Los errores y negligencias del proceso electoral capitaneado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en El Salvador no solo afectan la democracia, sino que también tienen el potencial de generar un impacto negativo en la economía salvadoreña, al marcar una potente señal de desconfianza y falta de credibilidad para el mercado fronteras afuera. Eso es lo que señalan cinco expertos de diferentes ámbitos consultados por El Diario de Hoy.
Que la mayoría de actas de las votaciones para diputados no hayan podido ser transmitidas por un fallo del sistema, que no existiera un respeto en la cadena de custodia de las urnas con votos y que, incluso, se hayan encontrado papeletas desechadas en algunos centros de votación podría repercutir en un crecimiento económico todavía más limitado que el esperado para El Salvador, el país que menos crecerá en toda la región.
Uno de los peores indicadores económicos de la gestión de Nayib Bukele es la Inversión Extranjera Directa (IED), que cayó en un 56 % respecto a la de su predecesor, Salvador Sánchez Cerén. Es decir, que fue de menos de la mitad. En términos monetarios, el país perdió casi $1600 millones en IED de un periodo a otro.
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Uno de los principales motivos que explican el fenómeno es que hubo un descenso profundo en la seguridad jurídica desde que Nayib Bukele ha tenido el control de los tres poderes del Estado, lo que fue posible cuando una Asamblea Legislativa de absoluta mayoría oficialista destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general de la República el 1 de mayo de 2021.
Las cifras lo confirman de manera quirúrgica: Según los datos del Banco Central de Reserva (BCR), la IED en los dos primeros trimestres de ese año fue de $413.89 millones, un monto saludable. Sin embargo, la tendencia se revirtió en los últimos seis meses de ese año: fue negativa, de -$99.42 millones. Es decir, que lo que ciudadanos salvadoreños invirtieron en el extranjero fue superior en esa cifra a lo que desde el exterior se inyectó a nuestra economía.
Y el primer trimestre de 2022 fue peor, cuando se llegó a -$226.32 millones.
Para la economista Julia Evelyn Martínez, que el país no remonte en los números de Inversión Extranjera Directa se traducirá en que la economía salvadoreña “no podrá reactivarse ni tampoco podrá generar los empleos formales y productivos que tanto se necesitan para reducir la pobreza y la desigualdad”.
Cuestión de seguridad jurídica
“A los inversionistas no les interesa la ideología política ni la popularidad de los gobiernos. Les interesa la posibilidad de obtener ganancias que no sean confiscadas o limitadas por políticas públicas erradas”, añade Martínez.
Los mercados son alérgicos a la inseguridad jurídica, lo que en El Salvador se ha agravado con la sospecha que por ahora planea sobre las elecciones desarrolladas en el país el 4 de febrero.
“Que haya tantas dudas sobre estas votaciones no solo resta credibilidad al proceso electoral. Le resta credibilidad al país. Para un inversionista extranjero, es muy complicado apostar su dinero en un marco como este”, comenta el economista Alfonso Goitia, que añade que el efecto puede ampliarse si se deduce que no solo hubo negligencias y errores en el proceso, sino también el intento de un fraude electoral.
En un escenario como ese, a El Salvador le espera el cierre de cada vez más puertas. Toca esperar, dice, a que funcione la solución planteada por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), de contar urna por urna y voto por voto, para que no haya consecuencias todavía más profundas en la imagen del país.
En esto también jugarán un papel clave los informes de los observadores internacionales, a los que los inversores siguen con mucha atención.
Para Otto Rodríguez, exvicepresidente del Banco Central de Reserva (BCR), que se aumente la IED es crucial para el futuro de El Salvador, pues es una de las pocas maneras en que una economía tiene oportunidades de crecer. Por ello, lo que pasa con el proceso electoral sigue siendo preocupante, pues el panorama para El Salvador ya era adverso antes de las elecciones, sobre todo desde el 1 de mayo de 2021.
“Sería un golpe mayor si tuviéramos una economía rebosante. No es el caso. Esto que pasa viene a exacerbar la situación. Los inversores extranjeros van a leer que la desconfianza aumenta”, dice Rodríguez, que indica que en El Salvador hay importantes problemas de institucionalidad y transparencia.
Para Manfredo Marroquín, fundador de Acción Ciudadana, capítulo guatemalteco de Transparencia Internacional, para las autoridades salvadoreñas, tanto del TSE como del gobierno central, es urgente trabajar, precisamente, en ese sentido, pues hay que deducir con rapidez las responsabilidades en el fallo.
“Cuando la fuente de la legitimidad se ve enturbiada y no hay posibilidades de aclararlo, esto genera un clima adverso… A nadie le gusta arriesgar su capital en un régimen donde no hay claridad en las reglas del juego. El menos interesado en que esto continúe debería ser el gobierno, que ya de por sí carga con señalamientos de inconstitucionalidad ”, dice Marroquín.
Para Marroquín, los primeros investigados deben ser los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE). Qué fue lo que falló es lo que todos los salvadoreños quieren saber. Esa es, precisamente, la respuesta que se han negado a entregar los miembros del organismo colegiado.
Napoleón Campos, especialista salvadoreño en Relaciones Internacionales, afirma que todavía es pronto para saber cuáles serán las consecuencias en nuestra economía de las fallas del proceso electoral. A medida que se vayan conociendo más detalles, será posible apuntar a si se trató de un error puntual o de una operación voluntaria. Una u otra cosa definirán una mayor o menor credibilidad ante el mercado internacional.
“Los casos de Venezuela y Nicaragua son paradigmáticos. A medida que cae la economía real, se vuelven, las tiranías, más y más mafiosas. Pero esa evolución hay que trazarla con cifras y precisión. Aún no estamos preparados para abordarla, quizá en unas 48 o 72 horas”, comentó el experto mediante un servicio de mensajería electrónica.
Misma región, realidades distintas
Costa Rica vive en las antípodas de El Salvador respecto a la Inversión Extranjera Directa. En 2023, fue el país en el mundo con mayor IED como porcentaje de su PIB, pues alcanzó el 12.7 %. Lo siguió Macedonia del Norte.
Si se hace una comparativa entre El Salvador y Costa Rica en el periodo de 2019 a 2022, es posible observar que la IED del país tico ($12,088 millones) fue casi 11 veces más que la del nuestro ($1,115 millones).