"Se lo resumo en una frase: No han hecho nada", comenta Juan Bolaños, productor de café, cuando se le pregunta sobre el impacto de las legislaciones y políticas enfocadas en el grano en el mismo país en el que el mandatario, Nayib Bukele, se ha convertido en uno de sus colegas.
La situación no es la más halagadora: Los ingresos acumulados por las exportaciones del café de El Salvador cayeron un 35.2 % durante la cosecha 2023-2024, de acuerdo con cifras del gubernamental Instituto Salvadoreño del Café (ISC).
Los datos oficiales indican que los ingresos por la exportación del grano entre octubre de 2023 y abril de 2024 sumaron más de $46.85 millones, frente a los $72.34 millones del mismo lapso de la cosecha 2022-2023. La diferencia a la baja es de más de $25 millones.
¿Qué políticas, por tanto, se han implementado en el sector en el que se enmarca el nuevo negocio del presidente?
Cuatro productores consultados por El Diario de Hoy, quienes pidieron resguardar sus identidades, están de acuerdo con Bolaños y sostienen que poco o nada se ha hecho para el sector, sobre todo, según lo sostiene el exdiputado Mauricio Linares, porque buena parte de las promesas de la gestión de Bukele respecto al café estaban amarradas a un fideicomiso de $640 millones aprobado en mayo de 2021 por la Asamblea Legislativa. Más de tres años después, todavía no ha sido financiado.
"En la programación que el MAG presentó ante la Asamblea, en la distribución de los fondos estaba que $200 millones iban a servir para sanear la cartera de préstamos de los cafetaleros, más que todo para aquellos que siguen haciendo el esfuerzo en las fincas, sosteniéndolas. El resto iba a ser para inyectárselo a la reactivación del café, impulsando créditos blandos. Nada de eso pasó", comenta Linares, ingeniero agrónomo.
En efecto, el Fideicomiso para el Rescate del Café (Firecafé), aprobado en 2021, promovía una reestructuración de deuda a 25 años y tasas de interés bajas. Esa era una solución más permanente que la que realmente adoptó el oficialismo, cuya Asamblea aprobó a inicios de enero de 2022 la suspensión de embargos por deudas contraídas por los productores con el Fondo de Emergencia para el Café (FEC) y con el Fideicomiso Ambiental para la Conservación del Bosque Cafetalero (FICAFE).
Esto tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre de 2024, por lo que, a partir del siguiente día, la deuda volverá a ser una preocupación para los cafetaleros con deudas.
Para los caficultores consultados y para el exdiputado Linares fue un error la disolución del Consejo Nacional del Café, que contaba con representantes del sector en la toma de decisiones. Ahora, sus funciones fueron absorbidas por el Instituto Salvadoreño del Café (ISC), que cuenta en exclusiva con participación del sector público. Para el exlegislador, este último debería enfocarse solo en el aspecto del apoyo técnico a los productores.
"En el anterior Consejo Salvadoreño del Café eran los mismos caficultores los que se encargaban de promover el café local en el extranjero, en otros mercados… ahora los esfuerzos parecen estar enfocados en promover una sola marca", comenta Linares, en referencia a Bean of Fire, perteneciente al presidente Bukele, que ha sido promocionada en su cuenta oficial de X y en medios estatales.
"A nosotros nos parece una excelente noticia que el presidente (Bukele) haya entrado al negocio del café, porque allí va a ver de mejor manera cuáles con los retos del sector, no a través de un estudio, sino de su experiencia", comenta Amílcar Vega, quien tiene una visión más optimista.
Para él, es posible que el mandatario esté usando su propia marca como una especie de prueba piloto para, después, usar la experiencia en beneficio de todo el sector. También sostiene que hay aspectos en los que se debería mejorar el apoyo, como la tecnificación a través de maquinaria que sustituya la escasez de mano de obra.
Ausencia de estrategias estatales
Los investigadores del Servicio de Agricultura Exterior del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su siglas en inglés) señalaron, en su último informe sobre el grano salvadoreño, que los esfuerzos gubernamentales no han sido eficaces para ayudar a los productores a recuperarse de las pérdidas debidas a enfermedades como la roya del café y la antracnosis, y a patrones climáticos erráticos que afectan a la floración.
El gobierno tiende a centrarse en programas de asistencia dirigidos a pequeños agricultores con menos de 3 hectáreas, que representan menos del 10 por ciento de las áreas plantadas.
"Mediante estos programas, el Ministerio de Agricultura, a través del Centro Nacional de Investigación Agrícola (CENTA), regala plantas de café que la mayoría de las veces carecen de genealogía y certificación de calidad, por lo que se obtienen árboles menos productivos. Además, los agricultores suelen carecer de recursos para el mantenimiento que permita a las plantas alcanzar la edad de producción (aproximadamente 3 años). Por ello, la mayoría de las veces los agricultores venden las plantas o éstas mueren por falta de insumos (es decir, fertilizantes, insecticidas, fungicidas)", dice el texto.
Añaden que este programa suele tener problemas logísticos, y las plantas se distribuyen casi al final de la temporada de lluvias, por lo que muchas quedan sin plantar.
Esto es algo con lo que está de acuerdo el caficultor Juan Bolaños, que resiente la ausencia de una estrategia integral. Para el productor, una buena decisión para tomar es la de entregar , posiblemente, menos plantas, pero que se cuente con el apoyo para que estas lleguen a buen término al final de su ciclo de 3 años de maduración. A la entrega se debe sumar una buena logística de supervisión.
"Es un sector estratégico para el país, pues el café representa uno de los pocos bosques que van quedando para la captación de agua… ¿A qué se deben estos calores que vivimos? ¿No se ha fijado cómo todos los cafetales a pie de calle entre Chalchuapa y Santa Ana ahora son residenciales o lotificaciones? Conservar el bosque cafetalero es de beneficio para toda la población", comenta el cafetalero Bolaños.