De Centroamérica, El Salvador lleva la delantera en el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI, en inglés), el cual mide el riesgo que tiene un país de incumplir sus compromisos financieros.
Hasta el 5 de agosto, El Salvador tiene el riesgo país más alto de Centroamérica con 25.91 puntos básicos respecto a los bonos estadounidenses. Le sigue Honduras con 6.61; Costa Rica con 4.71; Guatemala con 2.61 y Panamá con 2.39. Pese a que Honduras es el segundo país de la región con el indicador más alto, El Salvador lo supera por tres veces en puntaje. A Guatemala lo supera nueve veces.
El EMBI es el principal indicador de riesgo país calculado desde 1990 a nivel mundial. Este analiza el comportamiento de la deuda externa emitida por cada país, es decir, a menor certeza de que el país pagará sus deudas, más alto será el puntaje del EMBI.
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En el caso de El Salvador, que tenga un resultado alto, le afecta al momento de vender sus bonos o de contraer nueva deuda, pues los inversionistas se basan en este tipo de indicadores para decidir comprar o no los bonos (deuda). Y si deciden negociar con un país cuyo riesgo de que no pague es alto, las tasas de intereses por esos préstamos son elevadas.
Y es que el indicador refleja el porcentaje de interés que se pagaría por los bonos salvadoreños con respecto a los bonos estadounidenses, en caso de que el país quisiera emitir ese tipo de deuda.
Un puntaje de 25.91 es uno de los más altos que ha tenido El Salvador de acuerdo a la serie histórica del EMBI que abarca desde octubre de 2007 hasta el 5 de agosto de este año.
En los últimos 15 años, El Salvador no había tenido un puntaje de riesgo país tan elevado como ahora llegando a superar los 35 puntos de riesgo el 15 de julio de 2022, y aunque ahora ha bajado su riesgo, este sigue siendo elevado en comparación con el resto de países de la región.
El economista Rafael Lemus ve el indicador como un termómetro que refleja la delicada situación que atraviesan las finanzas públicas en el país, y cree que su elevado puntaje es, entre otras cosas, porque el gobierno “no ha logrado presentar una propuesta creíble sobre cómo pagará los bonos (deuda que vence próximamente)”.
No obstante, a finales de julio, el ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, dijo que tienen fondos para pagar el bono de $800 millones que vence en enero del próximo año. Y que no solo cuentan con $561 millones de préstamo y transferencia sino también con financiamiento del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
Pero más allá de que el gobierno logre reunir el dinero para pagar sus vencimientos de deuda, el economista Carlos Acevedo cree necesario trabajar en bajar ese riesgo país que hace que las tasas de interés de los bonos salvadoreños sean más elevadas. Y la manera de lograrlo, a su criterio, es que el país sea respaldado por un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Un acuerdo con el Fondo debería ayudar a bajar el riesgo país. (…) Yo creo que es prácticamente imposible que El Salvador logre bajar su riesgo país a niveles, por ejemplo, de Guatemala si no hay un acuerdo con el fondo”, dijo ayer martes en la entrevista televisiva Diálogo con Ernesto López.
Desde hace más de un año, el gobierno de Nayib Bukele busca un financiamiento por hasta $1,300 millones con el FMI. La noticia fue esperanzadora para sectores como el bancario, pues consideraron que eso ayudaría a una mejor sostenibilidad de las finanzas del país, pero las negociaciones ahora parecen cada vez más lejanas.
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Los hechos que elevaron el riesgo país
A partir de 2021, el riesgo país de El Salvador comenzó un imparable ascenso. El banderillazo lo dio el golpe de Estado en el que la Asamblea Legislativa, de mayoría oficialista, destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al Fiscal General.
Según el reporte histórico del EMBI para Latinoamérica, El Salvador tenía un puntaje de 5.38 el 30 de abril de 2021. Es decir veinte puntos menos de lo que tiene ahora de riesgo. Y fue luego de las maniobras políticas encabezadas por los diputados oficialistas que el puntaje comenzó a subir de manera imparable.
Este comportamiento indica que los inversionistas no tomaron a bien las decisiones de la Asamblea tomadas el 1 de mayo del año pasado. Además, quienes tampoco lo tomaron a bien fueron las agencias calificadoras de riesgo que desde entonces mantienen al país en la categoría de los países que muy probablemente no honren sus compromisos financieros.
Las tres principales agencias calificadoras de riesgo: Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch Ratings han advertido en los últimos meses que prestarle dinero a El Salvador significa correr un riesgo muy alto de que este no les pague lo desembolsado.
Cada agencia tiene una tabla de posiciones con la que evalúan la calidad de crédito de un país, pero las tres ubican a El Salvador en una de las peores posiciones de crédito que pueda tener una nación.
Para las agencias no solo influyen las decisiones políticas sino también la calidad de las finanzas de un país. En el caso de El Salvador, la deuda ya es insostenible de acuerdo al economista Lemus.
Y es que el ritmo de crecimiento promedio de la deuda pública ha sido del 4 % anual en los últimos diez años. Pero ahora, en el periodo de Nayib Bukele, la deuda creció al 19 % en 2020. Es decir, aumentó tres veces el ritmo que traía. Como consecuencia, el país tiene ahora la mayoría de su Producto Interno Bruto (PIB) comprometido. Es decir, El Salvador debe $0.83 de cada $1 que se produce en el país.
Hasta mayo 2022, la deuda pública total fue de $24,579.67 millones.