Un punto que podría ayudar a que las finanzas del país mejoren, debido a que impactaría directamente en la captación tributaria, es el crecimiento de la economía, según detalla el más reciente informe de la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s.
Sin embargo, las proyecciones de la misma agencia arrojan que, de hecho, el crecimiento económico que se espera para El Salvador rondaría los 2%, una cifra significativamente menor al 2.6% con el que, según los datos del Banco Central de Reserva (BCR) cerró el 2022.
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De hecho, esta nueva proyección podría ser incluso menor a la que proyecta el propio BCR para el cierre de año, pues esa institución afirmó en marzo que se espera un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño de entre 2% y 3%, un dato considerablemente vago para un indicador como el PIB.
La caída en el ritmo de crecimiento económico viene dado por factores externos como la inflación mundial o los riesgos de recesión en Estados Unidos, algo impulsado por las subidas en las tasas de interés en ese país.
Sin embargo, no solo eso ha influido en el indicador para el caso salvadoreño, pues según S&P, “el crecimiento económico moderado es debido a una inversión consistentemente baja”, y proyecta que “la confianza de los inversionistas extranjeros siga siendo baja, a falta de medidas que refuercen su confianza en la estabili- dad de las políticas a largo plazo”.
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Anteriormente, representantes del sector empresarial en el país señalaron que, más allá de las políticas de seguridad, los inversionistas extranjeros necesitan otras garantías como la institucionalidad o la seguridad jurídica en el país, dos variables que durante el actual gobierno se han visto dañadas.
Solo en 2022, el flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) en el país cerró en números negativos, con -$99.1 millones, y según S&P, este indicador “se mantendrá entre los más bajas de la región, con apenas un 0.5% del PIB en los próximos dos años”.
Asimismo, sostiene que “las bajas expectativas de crecimiento reflejan muchos años de baja inversión, una productividad limitada y una elevada emigración de su fuerza laboral”.