Una forma en que el país comience el camino de mejorar su producción de alimentos es la de procurar un mejor financiamiento para el sector. Según el economista Otto Rodríguez, un instrumento clave para ello es el Banco de Fomento Agropecuario (BFA).
En su opinión (fue vicepresidente del BCR), el Gobierno debería inyectarle unos $50 millones al patrimonio de la entidad, lo que a esta le puede servir como un "apalancamiento" para ser capaz de conseguir, por su cuenta, financiamiento en el exterior para ampliar su cartera de créditos.
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"No es necesario siquiera que se haga de golpe, sino que se transfieran $10 millones ahora, $10 millones más adelante. Lo que puede conseguir el BFA en financiamiento es de unas 8 (veces) más. Es decir que, si la inyección fuera de $20 millones, el banco estaría en la capacidad de conseguir unos $150 millones", comenta Rodríguez.
Para el economista, los fondos para el BFA los pudiera conseguir, incluso, el Banco de Desarrollo de El Salvador (BANDESAL) para, después, transferírselos.
"Maneras de encontrar una solución al problema hay, y se está en la capacidad de aplicarlas. Al final, lo que sucede es que no se diseñan bien las políticas públicas en torno al tema, no hay un interés real", afirma. El BFA es una entidad que genera pocas utilidades, en torno a los $200,000 o $500,000 al año. Pero su función es crucial para la vida de los salvadoreños.
Que el BFA esté lo suficientemente financiado le dará la posibilidad de cumplir con una exigencia histórica de los pequeños productores agropecuarios en el país: brindar créditos con intereses blandos. En El Salvador, esta actividad no es sujeta de crédito por las entidades privadas por su alto riesgo: se está a unos días sin lluvias o a una tormenta excesiva de perderlo todo.
Para Luis Treminio, presidente de CAMPO, una política que garantice esto sería mucho más efectiva que los paquetes agrícolas que antes se entregaban y que solo cubrían una fracción mínima de los costos. Ni hablar de la nueva tarjeta.
"El productor necesita incentivos para tomar el riesgo de sembrar. No está pidiendo que se le regale nada, sino que su trabajo tenga, al menos, un poquito de certidumbre. Que se siembre más procura más producto local y, con eso, mejores precios en los alimentos. Esto no es una apuesta que le sirva solo al productor, es una estrategia que beneficia a todos los salvadoreños", dice Treminio.
Un mejor financiamiento es señalado por economistas como José Luis Magaña como una de los factores clave para incentivar la producción agropecuaria en El Salvador, al mismo nivel que el acceso a tierras o a fuentes de agua.