Ciudadano Félix Ulloa:
Todavía algunos ilusos te veían como alguien con el cual tiene sentido discutir. Estaban preocupados por tu apoyo a Bukele y su esfuerzo de desmontar la democracia, pero al mismo tiempo pensaban que tu podías ser una voz de moderación. Esto habrá sido la ilusión de la gente del NDI (la fundación política del partido Demócrata de Estados Unidos) cuando negociaron contigo un convenio para conjuntamente someter a discusión pública tu propuesta de una nueva Constitución.
Esta ilusión se les fue para abajo cuando organizaron el primer evento público. Primero, porque para ti nunca fue un foro de discusión con la ciudadanía, sino una plataforma de promoción y propaganda. Hablaste maravillas de la nueva Constitución, que por encargo del presidente elaboraste con tu elenco ‘ad-hoc’. Era de esperar, diría yo. Segundo, porque al solo bajar del podio, botaste con la derecha lo que acababas de construir con la izquierda: la ilusión de una reforma constitucional que consolidaría la democracia y protegería las libertades y los derechos de los ciudadanos.
Como bien describe la columna del Centro de Estudios Jurídicos en la Prensa, diste tu dulce discurso sobre una nueva Constitución pero al solo bajar del podio y enfrentar las preguntas incómodas de los periodistas, te quitaste la máscara y hablaste como un verdadero seguidor de Nayib Bukele: “Cuando estamos en guerra, hay información que debe ser reservada, porque en un período de guerra… y voy a citar las palabras de San Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, que dijo 'en una ciudad sitiada cualquier disidencia es traición'”.
“Cualquier disidencia es traición”. Sólo dictadores o sus lacayos pueden decir semejante barbaridad. No trates de esconderte cobardemente detrás de la figura de San Ignacio. Sabes perfectamente que esta barbaridad no la dijo él, sino que la inventó Fidel Castro para justificar la represión contra los disidentes. Que interesante que hoy alguien, quien por lo demás se presenta como curado de sus fantasías castristas, cita esta mentira de Fidel…
Ya que estabas destapándote, lo hiciste con todo. No sólo justificaste como ‘daño lateral’ la muerte de la transparencia, sino también un régimen penitenciario que incluye el encarcelamiento de inocentes sin derecho a defensa, sometidos a abusos, tortura e incluso a la muerte. Confrontado con estas muertes, tu respuesta fue reveladora: “Siempre en una guerra habrá víctimas inocentes. Son daños colaterales”.
Entonces, ahí se terminó de esfumar la ilusión de quienes contra toda lógica continuaron viéndote como interlocutor racional y como factor de moderación. ¿Cuál racionalidad y cuál moderación?
Se te fue por la culata el tiro. Aprovechándote de la ingenuidad (o en algunos casos, del oportunismo) de algunos actores internacionales, conspiraste para tender una trampa a la opinión pública: abrir un gran debate para darle legitimidad a tu propuesta inconstitucional de una nueva Constitución, pero tu temperamento autoritario te traicionó y convirtió este foro en una trampa para ti mismo, en la cual se terminó destruyendo la ilusión de Félix Ulloa como interlocutor válido para los sectores preocupados por la democracia en El Salvador. Torpeza se llama esto…
¿No tienes claro lo que significa? Sin la ilusión sobre tu supuesta integridad y honestidad, ya no tendrás ningún valor. Si ya no sirves para mostrar que existe un moderado dentro del régimen, ¿para qué sirves a Nayib Bukele y su clica? Para nada. Disparates autoritarios y amenazas, como las que diste, las dan mucho mejor Walter Araujo, Porfirio Chica, Geovanni Galeas, Carlos Hermann Bruch y Ernesto ‘El Brozo’ Sanabria. Vaya, ponete en la fila de estos desquiciados.
Nunca entendiste bien tu papel en esta trama. Se acabó la farsa.
Atentamente a tu mala suerte, Paolo Luers