El comercio mundial se encuentra en estos momentos afectado por una tormenta perfecta al coincidir tres crisis en el tiempo: la disrupción de las rutas en Ucrania debido a la guerra, el virtual cierre del canal de Suez por los bombardeos en el mar Rojo y la drástica disminución del tráfico en el canal de Panamá.
Así lo puso de manifiesto en una rueda de prensa telemática en la sede de la ONU Jan Hoffman, jefe de la división de tecnología en la UNCTAD, la organización de Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo.
Hoffman explicó que el Canal de Panamá tiene actualmente un 36 % de menos de tráfico que el año anterior, y un 62 % menos que el previo debido a la caída del nivel del agua por la sequía en la zona, es decir, por causas ligadas exclusivamente al cambio climático.
En vista de esta crisis con el Canal de Panamá, el banco de desarrollo de América Latina CAF invitó esta semana a Panamá a mirar de manera integral el problema hídrico, más allá del impacto en el canal interoceánico, puesto que el país centroamericano registra una de las pérdidas de agua potable más altas de la región.
La sequía estacional, especialmente fuerte y además empeorada por el fenómeno de El Niño, ha obligado al Canal de Panamá a restringir a 24 de 36 el tránsitos diarios de buques, lo que se calcula que hará mermar en $800 millones los ingresos por peajes este año fiscal, dijo a EFE la semana pasada el administrador de la vía, Ricaurte Vásquez, con el consecuente impacto en la transferencia de recursos al fisco.
La representante de CAF en Panamá, Lucía Meza, dijo que “hay una gran discusión en el país sobre la sequía, el desafío (que esta plantea), con un foco de atención inmenso en el impacto sobre el Canal”.
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“Pero el llamado que hacemos nosotros, desde el punto de vista de especialidad técnica, es analizar la problemática del sector agua desee una mirada integral del recurso hídrico. Panamá es uno de los países que más pierde agua dulce en el consumo de la región, y cuidado si las más altas”, señaló Meza en un encuentro con periodistas en la sede del multilateral en la capital panameña.
Tensión en el mar Rojo
A esta crisis, sin un final a la vista, se ha sumado la tensión en el mar Rojo, por donde transita un 20 % de los contenedores del mundo y vital para la conexión entre Europa y Asia. En estos momentos, el tránsito de contenedores ha caído un 67 % comparado a un año atrás, y dado que son los grandes portacontedores los más afectados, el impacto en el volumen total de mercancías supone un porcentaje aún mayor.
Los cargueros que transportan petróleo son ahora un 77 % menos que hace un año, y los que transportan gas -que sufrirían de manera más aparatosa un eventual disparo contra sus depósitos- han evitado por completo la ruta del mar Rojo desde el 16 de enero, precisó Hoffman.
Esta bajada drástica del tráfico se está reflejando en un aumento de precios -por estacionamiento imprevisto o por un mayor riesgo asumido por las aseguradoras- en grandes puertos como el de Shangái, donde los precios para las la navieras han subido un 122 % en general, entre diciembre y el pasado viernes, porcentaje que sube a 256 % en el caso de barcos que van a Europa.
Otro efecto indeseado del cierre virtual del mar Rojo y la disminución de la capacidad en Panamá es la prolongación de las rutas marítimas, pues está obligando a las grandes navieras a circunnavegar Suramérica o África con el consiguiente consumo suplementario de toneladas de combustible y de impacto en los gases de efecto invernadero.
Hoffman puso como ejemplo los primeros efectos de la guerra de Ucrania, reflejados en una inflación alimentaria que sufrieron sobre todo los países del tercer mundo, y señaló que, en caso de seguir la actual crisis, puede darse por descontada una mayor inflación mundial y retrasos en la cadena logística en general, como los que se vieron durante la pandemia de la covid.