Fátima Martínez, dueña del negocio de platos de $1, afirma que siempre ha intentado bajarle los precios a los platos de comida, porque "trata de ayudarle a la gente”; ella tiene 16 años de vender platillos de comida en el mercado de Santa Tecla.
Fátima tiene experiencia de 30 años como cocinera. Desde muy joven ayudo a su mamá, quien tenía un comedor en la década de los 90, el cual estaba ubicado en el mercado Central de Santa Tecla y luego se mudaron al mercado Dueñas. Por el cansancio que trae el tiempo, la madre de Fátima abandonó el para heredárselo a su hija.
Para Fátima no ha sido fácil sacar adelante su negocio y su familia. Es madre soltera de dos hijos desde los 23 años. A pesar que ahora son independientes, ella no deja de trabajar. “Me encanta trabajar y soy feliz cuando estoy en el negocio” comenta. La jornana en la cocina inicia a las 5:00 de la mañana cuando empieza con la limpieza en el puesto. A las 6:00 a.m. con la preparación del menú del día para tenerlo listo dos horas antes del mediodía. Su ayudante es Roberto Escamilla, su sobrino de 40 años, el único en el negocio que recibe un sueldo.
Roberto vive desde hace 14 años en Estados Unidos, pero frecuentemente visita a su tía para ayudarle en el negocio. Se encuentra en el país desde noviembre del año pasado. Roberto está radicado en el estado de Minnesota donde se dedica a la cocina, y en el puesto de su tía utiliza sus habilidades para hacer comida china y mexicana y atender a los clientes. “Yo me siento orgulloso de mi tía, la verdad que ayuda a la gente, ya que la canasta básica ha subido. A los clientes les encanta la comida, pero las ganancias son mínimas. Ella está regalando su trabajo y no cualquiera hace eso” declaró.
David Herrera, un cliente, opina de forma similar. “Esta comida es para gente de escasos recursos económicos que no alcanza a comprar un almuerzo de dos dólares o más. Hay variedad en el menú y uno queda satisfecho con la comida, así lo declaro este residente de San Salvador que aprovecha comer donde Fátima cada vez que anda por Santa Tecla por razones laborales.
La variedad de comida a la vista es de 20 platillos diferentes, el más vendido que es el pollo empanizado y pollo guisado. También hay camarones y lonja de pescado empanizada, pescado entero, chuletas, bistec de res, hígado, carne guisada entre otras. Cada día cambian cuatro platillos en el menú, con el fin de ofrecer más variedad al comensal. El sábado y domingo se suman a la oferta la sopa de pata y de gallina, eso sí, estos cuestan entre 1.50 y 2 dólares. “Los clientes pagan por las sopas, pero siempre tenemos los platos de a un dólar” dice Fátima.
Al terminar el servicio en el comedor empieza la otra parte del trabajo de Fátima que es comprar la materia prima para hacer los 200 platillos que venderá del próximo día. Entre sus clientes se encuentran militares, policías, obreros de la construcción, barrenderos, empleados de la alcaldía, estudiantes entre otros que pueden visitar el comedor de lunes a domingo desde las 7:00 a.m. hasta las 5:00 p.m.
Desde las 11 de la mañana empieza a hacerse una cola frente a su puesto para la hora del almuerzo. La cola se disuelve hasta las 2:30 de la tarde. Para esa hora recibe ayuda extra de su nuera Jacqueline Renderos, quien está pendiente de envolver la comida para llevar y en lo que se pueda ayudar, y cuando su hijo termina de atender su negocio de venta de pollo en el mismo mercado, este coopera lavando las ollas. Ambos ayudan ad honorem, es decir, sin cobrar su fuerza de trabajo.
Un cliente de Fátima desde hace dos años, quien no quiso ser identificado, declaró que otros comedores del mismo mercado venden almuerzos a $2.50 y hasta $4.50. “Ella siempre ha mantenido el precio, es buena la comida, y por eso le compran. Si no fuera buena, ni con el precio de un dólar la vendería”, declara un poco molesto por los problemas que tuvo con el CAM que llegó a poner una cinta amarilla a su puesto para cerrarlo temporalmente. En este caso, las redes sociales funcionaron para hacer justicia a Fátima, que no comete ningún delito al literalmente regalar su trabajo.
Fátima dice que mientras pueda tratará de mantener los precios por sus clientes. Confiesa que para no subirlos ante el alza de precios de los alimentos ha optado por disminuir la cantidad de comida en sus porciones. “Antes daba dos albóndigas en el plato, ahora es una. Antes ponía el cuarto de pollo, ahora coloco una porción pequeña”.
El gran propósito actual de Fátima es comprar una casa para dejar de alquilar y en un futuro heredarla a sus hijos.