Marcos Ismael Rivera, de 40 años de edad, tiene confianza de que el panorama seco y caluroso de su parcela cambie para las próximas semanas, ya que sembrar maíz y frijol supone la alimentación de su familia y la siembra del próximo año.
“Se siente mucho calor y es preocupante porque para estas fechas ya habíamos sembrado el maíz. Solo hemos tenido una lluvia que duró un par de horas, no la volvimos a ver”, dice angustiado mientras observa el terreno en el cantón que, irónicamente, se llama río Frío, en San Vicente.
El Ministerio de Medio Ambiente señaló que El Salvador volverá a experimentar el fenómeno de El Niño; por ende, la sequía y poca lluvia en el campo. Para julio, se esperan dos olas de calor, un golpe cruel para quienes dependen de la agricultura.
Santiago Medrano, de 71 años, es un agricultor y ganadero del cantón Puerta Mercedes del municipio Nueva Granada, en Usulután. Comenta que para inicios de mayo del año pasado, la siembra de maíz estaba ya lista. Ahora, ve el panorama con preocupación porque no hay lluvia que avise el buen clima para un cosecha próspera.
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Medrano tiene que caminar hacia un terreno, a tres kilómetros de su casa, para buscarles comida a sus vacas y terneros, ya que en otras zonas el pasto fresco y verde escasea debido a la falta de agua, una situación que coincide con lo advertido por la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena.
“Mientras no llueva no podemos sembrar porque sería muy arriesgado. Me siento afligido, no llueve ni tenemos apoyo para poder sembrar”, dice.
El campesino explicó que en 2022 su esposa fue beneficiada con paquetes agrícolas brindados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, pero que este año se quedaron a la espera, debido a que no aparecieron en la lista. Esa misma realidad es la que vivió Marcos Ismael, quien explicó que una parte de la cosecha y la otra la destina para cultivar el siguiente año.
“Tengo que fe de que Dios mandará la lluvia”, afirma Santiago.