No solo el cambio climático ha azotado a los agricultores salvadoreños durante el actual quinquenio, sino también el fenómeno del cambio de ministros.
Cuatro funcionarios han pasado por las oficinas del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y lo que han dejado a su paso son deudas con los sectores agrícolas que les han causado estragos, señalan dirigentes de gremiales de productores.
“Tenemos el fenómeno en el Ministerio de Agricultura donde en este periodo de cinco años, casualmente, van a haber cinco ministros. Entonces, ha sido otro fenómeno que igual que el cambio climático no se ha podido contrarrestar en el ministerio”, afirma Mateo Rendón, coordinador nacional de la Mesa Agropecuaria, Rural e Indígena.
El paso de cada ministro por el MAG ha durado, en algunos casos, menos de lo que dura un ciclo de cosechas. Pablo Anliker Infante estuvo en el cargo poco más de 21 meses (del 1 de junio de 2019 al 7 de abril de 2021) y estuvo un par de meses más como viceministro; luego asumió David Martínez durante 11 meses (del 7 de abril 2021 hasta el 9 de marzo de 2022); después dirigió el MAG Enrique Parada Rivas por 9 meses (del 10 de marzo al 14 de diciembre de 2022).
VER: Renuncia Óscar Guardado al cargo de ministro de Agricultura, el cuarto en esta administración
Posteriormente siguió en el cargo Óscar Enrique Guardado Calderón por casi 16 meses (del 14 de diciembre de 2022 al 2 de abril 2024); y desde esa fecha Óscar Domínguez (quien ha fungido como viceministro) está a cargo del ministerio, mientras concluye la gestión del actual gabinete el próximo 31 de mayo.
Pero mientras estos funcionarios han pasado por el despacho del MAG, los estragos de este fenómeno han causado pérdidas a la agricultura y ganadería, así como un retroceso en esta área tan vital para la vida de la ciudadanía y para la economía, destacan dirigentes gremiales.
¿Cuáles son las deudas más significativas debido a los constantes cambios de ministros?
Rendón apunta que, por ejemplo, Anliker les ofreció implementar el Plan Cuscatlán y los sectores productivos dieron sus opiniones durante una reunión a la que fueron convocados en un hotel capitalino. “Y todos contentos porque veíamos de que iba a haber una cosa más seria, que iba a haber un plan por fin en el sector agropecuario”.
Luis Treminio, presidente de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo) agrega que “de las 45 páginas que le dedicaron al Plan Cuscatlán no cumplieron absolutamente ninguna de lo que se comprometieron. Se suponía que iban a fortalecer seis cadenas del sector agropecuario, entre ellos granos básicos, café, azúcar, ganado, frutas y verduras”.
Pero el virus del Covid-19 contagió los planes. “Vino la pandemia y se metieron al rollo de comprar paquetes de alimentos y agrícolas; y se agudizó el problema de las compras en México, en Sinaloa”, señala.
Antes de dejar el cargo, Anliker estuvo bajo la lupa de las autoridades de varias instituciones por presuntas irregularidades en la compra de alimentos durante la pandemia.
Anliker dispuso de dinero que era asignado al Fondo de Prevención y Mitigación de Desastres (Fopromid) del cual se negó a rendir cuentas de lo gastado.
Luego llega Martínez en un intento del gobierno de aplacar la crisis que dejaba el antecesor y le habían asignado una misión: reactivar el agro salvadoreño.
Con una licenciatura en Marketing, un postgrado en Finanzas y dos maestrías: una en Administración de Negocios y otra en Finanzas Corporativas, Martínez les habló de ejecutar un “Plan Maestro de Rescate Agropecuario” en el que se contemplaba crear dos fideicomisos que sumaban $1,200 millones, los cuales fueron aprobados por la Asamblea Legislativa hace tres años: el Fideicomiso del Café por $600 millones y el Fideicomiso de la Agricultura por otros $600 millones.
“Nosotros contentos porque dijimos si hay un plan maestro ahí va a haber fondos suficientes para rescatar la agricultura”, agrega Rendón.
“Empezó a hablar de que íbamos a tener una producción histórica, que iban a dar 600,000 paquetes. En primer lugar, la entrega de más paquetes agrícolas no resuelve el problema de la producción. Entonces no hubo tal producción histórica… tal vez fue histórica porque fue la producción más baja en los últimos siete años”, enfatiza Treminio.
Y meses después de no ver ningún avance con lo ofrecido, los dirigentes se reunieron con la comisionada Carolina Recinos, el ministro de turno, el presidente del Centa y el presidente del Banco de Fomento, a quienes les expusieron la crisis agropecuaria que atravezaban por el alza de los insumos agrícolas, así como el azote que habían recibido por las tormentas Julia y Pilar.
Esas conversaciones quedaron en el aire porque sorpresivamente se fue el ministro Martínez, quien casi al final de su breve gestión enfrentó una crisis que lo puso en aprietos: fuertes alzas en los lácteos.
“Para entonces ahí se olvidó el plan maestro. Ahí quedó truncado. El plan maestro nunca volvió. Nunca volvieron a hablar de los $1,200 millones”, cuenta Rendón.
El nuevo ministro Enrique Parada les ofreció afrontar la crisis que les aquejaba y su propuesta fue crear un comité anticrisis.
“Por la crisis de los insumos, la crisis del medio ambiente y bueno volvimos (a comenzar) y logramos hacer un comité de crisis y que íbamos a hacer propuestas y ver cómo se superaba este problema. Pero ocho o nueve meses después estaba renunciando y todo lo que habíamos tratado de proponer para hacer un plan anticrisis quedó botado y se fue”, relata Rendón.
Aun así y con la misma resiliencia de un campo que vuelve a dar cosechas después de la tormenta que lo anegó, los productores volvieron a tener esperanza en que podían ser escuchados y apoyados por el nuevo ministro que llegaba.
“Todavía hicimos un intento con Óscar Guardado y le pedimos una reunión. Y nos reunimos en enero (2023) y le dijimos: con Enrique Parada había esta iniciativa y quisiéramos ver si la van a seguir o no”, recuerda Rendón.
Incluso le comentaron que con el exministro estaban viendo la idea de volver a reactivar una reserva estratégica de granos básicos para contribuir a la seguridad alimentaria. Pero según los dirigentes la respuesta que recibieron de Guardado, quien además era el viceministro de Parada, fue: “Aquí vamos a ver qué hacemos de nuevo, de borrón y cuenta nueva. Y quitó todo”.
“Empezó a decir que ya no iba a coordinar con las organizaciones, sino que iba a coordinar directamente con los productores. Al final no logró ni la coordinación con las organizaciones ni con los productores; o sea que fue un ministro ausente”, afirma Treminio.
El dirigente de la Mesa Agropecuaria añade que otro problema dentro de este vaivén en el MAG ha sido que no solo se va el ministro, sino que todo el equipo de trabajo y muchas veces han quitado a técnicos o asesores que hacen buena labor, lo cual les afecta porque no hay una continuidad a los planes.
“El problema principal es que no tenemos una política nacional agropecuaria, es manejar la agricultura al criterio del ministro que va entrando”, acota Treminio.
Y eso ha pasado también con el actual titular del MAG, Óscar Domínguez, quien ha llegado a prometerles que “va a resolver el problema de la producción de granos básicos”, pero con medidas que ven irreales, según el dirigente de Campo.