El país se enfrenta a fuertes compromisos de pagos que debe realizar en el corto plazo, siendo uno de los más importantes el bono de $800 millones que vence en enero del próximo año, y del cual hay un fuerte riesgo de que no logre pagarse.
De no cumplir ese compromiso, el país entraría en una situación de impago, también conocido como default financiero, lo cual empeoraría aún más la perspectiva que tienen los mercados internacionales acerca de las finanzas salvadoreñas.
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Esas perspectivas, de hecho, ya pueden percibirse como negativas al observar cuál es la nota que han asignado las agencias calificadoras a nivel internacional, las cuales han rebajado la calificación a categoría de "bonos basura", para el caso salvadoreño.
Además, uno de los indicadores más importantes en este contexto, como lo es el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI, en inglés), ha demostrado la poca confianza que hay en que el país honre sus deudas.
Esto puede verse en sus números, pues solo en un mes, el riesgo de impago para el país según el EMBI aumentó en casi 10%, equivalentes a 10 puntos base de ese indicador elaborado por la firma financiera J.P. Morgan desde 1990.
Lo anterior quiere decir que, desde el 15 de junio pasado hasta ayer, 15 de junio, el riesgo de impago salvadoreño pasó desde los 25.39 puntos hasta los 34.75, cifra que se convierte en la más alta de la historia.
Este indicador, además, equivale a la diferencia de intereses que pagaría el país en caso de salir a buscar préstamos con respecto a los intereses que pagan los bonos estadounidenses.
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A pesar de que las autoridades financieras del país, como el ministro de Hacienda Alejandro Zelaya, y el presidente del Banco Central de Reserva, Douglas Rodríguez han afirmado que no ven riesgo de que El Salvador caiga en ese default, los indicadores señalan lo mismo.
No obstante, economistas consultados recientemente por El Diario de Hoy, como Rafael Lemus, sostienen que aunque el gobierno logre pagar ese bono de $800 millones la situación financiera del país no mejorará, algo que tiene sus bases en la creciente deuda pública que continúa acumulando el país.