“Irse a huelga, sin motivo, es un delito ambiental y contra la salud pública”, les dijo el presidente a los trabajadores municipales de San Marcos, que protestan contra la alcaldesa -otra alcaldesa cyan- que los deja colgados con salarios, prestaciones y aguinaldos.
Claro que el presidente está encachimbado con los trabajadores municipales. Hace poco los de Soyapango le obligaron a sacrificar (y mandar a arrestar) a su alcaldesa estrella, la tristemente célebre ‘Novia de Soyapango’. Es una seria derrota política, que anuncia que se está avecinando una profunda crisis del municipalismo, provocada por el desfinanciamiento de las alcaldías y su reducción a pasapapeles del gobierno central. Son las primeras señales de tensiones sociales, que surgen de la inflación y de la crisis financiera del gobierno, los primeros sismos de un inevitable terremoto…
Entonces, hay que entender al presidente: ¿Cómo no va a estar encachimbado? Inmediatamente arremete contra los trabajadores municipales de San Marcos, que se enfrentan con su gobierno municipal. Y no son casos aislados, se habla de por lo menos 10 alcaldías, todas de color cyan, que tienen conflictos con sus trabajadores por mora de pagos.
El tuit rabioso de Nayib Bukele revela su carácter antisindical y antitrabajadores, y el miedo que tiene de que comience así el año prelectoral, el cual debería ser una marcha triunfal hacia su reelección.
Como siempre, todos sus lacayos, socios y funcionarios inmediatamente replican dócilmente la diatriba y el berrinche de su capo (no es un insulto; capo es italiano para jefe). El coro incluye hasta al ministro de Trabajo, quien como sindicalista sabe por su propia experiencia qué importancia tiene el derecho a la huelga para los trabajadores municipales.
También responde la PNC. Al sólo leer el tuit del presidente, la policía procede a detener a uno de los voceros de los trabajadores de la alcaldía de San Marcos. Al hacer pública esta intervención policial en un conflicto laboral, la PNC lo hace exactamente en los mismos términos que usó el presidente: “Bloquear la recolección de desechos, para exigir una tarjeta de regalo, es un delito ambiental y contra la salud pública”. Igual hubieran tuiteado: “¡A sus ordenes, comandante!”
Parece una de estas caricaturas que siempre se han hecho de las repúblicas bananeras de Centroamérica, pero es la triste realidad: El presidente define el delito, identifica al responsable, publica su foto y unas horas después su policía detiene al señalado, así como la nueva realidad, sin orden judicial y con la fiscalía poniendo su sello. Y luego se quejan de que la gente diga que a la PNC la están usando como policía política…
¿Es un caso aislado? No, es la nueva normalidad política y judicial, que han creado sistemáticamente. Todavía esta práctica es selectiva. Pero ya no se aplica solamente contra personas señaladas de ser miembros o colaboradores de las pandillas, sino por donde se hagan sentir tensiones sociales y protestas, por más incipientes que sean.
Lo que el presidente hace, lo replican sus seguidores: en las comunidades, que tienen un año de vivir bajo el régimen de excepción, los activistas de Nuevas Ideas han identificado a los líderes comunitarios que no se han plegado a ellos, los señalan, los acusan de pandilleros y la PNC o los soldados se encargan de detenerlos. Usan la policía para establecer control social y político en las colonias, barrios y comunidades.
Por supuesto, Bukele y su gente saben que su política de desfinanciar y así ahogar las alcaldías (incluyendo las propias) genera tensiones en la población. No pueden permitir que los alcaldes independientes, que todavía existen, y los trabajadores municipales comiencen a movilizarse para defender la autonomía municipal contra el excesivo centralismo. Tampoco pueden permitir que los trabajadores municipales se enfrenten a la corrupción de una casta de alcaldes aliados con el gobierno.
Así que, estimados amigos, organícense y busquen las formas de defender sus derechos.
Saludos, Paolo Luers