La Fundación Salvadoreña de Apoyo Integral (FUSAI) brindó un adelanto de su estudio "Estado de las MYPE 2024: la otra cara de la economía", el segundo que publicará en torno a la temática. Uno de sus principales hallazgos es la constatación de que las microempresas hacen un aporte fundamental al país, pues entre 2016 y 2023, tuvieron una contribución promedio del 42.9 % al Producto Interno Bruto (PIB) de El Salvador. Además, fueron la fuente del 70% de los empleos.
La Ley MYPE de El Salvador define a una microempresa como aquella persona natural o jurídica que opera en los diversos sectores de la economía, a través de una unidad económica con un nivel de ventas brutas anuales hasta de 482 salarios mínimos mensuales de mayor cuantía y hasta 10 trabajadores.
"Es una clara muestra de que las microempresas se constituyen en la columna vertebral de la economía de El Salvador, especialmente de la mayoría de salvadoreños de escasos recursos", dijo Luis Castillo, director corporativo de FUSAI.
La investigación se realizó en alianza con el programa de El Salvador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). El estudio aclara que, a pesar de su vital importancia, las microempresas, de manera particular, se han visto afectadas "por los efectos del sobreendeudamiento generado por la pandemia, por el elevado impacto inflacionario que ha erosionado sus márgenes de utilidad, y por las dificultades de integrarse de manera óptima en las nuevas cadenas económicas de crecimiento del país".
Ese 42.9 % del PIB es un promedio anual en ese periodo de 8 años. Sin embargo, para 2023, la contribución de las microempresas a este indicador fue del 36.3 %, por lo que se puede concluir que, a partir de la pandemia (2020), este tipo de negocios no han podido recuperar sus niveles anteriores.
"A pesar del crecimiento económico sostenido del 3% en el PIB global de un país, las microempresas no han podido encontrar la manera de beneficiarse plenamente de esta expansión. Entre 2021 y 2023, solo el 25 % de los microempresarios reportaron incrementos consistentes en ventas, empleo e inversión, lo que indica que solo una cuarta parte se ha beneficiado de la reactivación económica", sostienen en FUSAI.
Otro lastre que tienen las microempresas es su imposibilidad de formalizarse. Según el estudio, el 76% de estos emprendimientos opera en la informalidad, mientras que el otro 24% cumple solo algunas de las obligaciones legales. Para FUSAI y FLACSO, se resalta que, con las regulaciones actuales, muchos empresarios de subsistencia y acumulación simple tendrían dificultades para cumplir con la normativa, ya que "sus ingresos apenas cubren los gastos diarios".
El estudio también le pone un enfoque de género a una de sus partes. Esta tiene como uno de sus principales hallazgos que el 35.3% de las propietarias de microempresas asumen toda la responsabilidad de los servicios de cuidados (actividades dedicadas a la protección de hijos o personas dependientes), por lo que se limitan sus posibilidades de crecimiento.
El informe de FUSAI y FLACSO recoge que el 44.8% de los empresarios que reciben remesas de sus familiares en el extranjero han destinado parte de esos fondos para iniciar o fortaleces sus negocios, con lo que se echa por tierra el mito de que son exclusivamente para consumo.
"Existe una oportunidad para crear una cultura más inclinada al uso productivo de las remesas, potenciando así el crecimiento del sector", apuntan.
"El objetivo de este estudio es tratar de dar visibilidad a las oportunidades y desafíos de las microempresas", apuntó Luis Castillo, director corporativo de FUSAI.