El banco central y el supervisor financiero de Suiza salieron el miércoles finalmente en defensa de Credit Suisse (CS), después de que el segundo banco del país registrara el peor derrumbe bursátil de su historia.
"El Credit Suisse satisface las exigencias en materia de capital y de liquidez impuestas a los bancos de importancia sistémica", aseguraron el Banco Nacional Suizo (BNS, banco central) y la Autoridad Supervisora del Mercado Financiero (Finma) en un comunicado conjunto.
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"En caso de necesidad, el BNA pondrá liquidez a disposición del Credit Suisse", agregaron las instituciones, en sus primeros comentarios tras una jornada en la cual los problemas del CS lastraron los mercados mundiales.
La acción de la entidad, considerada como el punto débil de la red bancaria en Suiza, cayó 24.24%, con una capitalización bursátil de poco menos de 6,700 millones de francos suizos (6,800 millones de euros, 7,200 millones de dólares).
Durante la sesión llegó a perder 30% y alcanzó un mínimo histórico a 1.55 francos suizos (1.66 dólares), a pesar de la intervención de su presidente, Axel Lehmann, para tranquilizar a los mercados.
Al ser interrogado acerca de si el banco necesitaba ayuda del gobierno, Lehman respondió que ese "no es un problema", dado que la entidad tiene "sólidos ratios financieros".
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Pero sus declaraciones no consiguieron calmar a los inversores.
El descalabro de Credit Suisse se produce luego de la quiebra del banco californiano Silicon Valley Bank (SVB) por una ola de retiros masivos de sus clientes que dejó al establecimiento en dificultades para salir a flote por sí solo.
"Parece que cada vez más inversores miran hacia CS (Credit Suisse) como la próxima ficha más probable del dominó" en caer", comentó Neil Wilson, analista de Finalto.
Pero si Credit Suisse tiene que hacer frente a "problemas existenciales", son otro tipo de dificultades, en su opinión. "Es realmente demasiado grande para entrar en quiebra", aseguró.
A diferencia de SVB, el establecimiento suizo forma parte de los treinta bancos internacionales considerados demasiado grandes para que se les deje caer bancarrota, lo cual le impone asimismo una reglamentación más estricta para resistir en caso de sacudidas fuertes.
La preocupación se extiende más allá de Suiza y el Tesoro estadounidense declaró que estaba "vigilando la situación y en contacto con sus homólogos internacionales".
La situación arrastró a las bolsas europeas, que cerraron el miércoles con fuertes bajas, con pérdidas de más del 3% en París, Fráncfort y Londres 3,83% y de más del 4% en Milán y Madrid.
Acumulación de reveses
El hundimiento de la acción del banco helvético aceleró tras la negativa de su principal accionista, el Banco Nacional Saudita, a ampliar su participación en el capital.
Interrogado por Bloomberg TV sobre si el banco saudita podría invertir más dinero, su presidente Amar Al Judairy, afirmó: "La respuesta es absolutamente no, por varias razones cada vez más simples, que son reglamentarias y estatutarias", declaró.
Las sauditas poseen actualmente 9,8% del banco suizo. "Si superamos el 10%, entran en vigor una serie de nuevas reglas", explicó.
Los sauditas se convirtieron en los primeros accionistas de CS durante un aumento de capital en noviembre lanzado para financiar una fuerte reestructuración de la entidad.
La ley suiza prevé que las personas físicas o morales que tienen en un banco, directa o indirectamente, al menos 10% del capital o del derecho de voto tienen que dar "la garantía de que su influencia no es susceptible de ser ejercida en detrimento de una gestión prudente y sana" del establecimiento.
Superar este eslabón del 10% en el segundo mayor banco helvético podría causar revuelo en el país, en momentos en que sus accionistas ya vieron reducirse su participación tras el aumento de capital y asisten al hundimiento de su valor.
Desde hace dos años, el banco está en dificultades tras la quiebra de la empresa financiera británica Greensill, que marcó el inicio de una serie de escándalos que debilitaron al banco.
Desde marzo de 2021, la acción perdió más del 83% de su valor.
Algunos accionistas acabaron tirando la toalla, como la sociedad de inversiones estadounidense Harris Associates, uno de sus apoyos más importantes y que reveló la semana pasada que había vendido toda su participación.