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Baja producción del café se debe a ausencia de políticas e impacta en empleo formal

El Salvador no supera desde 2014 (el primer año de gobierno de Salvador Sánchez Cerén) el millón de quintales exportados

Por Moisés Alvarado | May 26, 2024- 22:01

En El Salvador, el cultivo del café es significativo. Foto / archivo elsalvador.com

En El Salvador se pierden, aproximadamente, 10,000 empleos relacionados con el café por cada 100,000 quintales menos producidos, según las conclusiones del último informe sobre el grano salvadoreño del Servicio de Agricultura Exterior del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por su siglas en inglés).

El estudio también sostiene que en El Salvador se deben sembrar, cada año, 30 millones de nuevas plantas de buena calidad y resistentes a la roya durante una década para renovar por completo la zona cafetalera nacional, un paso esencial para su sustentabilidad y recuperación. El informe anual fue publicado por la entidad el 14 de mayo.

Que la producción del café salvadoreño lleva años de decadencia lo muestran las cifras de exportaciones, siendo este un grano con vocación para el comercio internacional.

Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), El Salvador no supera desde 2014 (el primer año de gobierno de Salvador Sánchez Cerén) el millón de quintales exportados, un umbral que fue superado por mucho en el lustro anterior a ese, registrando su punto más alto en 2011, con 2.27 millones de quintales exportados.

Desde 2014, el año en el que más se vendió al exterior fue 2019, con apenas 790,000 quintales, casi la mitad de lo exportado en el peor año del quinquenio 2009-2014 (consultar gráfica adicional). Esta caída se achaca a la roya del café, los bajos precios de venta y la falta de inversión en el sector.

Según Juan Bolaños, caficultor de Santa Ana, la catástrofe para el sector comenzó en 2012, cuando la Depresión Tropical 12 E provocó un exceso de humedad que devino en una nueva raza de roya (enfermedad de la planta de café), para la que no estaban preparados.

La plaga destruyó buena parte de las plantaciones ubicadas por debajo de los 1,000 metros de altura. A eso se sumó que los demás países caficultores, que no tuvieron este problema, aumentaron su producción: los precios internacionales del café cayeron por tanta oferta.

“Muchos decidieron salirse del negocio… en mi caso, yo me quedé limpiando de malezas mi terreno un mes antes de la época de corte, para después recoger lo que nacía, a lo salvaje… retomé el trabajo más en serio en 2019, pero todavía no termino de recuperarla”, dice Bolaños.

Los investigadores de la USDA señalan que, en los años buenos (2009-2012), el café proveía de más de 100,000 empleos en El Salvador.

En efecto, hay una relación directa, si se revisan las cifras de exportación con las de los empleos generados por la producción de café recogidos por la USDA. Por ejemplo, en 2020 se vivió la peor producción en 15 años, con solo 600,000 quintales exportados. Y ese año se registra la menor cantidad de puestos de trabajo (37,005) en el mismo periodo, según los datos del Instituto Salvadoreño del Café (ISC).

En 2021, las exportaciones crecieron un poco, a 640,000, un 6.7 %. Y los empleos brindados por la actividad, también, pues pasaron a 39,546, un alza del 6.8 %. En 2022, las ventas al mercado internacional fueron de 750,000, un 17 % superiores que el año anterior, el mismo porcentaje en el que crecieron los empleos (46,102).

Ausencia de estrategias estatales

Los investigadores señalaron que los esfuerzos gubernamentales no han sido eficaces para ayudar a los productores a recuperarse de las pérdidas debidas a enfermedades como la roya del café y la antracnosis, y a patrones climáticos erráticos que afectan a la floración.

El gobierno tiende a centrarse en programas de asistencia dirigidos a pequeños agricultores con menos de 3 hectáreas, que representan menos del 10 por ciento de las áreas plantadas.

Cafe El Salvador
Febrero 19, 2021 Ever Leonel Díaz, de 38 años, nació en una familia de agricultores de La Palma, Chalatenango. Hace 17 años que cultiva café y es dueño de la finca Mileydi, de diez hectáreas de extensión, a 1,300 metros sobre el nivel del mar y está plantada con cafetos de las variedades Pacamara, Pacas y Geisha. Gracias a esa alta calidad ha exportado a países como Estados Unidos, Rusia, Australia, Japón y Singapur. La finca está ubicada en Chalatenango y produce café que ha sido premiado en reciente subasta internacional. Eso lo ha llevado a vender cada libra del grano a $70 a empresa de un jugador de la NBA. Su calidad fue superior a la de países como México, Costa Rica, Nicaragua e incluso Colombia. Foto EDH/Jessica Orellana

“Mediante estos programas, el Ministerio de Agricultura, a través del Centro Nacional de Investigación Agrícola (CENTA), regala plantas de café que la mayoría de las veces carecen de genealogía y certificación de calidad, por lo que se obtienen árboles menos productivos. Además, los agricultores suelen carecer de recursos para el mantenimiento que permita a las plantas alcanzar la edad de producción (aproximadamente 3 años). Por ello, la mayoría de las veces los agricultores venden las plantas o éstas mueren por falta de insumos (es decir, fertilizantes, insecticidas, fungicidas)”, dice el texto.

Añaden que este programa suele tener problemas logísticos, y las plantas se distribuyen casi al final de la temporada de lluvias, por lo que muchas quedan sin plantar.

Esto es algo con lo que está de acuerdo el caficultor Juan Bolaños, que resiente la ausencia de una estrategia integral. Recuerda, por ejemplo, cuando en mayo de 2021, la Asamblea Legislativa aprobó un fideicomiso de $640 millones para el sector. Todo el sector cafetalero, dice, se sintió contento ante la noticia. Pero el fideicomiso sigue en papel tres años después.

Para el productor, una buena decisión para tomar es la de entregar , posiblemente, menos plantas, pero que se cuente con el apoyo para que estas lleguen a buen término al término de su ciclo de 3 años de maduración. A la entrega, por lo tanto, se debe sumar una buena logística de supervisión.

“Es un sector estratégico para el país, pues el café representa uno de los pocos bosques que van quedando para la captación de agua… ¿A qué se deben estos calores que vivimos? ¿No se ha fijado cómo todos los cafetales a pie de calle entre Chalchuapa y Santa Ana ahora son residenciales o lotificaciones? Conservar el bosque cafetalero es de beneficio para toda la población”, comenta el cafetalero Bolaños.

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