Los precios mundiales de los alimentos se mantienen altos pese a que, en muchos países, los índices de inflación ya comenzaron a bajar, algo que según el más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), representa un obstáculo para aquellos países en vías de desarrollo, que a su vez son considerados los más pobres.
En su Informe Semestral Sobre Los Mercados Alimentarios Mundiales, la FAO sostiene que a pesar de que los sistemas de producción de alimentos a nivel mundial han aumentado, este rubro sigue siendo vulnerable ante distintas coyunturas, tales como las crisis geopolíticas o la situación climática, la cual está provocando prolongadas sequías en distintas regiones en el mundo, lo cual tiene influencia directa en la producción de granos básicos.
En este sentido, el organismo recalca que desde 2021 los niveles de inflación han alcanzado cifras récords en las últimas décadas, y que estos números altos “y persistentes tienen una serie de consecuencias macroeconómicas que pueden reducir la prosperidad a largo plazo”.
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De manera puntual, el documento subraya que esta alza sostenida en los precios de los alimentos provocará que en los países en desarrollo, y sobre todo en aquellos que dependen en gran medida de las importaciones, haya un “malestar social y se ralenticen los esfuerzos para combatir la pobreza y la inseguridad alimentaria”.
Estos últimos puntos son de interés para un país como El Salvador, pues actualmente los precios de los alimentos se mantienen altos, y pese a que la inflación para ese rubro ha bajado en el último mes, se coloca en 8.3%.
Esta cifra es alta si se toman en cuenta los precios que tenía la Canasta Básica Alimentaria (CBA) a inicios de 2021, pues el aumento ha sido de hasta 24.4% para las familias de la zona urbana y de hasta 33.2% para las de la zona rural.
Según la Oficina Nacional de Estadística y Censos (ONEC), la CBA urbana llegó en mayo a un costo de $247.87 por familia, mientras que la CBA rural llegó a $188.84.
Debido a estos altos precios, El Salvador ya experimentó uno de los escenarios que advierte el informe de la FAO, pues según un documento que publicó hace algunos meses la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC, por sus siglas en inglés), durante todo el 2022, hasta un 66% de los salvadoreños tuvo problemas para comprar comida por los altos costos.
Ese porcentaje se traduce en que al rededor de 4.1 millones de habitantes en el país se enfrentó a un cierto nivel de inseguridad alimentaria, algo que incluye una baja nutrición o la disminución de alimentos que se consumen por cada tiempo de comida.
Por otro lado, la dificultad en el combate a la pobreza que supone un aumento sostenido en los precios de los alimentos también es un punto delicado en el país.
De acuerdo con los datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), elaborada por el Banco Central de Reserva (BCR), los niveles de pobreza total en el país alcanzaron un 26.6% de la población en 2022, mientras que la pobreza extrema alcanzó el 8.6% de la población.
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Este último dato, si se compara contra la cifra registrada e 2019, indicaría que, desde ese año, la pobreza extrema en el país se ha duplicado, principalmente entre las familias que viven en el área rural.
Esta situación podría no tener una solución en el corto plazo, pues otro informe publicado por la ONU, a través de la FAO y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) a principios de este mes, arroja que fenómenos como el de El Niño y la canícula provocarán un impacto negativo en la producción de granos en el país, algo que se traducirá en otro inminente aumento de precios en los alimentos que consumen los salvadoreños.
De acuerdo con productores agrícolas consultados por El Diario de Hoy, la situación climática actual, que incluirá períodos de sequía a partir de julio, algo que ya se vio durante mayo por la entrada tardía del invierno, provocará una pérdida de entre 6 y 8 millones de quintales de granos básicos, entre maíz, frijoles y arroz, lo que podrá aún en más riesgo la seguridad alimentaria del país entre finales de este año y principios del 2024.
Tendrán que reducir las importaciones
Por otro lado, el informe señala que hay una producción mundial más abundante de maíz, leche o carne en 2023, sin embargo, y pese a esto, los países más pobres tendrán que restringir sus importaciones debido al precio todavía alto de ciertos productos básicos.
En total, el gasto mundial en importación de alimentos batirá un nuevo récord en 2023, principalmente debido a la inflación, pero la cifra esconde disparidades entre los Estados más ricos, capaces de aumentar su gasto, y los 47 países menos desarrollados, principalmente ubicados en África e incapaces de soportar los aumentos.
En valor, sus importaciones caerán un 1.5% este año, advierte la FAO.
Esta disminución debería ser incluso de hasta el 5% en los países en desarrollo, que son importadores netos de alimentos, como Túnez, Egipto o Pakistán, indica la organización.
Incluso si los precios de los aceites o cereales han vuelto a caer después del pico alcanzado en marzo de 2022, pocos días después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, se mantienen en niveles altos.
Y los de frutas, verduras o lácteos siguen aumentando, “lo que frena la demanda” en los países vulnerables.
La disminución de los volúmenes de importación en estos dos grupos de países es “un hecho preocupante” y sugiere una disminución de su capacidad de compra, según la FAO.
“Estas preocupaciones se amplifican por el hecho de que la disminución de los precios internacionales de una serie de productos alimenticios básicos no se ha traducido, o al menos no completamente, en una disminución de los precios a nivel minorista nacional”, apunta el informe de ese organismo.
Por otro lado, “si bien la depreciación del dólar estadounidense había ayudado a los importadores a compensar el aumento de los precios de los alimentos durante la crisis alimentaria mundial de 2007-2008, en los últimos años se ha producido el efecto contrario”.