Desde 2021, los salvadoreños han tenido que enfrentarse a los constantes aumentos en los precios de los alimentos, algo que ha provocado que su economía familiar se vea cada vez más deteriorada.
El principal indicador es el costo que tiene la Canasta Básica Alimentaria (CBA), tanto para el sector urbano como para el sector rural, pues presentaron alzas de hasta un 23.7% y 30.4%, respectivamente, en solo dos años.
En términos de dinero, la CBA para las familias que viven en la zona urbana alcanzó los $249.08 en marzo, mientras que las familias que viven en el campo, el costo se sitúa en los $188.73.
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Con esto, la Canasta Básica, que se calcula con base en el consumo de una familia de hasta cuatro integrantes, ha alcanzado los precios más altos desde que se tienen los registros actuales, es decir, desde 2021.
Debido a esta situación, el investigador Óscar Picardo, que presentó ayer el más reciente Informe de Situación País, junto a otros investigadores de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), señaló en la entrevista de Frente a Frente que "este aumento en la CBA es fulminante para los salvadoreños que ganan el salario mínimo".
En este sentido, el académico explico que los altos precios de los alimentos no afectan de igual manera a los trabajadores que, por ejemplo, ganan más de $1,000 al mes, pero a los asalariados que reciben el salario mínimo ($365 para el sector comercio), el impacto es más sensible.
Lo anterior se refiere a que, por ejemplo, una familia que se sostiene a base de un solo salario mínimo debe destinar hasta un 68% de sus ingresos solo para comprar alimentos, esto sin contar los descuentos de ley o los pagos de servicios básicos como energía eléctrica, agua potable o educación y salud.
Si se revisan los datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2022, publicada por el Banco Central de Reserva (BCR), puede observarse que hasta un 84.6% de los salvadoreños gana menos de $391 al mes, una cifra apenas superior al salario mínimo, y dentro de ese porcentaje, casi el 54% corresponde a personas con salarios abajo de los $328.
Con estos datos, puede intuirse que la gran mayoría de los salvadoreños ha tenido problemas para suplir sus necesidades básicas alimenticias, algo que los ha empujado a tomar decisiones como reducir sus tiempos de comida o la cantidad de alimentos que consumen.
De hecho, el mismo informe presentado por la UFG, a través del Observatorio de Políticas Públicas (OPP), arroja que, en una encuesta reciente, el 70.7% de los salvadoreños ha tenido que modificar sus presupuestos familiares para hacerle frente a la inflación.
Esto se traduce en que, por ejemplo, un 75.3% de las familias haya dejado de comprar carne de res, mientras que un 40.3% ha optado por dejar de consumir pollo. Otros alimentos como los huevos o el queso también forman parte de esos productos que los salvadoreños han dejado de comprar los los altos precios.
Los datos del Informe de Situación País concuerdan con los presentados la semana pasada por la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC, por sus siglas en inglés), la cual señaló en un informe sobre Inseguridad Alimentaria que hasta un 66% de los salvadoreños tuvo dificultades para adquirir sus alimentos.
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Este dato, más allá de reflejar cómo las alzas de precio están afectando la economía familiar en el país, también demuestra que gran parte de la población está expuesta a la inseguridad alimentaria, pues de ese 66%, un 52% corresponde a familias que están en situación de estrés, el cual corresponde a la Fase 2 de la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC, en inglés) que establece la GNAFC.
Por su parte, el otro 13% y 1% corresponden a los salvadoreños que ya se encuentran en crisis o emergencia alimentaria, respectivamente, y se consideran en esa situación debido a que son familias que ya presentan cuadros de "desnutrición aguda alta o superior a la habitual o agotamiento acelerado de los medios de subsistencia. También recurren a estrategias de afrontamiento de crisis”.
Según ese informe de Inseguridad Alimentaria, la cantidad de salvadoreños que tuvieron dificultades para adquirir sus alimentos el año pasado alcanzó los 4.1 millones.