas:
Dentro del anonimato de la estadística de las detenciones, ¿cuántas son de mujeres? ¿Cuántas son de madres? ¿Cuántas son de niñas de entre 12 y 15 años?
¿Quién se encarga de atender los problemas y daños emocionales y de salud de estas mujeres y niñas?
El gobierno afirma que más de 3 mil de los detenidos han sido liberados, porque resultaron ser inocentes. ¿Cuántas de estas personas son mujeres o niñas - y quién se encarga de indemnizarlas y de atender los traumas de la detención, del hacinamiento, de los maltratos y de la tortura que sufrieron?
Si la estadística habla de 70 mil supuestos terroristas detenidos, ¿por qué nadie habla de la situación en que quedan sus 70 mil madres y sus decenas de miles de esposas, hermanas e hijas?
¿Alguien ha escuchado de algún programa estatal de atención a los niños, cuyas madres o padres están detenidos y a quienes -según el gobierno- jamás van a poder visitar, ver o abrazar?
¿Entonces, cuál será el futuro de esta generación de cientos de miles de niños?
¿Alguien tiene duda de que ahí hay una bomba social, que en el futuro explotará y hará pedazos la ilusión de paz social que el gobierno dice haber logrado con su estado de emergencia?
¿Qué respuestas van a dar a todas estas preguntas las organizaciones feministas, las Iglesias, las ONG de Derechos Humanos, los programas de responsabilidad social de las empresas, la cooperación internacional?
Vi hoy en Twitter una foto de la marcha de mujeres en Tiflis, la capital de Georgia, la ex colonia rusa que todavía lucha por su plena autonomía. Se ve una mujer levantando su pancarta que dice” “FUCK FLOWERS, I WANT A RUSSIA-FREE GEORGIA (Métanse donde le quepan sus flores)... lo que quiero es un país libre de Rusia”. ¿Habrá algún rótulo parecido en la marcha del 8 de marzo en San Salvador? ¿Uno que diga algo como: “Si no hay Derechos Humanos para todos, tampoco hay derechos de mujeres,” o tal vez en términos más drásticos, como la muchacha en Tiflis: “¡Dejen de hablar paja! - ¡luchen por defender la democracia!”.
Yo sí estoy convencido de que sin las mujeres luchando no habrá cómo detener la dictadura.
Saludos,
Paolo Lüers