Los datos oficiales del Banco Central de Reserva (BCR) con respecto a los niveles de inflación en el país podrían interpretarse como algo positivo, pues por primera vez desde agosto de 2021, la tasa de inflación interanual cayó a un porcentaje por debajo del 4% en junio, la más baja en dos años.
Este dato es importante debido a que el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que es el indicador que da paso al cálculo de la inflación, ha venido cayendo desde cifras históricas, como el 7.76% que se registró en junio del año pasado, lo que se traduce en una desaceleración en el ritmo de aumento en los precios de los bienes y productos de consumo.
Sin embargo, el precio de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), que tiene relación directa con uno de los rubros que compone al IPC, como es el de los alimentos, arroja que, pese a esa disminución en la inflación general, las familias salvadoreñas siguen pagando altos precios por la comida que consumen.
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Según los datos de la Oficina Nacional de Estadística y Censos (ONEC), hasta junio, mes en el que se ha registrado la menor tasa de inflación en dos años, la CBA para el sector urbano sobrepasó los $250 por primera vez desde que se tienen registros (2001), mientras que para el sector rural también se mantiene a un costo alto, en $189.
Estas cifras, en general, arrojan que la CBA tanto para las familias del campo como para las de la ciudad ha tenido fuertes aumentos desde 2021, año en el que se disparó la inflación y, en resumen, el aumento equivale a un costo de 23% más alto (+ $47.04) para el área urbana y 29.1% (+ $42.58) para el área rural.
Si se comparan los precios actuales, que calcula la ONEC con base en lo que consume una familia de entre 3 y 4 integrantes al mes, con los de 2001, el aumento se dispara aún más, ya que los alimentos cuestan $124.76 más en la ciudad y $93.19 en el campo.
Asimismo, algo que también llama la atención es que, si bien es cierto la inflación comenzó con una tendencia al alza desde febrero de 2021, no fue hasta agosto de ese mismo año que el rubro de los alimentos comenzó a dispararse, llegando a mantener un alza de casi el doble de alta frente a la inflación en general.
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De hecho, en agosto del año pasado, cuando la inflación total registraba una tasa de 7.66%, la inflación en los alimentos llegaba a los 14.5%.
Varios factores en juego
En este punto, economistas consultados por El Diario de Hoy explican cuáles son los motivos por los que la inflación en los alimentos no ha sido paralela al índice general, algo que puede atribuirse a distintos factores que entran en juego.
Por ejemplo, el economista y exvicepresidente del BCR, Otto Boris Rodríguez, señala que una de las principales razones es “la baja capacidad de producción interna (de alimentos), algo que se evidencia con la actividad económica del sector”, a la vez que apunta que “es parte del resultado de una inadecuada política agropecuaria, sin mayor estrategia de reactivación del sector, afectada por las limitaciones de recursos que enfrenta el gobierno”.
Similar opinión tiene la también economista Tatiana Marroquín, quien subraya que “al momento de analizar la inflación de los alimentos hay que revisar otros componentes que podrían estar afectando, como puede ser el alza en el costo de transporte de mercancías”, pues El Salvador compra (importa) mucho alimento en la región.
Asimismo, Marroquín apunta que otros problemas relacionados con el cambio climático y la procedencia de los productos que se importan podrían tener influencia en esos precios, por lo que expresa que “es razonable que el precio de los alimentos siga creciendo por los factores que intervienen en su producción”.
Asimismo, la economista explica que “el índice general de inflación está compuesto por varios bienes y servicios”, por lo que si algunos bajan también el índice general baja, aunque el de los alimentos siga alto.
Por su parte, Rodríguez también afirma que la entrega tardía de paquetes agrícolas y la “falta de mayor asistencia de forma oportuna” ha provocado efectos negativos en la producción nacional de alimentos, lo que deriva en que “el problema de la inflación sea persistente” en este rubro, pero también añade que factores como “las dificultades de acceso al crédito para el sector agropecuario” tienen su cuota de afectación en la problemática.
Estos puntos se suman a otros de índole internacional, como el precio del petróleo o la situación económica en Estados Unidos, los cuales durante el 2022 afectaron directamente al país por la alta dependencia que tiene de esa economía, aunque el exvicepresidente del BCR agrega que esto se ha desacelerado debido a que indicadores como el precio del crudo se ha logrado mantener a menores ritmos de alza.
Aún así, Rodríguez añade que “la reducción de la inflación sería más acentuada si no fuera por el problema persistente en los alimentos”.
En este sentido, el presidente del BCR, Douglas Rodríguez, dijo la semana pasada en una entrevista televisiva que la razón detrás de la inflación persistente en los alimentos es que “tienden a bajar de forma lenta debido a la alta demanda”.