Los recortes presupuestarios en áreas clave para los hogares más desfavorecidos de El Salvador, como algunos subsidios, indican que el Gobierno ya está tomando medidas de ajuste fiscal para reducir gastos y aumentar ingresos. Eso se traduce en hogares que han visto aumentado su costo de vida, como las decenas que se quejaron la semana pasada por el retiro del subsidio focalizado del gas. Estas medidas han sido identificadas como "la medicina amarga" para la economía anunciada por el primer mandatario Nayib Bukele en su toma de posesión.
Pero cuatro expertos en la materia sostienen que esto no es más que un slogan, una frase utilizada para apoyar una narrativa, en la que se golpeará a los hogares con menor poder adquisitivo, pero se dirá que es por "un bien mayor".
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"Si con las decisiones se va a aumentar el costo de la vida de las personas y, por lo tanto, se empujará a cada vez más personas a la pobreza y a la pobreza extrema, pues esas medidas tienen mucho de amargas, pero no de medicina", comenta el economista Alfonso Goitia.
El Diario de Hoy ha informado, por ejemplo, que desde el Gobierno se han hecho recortes en los subsidios del gas ($35.4 millones) y de la energía eléctrica ($15.21), que representan el 31% y el 24 %, respectivamente, de lo que poseían esas partidas en el presupuesto votado para 2024.
También se disminuyeron los montos programados para el apoyo a las finanzas de las municipalidades hasta en un 36 %, $57 millones menos. Para Melissa Salgado, investigadora experta en el tema de los gobiernos locales, esto último es una tremenda "mala noticia", sobre todo para aquellas alcaldías que miran territorios con altos índices de pobreza.
Sin embargo, para la académica, es un error subirse al carro del slogan de "la medicina amarga", sobre todo porque da la impresión de que las medidas de ajuste "están por venir", cuando, de hecho, ya están ocurriendo, sin que haya mediado un anuncio oficial.
"Es bien interesante, porque al usar esa fórmula lo que hace es hacer especular a la gente. Por ejemplo, si mencionamos que es posible que una de esas medidas sea el aumento de algunos puntos del IVA, después él (Nayib Bukele) le dirá a la población ´vieron que todos mentían, no aumentamos el IVA´, mientras ha hecho otro montón de medidas que tienen siempre como principal víctima a los hogares salvadoreños, sobre todo los más pobres", argumenta Salgado.
Además de los recortes a subsidios y al apoyo financiero a alcaldías, se ha despedido a cientos de trabajadores en el sector público, en específico, en el Ministerio de Cultura, lo que Nayib Bukele anunció la semana pasada. Para Salgado, esto también es un golpe a los hogares, pues les quita poder adquisitivo, esta vez vía el ya no percibir un salario.
"Los ajustes ya están sucediendo y no ha sido necesaria una reforma… que se golpee a los hogares habla de las prioridades de este gobierno", dice Salgado. Algo que apoya el economista Rafael Lemus, al preguntarse cuáles han sido las apuestas de esta administración para favorecer a los más vulnerables, en un país donde más de 10,000 personas cayeron bajo el umbral de la pobreza extrema en 2023 (en total son 588,917 salvadoreños en esa condición), según datos oficiales.
"Ninguna, no hay. ¿Recuerda la pensión que se daba a personas mayores de 70 años en los lugares más pobres? Pues este gobierno lo programaba en el presupuesto, pero ese dinero no se ejecutaba. Eso contribuye a generar más pobres. Solo dio apoyo con los paquetes alimenticios, que tuvieron un fin electoral", ilustra Lemus.
Lo que ocurre en el Ministerio de Cultura es especialmente interesante en ese contexto. La semana pasada, Bukele anunció el despido de cientos de empleados, lo que fue leído como parte de esa "medicina amarga".
Según los datos de Transparencia Fiscal del Ministerio de Hacienda, en 2024 se recortaron en esa institución los presupuestos correspondientes a las remuneraciones permanentes de dos líneas (Dirección Superior y Servicios de Protección, Conservación, Formación, Producción y Difusión de la Cultura y el Arte) en un monto de $3.12 millones. Y se disminuyó lo programado para remuneraciones eventuales en $600,000.
Sin embargo, esto no parece un ajuste estructural destinado a ahorrar dinero, pues se inyectaron $3.2 millones a las remuneraciones eventuales de la Biblioteca Nacional de El Salvador (BINAES).
"Es como si estuvieran despidiendo de un lado y contratando de otro… pero hay que recordar que esa biblioteca ha sido convertida en una especie de centro turístico y esa es una de las apuestas de este gobierno. Pero, ¿se resuelven los problemas con ir a turistear a una biblioteca", comenta Lemus.
Enferma, pero, ¿de qué?
Para Rafael Lemus, en la narrativa de la "medicina amarga" hay un problema conceptual. Bukele ha dicho que es un doctor. Pero no ha mencionado para qué enfermedad. Ni qué la provocó. No hay, por tanto, diagnóstico.
"El gobierno se desordenó, en el sentido de que ha habido un aumento descontrolado de la deuda y se eliminó la institucionalidad. El que ha enfermado la parte fiscal es el gobierno. Ahora, por ejemplo, todas las compras son a dedo, por lo que no hay competencia, algo que constituye un esquema procorrupción… usted no puede echarle la culpa al ciudadano de los problemas cuando es el gobierno el que está jodido", opina Lemus.
Para el economista José Luis Magaña, la economía de El Salvador también es un paciente con una enfermedad crónica, provocada por raíces estructurales.
"Tenemos un crónico bajo crecimiento, provocado por la inserción que tiene El Salvador en la economía del mundo, en el que se le han dado facilidades a empresas que no generan capacidades productivas a largo plazo, pues se generan productos de bajo valor agregado. Y, además de crecer poco, ese crecimiento está mal distribuido… El Salvador no se curará hasta que se tome en serio sus verdaderos problemas", comenta Magaña.