La próspera Singapur es la ciudad (también Estado, en su caso) más cara del mundo para tener un coche, un coste que no hace sino ascender: el certificado de titularidad para poder adquirir uno de categoría media ha aumentado recientemente hasta superar los 100.000 dólares.
En la isla, la aspiración de las cinco "Ces" (condominio, coche, tarjeta de crédito, club y "cash" -dinero en metálico-), una meta medio en broma medio en serio de la ciudadanía, está siendo cada vez más difícil de alcanzar debido a uno de sus componentes, el coche.
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El alto coste de los vehículos -recogido en el Libro Guinness de los Récords por no tener parangón en el mundo- se debe en gran medida al certificado de titularidad (COE, por sus siglas en inglés), un permiso adquirido mediante subastas celebradas dos veces al mes, válido por diez años e independiente a la cuantía del vehículo.
Así, el COE de un coche de categoría A o media como un Toyota Atlis asciende a más de 100.000 dólares, según la página motorist.sg., que muestra una tendencia al alza de las diferentes clasificaciones en los pasados meses, llegando a máximos históricos.
A ese desembolso hay que sumar el coste del coche en sí, así como los gravámenes -los importados tienen un arancel aduanero del 41 por ciento "ad valorem", por ejemplo–, el seguro, etc., de modo que poseer un vehículo de rango medio en Singapur puede costar en total hasta cuatro veces más que en EE.UU. o Reino Unido, según un informe de Deutsche Bank.
Para Singapur, que introdujo el COE en 1990, el sistema ayuda a controlar el número de vehículos que circulan por la pequeña ciudad-Estado, de unos 5,4 millones de habitantes, atravesable de punta a punta en media hora en coche y con un producto interior bruto (PIB) per cápita de los más altos del mundo.
El coste del permiso está determinado tanto por la demanda como por la cuota de vehículos designada por la Autoridad de Transporte Terrestre (LTA, en inglés) de la isla, que en 2017 congeló el número de coches permitidos en su parqué automovilístico.
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Según datos de agosto, Singapur tiene registrados 851.580 vehículos, lo que equivale a unos 150 coches por cada 1.000 habitantes, casi diez veces menos que algunos de los países con más parqué automóvil del mundo, como EE.UU., con más de 900 por cada millar de ciudadanos, casi uno per cápita.
La iniciativa, que busca favorecer la sostenibilidad, evitar embotellamientos -inusuales en Singapur- e incentivar el uso del asequible transporte público, el cual recibe una gran inversión por parte del Gobierno, supone que solo pueden circular coches nuevos -y emitirse COEs- cuando los antiguos queden fuera de juego.
Salvo en pandemia, cuando apenas había coches circulando, la medida ha contribuido al repunte del coste de las titularidades, lo que el ministro de Transporte, S.Iswaran -ahora investigado por corrupción-, anticipó en mayo que será la tónica del futuro en el país.