"Vamos a cerrar la España (la sucursal), porque me acaban de pedir el edificio", fueron las palabras del jefe de la Mía Pizza a Imelda Vásquez, encargada de la caja y del local, quien trabajó en esta franquicia desde su apertura en 1985.
La noticia impactó a Imelda. "Nadie se lo esperaba", aseguró, porque ya se estaban gestionando los nuevos permisos ante la Autoridad de Planificación del Centro Histórico de San Salvador (APLAN).
"Ya eran otras exigencias que se estaban cumpliendo pero, de repente, ya es cosa de los propietarios que nos dijeron que se iba al cierre", contó.
Al equipo de trabajo de la sucursal en la avenida España les notificaron en noviembre de 2024 que a finales de diciembre dejaría de funcionar la pizzería por decisión de los dueños del Edificio Kauders de no renovar el contrato con la franquicia.
Con mucho orgullo, Imelda recuerda que llegó a la edad de 21 años a trabajar en esta pizzería. Ella es originaria de San Miguel, pero en la década de los setenta emigró a la capital junto a su madre y su hermana para huir de represiones militares que se generaban en la época.
Conseguir este puesto le llenó de orgullo debido a que era su primer trabajo formal, con el cual pudo comprar su casa en San Salvador, pagar las necesidades básicas de su vida y de sus dos hijos, es decir, construir su vida en la capital. "Amo mi trabajo por eso, porque de aquí pude darles estudio a ellos", expresa.
"Esto es bien triste porque esta sucursal es mi segunda casa. Hice toda mi vida aquí", dice Imelda, mientras observa cómo desmantelan las instalaciones donde funcionó el restaurante durante casi cuatro décadas. Pasaron decenas de trabajadores e Imelda se mantuvo como la más antigua en trabajar en el lugar.
La trabajadora comenta que no pensó que fuera posible un cierre de esta sucursal, debido a que tenían buenas ventas luego del reordenamiento de la capital. El negocio era más visible tanto para antiguos clientes como para nuevos que se interesaban por probar el clásico sabor de Mía Pizza.
"Pensé que era más probable que cerráramos antes por las pocas ventas que ahora con los permisos (para funcionar)", lamentó. En los últimos días, algunos clientes buscaban la pizzería como antes, pero al entrar se enteraban de la mala noticia de que el lugar cerrará.
Para concluir esta etapa, Imelda dice que guarda en el corazón cada momento vivido en este local, incluso el difícil proceso de desalojar el lugar. Y confía en que pronto tendrá una ocupación o establecerá su propio negocio en su lugar de residencia ante la falta de trabajo que ahora enfrentará.
"Cuando uno abre es maravilloso, pero cuando uno cierra es triste", expresa y comenta que es una frase que nunca pensó decir.
El local debe estar desalojado el lunes 6 de enero, ya que se prevé que el edificio sea alquilado.