Mientras el reloj avanza hacia una posible default de Estados Unidos, los negociadores del presidente demócrata Joe Biden y los republicanos intentaban impedirlo ayer, con un acuerdo presupuestal.
Los negociadores de la Casa Blanca y del presidente republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, planean proseguir las tratativas luego de la entrevista del lunes entre sus respectivos líderes.
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Biden y McCarthy calificaron su reunión en la Casa Blanca de “productiva” y aunque no generó un acuerdo, al menos les permitió fijar sus respectivos límites.
En ocho días desde este miércoles, Estados Unidos corre el riesgo de encontrarse en la inédita situación de no poder honrar sus deudas; una situación peligrosa para la primera potencia mundial.
Pánico creciente
Si el Congreso no eleva para entonces la capacidad del gobierno de endeudarse, Biden podría quedarse imposibilitado de pagar a funcionarios, abonar prestaciones sociales y reembolsar a algunos acreedores.
Esa insolvencia de Estados Unidos tendría efectos en la economía mundial. Generaría pánico y recesión que se extenderían a la economía mundial, según analistas.
En cuanto a posibles consecuencias para la población de Estados Unidos, “todo estadounidense que directa o indirectamente dependa de un pago del gobierno, dejará de cobrar”, dijo a la AFP Gregory Daco, economista jefe de EY Parthenon.
Esto implica los salarios y pensiones de funcionarios y soldados, las prestaciones sociales relacionadas con los niños, la asistencia sanitaria, los bajos ingresos o ancianos.
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El Tesoro corre el riesgo de “quedarse sin efectivo para pagar cientos de miles de millones de dólares” de facturas, afirma Nancy Vanden Houten, economista de Oxford Economics.
“Las empresas que trabajan para el gobierno tampoco cobrarán”, añade Daco.
Por otra parte “si los mercados bursátiles caen, (…) los ahorros de las personas y también sus ahorros para la jubilación se verían perjudicados”, declaró a la AFP Nathan Sheets, economista jefe del banco Citigroup.
Para aumentar el poder de endeudamiento -actualmente de más de 31 billones de dólares-, los republicanos le exigen a Biden que recorte gastos.
Los demócratas están dispuestos a moderar los gastos, pero no se ponen de acuerdo con los republicanos en cómo hacerlo.
La Casa Blanca quisiera gravar a los más ricos y a las mayores empresas, con impuestos más altos, sin tocar las prestaciones sociales ni los grandes proyectos de inversión del presidente. En resumen, aumentar los ingresos del gobierno federal.
Los republicanos, en cambio, prefieren recortar el gasto público.
Posibles soluciones
El compromiso, según la prensa estadounidense, podría encontrarse en algunas partidas presupuestarias específicas, en una reasignación de los fondos destinados a combatir al covid y en una congelación de determinados gastos, cuya duración es objeto de un agrio debate.
El tiempo apremia, especialmente porque no se trata sólo de que Biden y McCarthy lleguen a un acuerdo entre ellos.
Como dijo Biden, ambos tendrán que “vender” el acuerdo a sus respectivos partidos, para que lo aprueben en las dos cámaras del Congreso.
Los demócratas controlan el Senado por un estrecho margen y los republicanos son mayoría en la Cámara de Representantes.
Senadores demócratas considerados del ala progresista y legisladores republicanos alineados con Donald Trump, ya demandaron máxima firmeza a sus respectivos líderes.
Un default de Estados Unidos podría cambiar el tono de la campaña hacia las elecciones presidenciales del año próximo.
Biden, que a sus 80 años aspira a la reelección, lucha por ganar votos con promesas de prosperidad y justicia social.
Una recesión hundiría su ya debilitado índice de aprobación.
Su antecesor Trump, favorito en las primarias republicanas, pide a los suyos que no se “plieguen” a la Casa Blanca en la cuestión de la deuda.