El panorama de la agricultura en El Salvador para el ciclo 2024-2025 no se augura mejor que el recién pasado, en el que se registró la peor cosecha de la última década, son solo 17.2 millones de quintales de granos básicos (maíz, frijol, maicillo y arroz), lo que marca un déficit cercano a los 8 millones de quintales para lo que corrientemente consume la población salvadoreña a lo largo de un año.
Para Luis Treminio, la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (CAMPO), el ciclo al que se está a las puertas será más complicado debido a las altas temperaturas que se han registrado en los últimos días en El Salvador, que son consecuencia de la influencia del fenómeno de El Niño.
“Debido al calor, la tierra se ha resecado más de lo normal. Hay zonas donde el suelo se ha hecho como desierto, incluso se ha fragmentado. La tierra necesita una dosis de agua para recuperarse y que vuelva a generar nutrientes adecuados para la siembra”, comenta Treminio.
VER: Daños en los cultivos | Altas temperaturas provocaron la pérdida del 18% de cultivos de maíz
Con eso en mente, no será posible comenzar a sembrar como siempre se ha acostumbrado en El Salvador, es decir, en los primeros días de mayo, con el inicio de las lluvias.
E incluso no es seguro que las precipitaciones comiencen a desatarse para esa fecha: debido al ahora omnipresente El Niño, es posible que el invierno se retrase.
Por eso, uno de los consejos de Treminio para el agricultor es que retrase a siembra algunas semanas, en lo que el clima mejora. Para el líder gremial, es el gobierno quien desde ahora debería empezar a conscientizar sobre el problema a los productores, quienes corren el riesgo de, un año más, perder sus cultivos si no cuentan con las precipitaciones adecuadas.
“Ya este es un tiempo en el desde el Estado se debe empezar a hacer esa labor de conscientización. Porque gente como nosotros no tenemos el alcance de todo un Estado. Eso es lógico”, dice Treminio.
Otra de las medidas que desde el Gobierno se deberían estar implementando, según Mateo Rendón, coordinador nacional de la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena, es el del reparto de semillas resistentes y diferenciadas para cada zona del país, lo que ayudaría a que los productores no pierdan su inversión.
Esto tiene sentido porque la zona oriental de El Salvador fue, por mucho, la que más pérdidas registró respecto a los cultivos de maíz en el ciclo agrícola 2023-2024, aglutinando el 75 % de los daños.
VER: La producción de granos básicos de 2023 fue la más baja en siete años en El Salvador
Es decir que tres de cada cuatro quintales malogrados corresponden a los departamentos de Morazán, La Unión, Usulután y San Miguel. Esto según los datos revelados por la Asociación Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (CAMPO), que hace un seguimiento al fenómeno a escala nacional a través de todos sus agremiados. La cifra total de pérdidas en maíz en El Salvador fue de 1.46 millones de quintales, el 9.8 % de lo producido, 14.9 millones.
La diferencia de los daños entre oriente y el resto del país es notoria: mientras los otros departamentos registraron la pérdida de en torno al 3 % del grano producido, en esta parte de El Salvador superó, en cada caso, el 24 %.
Los más afectados fueron Usulután (31%) y San Miguel (34%). Solo entre estos dos departamentos acumulan el 50 % de las pérdidas en maíz de todo El Salvador.
Según el presidente de CAMPO, Luis Treminio, una de las razones más importantes para que exista una diferencia tan notoria entre zonas es que los departamentos del oriente están, casi en un 100 %, en una zona conocida como el Corredor Seco Centroamericano, especialmente vulnerable a la falta de lluvias y para el que, desde 2018, organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), solicitaron a los gobiernos locales tomar medidas de contingencia.
Un problema que también se traslada a los industriales
La producción de alimentos está en crisis en El Salvador. Y esta se ha agravado en los últimos años. Si bien esto repercute en un aumento de precios, que afecta el bolsillo de todos los salvadoreños, fuera de las organizaciones que representan a los pequeños agricultores, como CAMPO o la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena, nadie parecía pronunciarse acerca de la situación.
En febrero lo hizo Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI). En el marco de la presentación de un evento sobre sostenibilidad, CRESA, su director ejecutivo, Jorge Arriaza, afirmó que la bajada en la producción de comida en El Salvador afecta, también al sector que representa, específicamente en lo relativo a la industria de alimentos, sobre todo en aquella que tiene vocación para el mercado internacional. Según el líder gremial, esta situación impide que este rubro, que ha evolucionado aceleradamente en los últimos años, pueda seguir creciendo.
“Uno de los principales problemas que tiene el sector de alimentos es precisamente la falta de materia prima. En lácteos, en granos, en fruta. Hay que recurrir a los otros países de la región para poder adquirir esa materia prima.
Muchas veces las exportaciones no crecen más porque no se tiene la capacidad de producir por ese tema”, comentó Arriaza.
John McCormack, director del Instituto de Acción Climática de la ASI y coordinador del CRESA 2024, señaló, por su parte, que un elemento importante en esta bajada en la producción nacional es el omnipresente cambio climático, que impide contar con condiciones atmosféricas precisas para que, por ejemplo, el grano crezca a sus anchas. La sequía del 2023, así como la posterior tormenta tropical Pilar, son los grandes ejemplos de un clima cada vez más extremo.
“Nunca vamos a olvidar, que uno de los impactos más grandes del cambio climático es en nuestra agricultura. Para mí el cambio climático es como aquella enfermedad que nosotros no la percibimos inmediatamente, pero que poco a poco nos va degradando”, dijo McCormack.
Mateo Rendón, coordinador nacional de la Mesa Agropecuaria Rural e Indígena, mira con buenos ojos la toma de posición de la ASI respecto a esta crisis en la producción de los alimentos, pues es una especie de “espaldarazo” para los representantes del sector agropecuario.
“Es interesante que ellos pongan eso en la mesa de debate. Porque es algo que no están haciendo otras grandes gremiales, como la ANEP (Asociación Nacional de la Empresa Privada) o CAMAGRO (Cámara Agropecuaria y Agroindustrial de El Salvador), que parecen estar bastante cómodas con la situación”, comenta Rendón.