A finales de abril, los diputados oficialistas de la Asamblea Legislativa aprobaron una ley que le permitirá al gobierno salvadoreño construir el Aeropuerto del Pacífico, un megaproyecto que prometió el presidente Nayib Bukele desde la campaña política en 2019, y que planea realizarse en el departamento de La Unión.
No obstante, y a pesar del posible beneficio que podría significar esa construcción en el oriente del país, ejemplos en países vecinos demuestran que un segundo aeropuerto no siempre atrae el flujo aéreo esperado y lejos de ser un proyecto exitoso podría ser un proyecto innecesario debido al tema del tráfico aéreo y volumen de operaciones en el país.
Un ejemplo claro de ello es el caso de la Ciudad de México, donde recientemente se inauguró el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), a solo una hora de distancia del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), y aunque los planes del gobierno eran que el primero ayudara a congestionar al segundo, lo cierto es que no ha tenido el recibimiento y uso esperado.
Según reportan medios locales, el aeropuerto, de hecho, está siendo subutilizado pues no recibe el tráfico de pasajeros que se proyectaban y porque estos pasajeros, en realidad, prefieren el AICM, por estar en una zona más urbana y cercana al centro de la capital.
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Esta situación podría replicarse en El Salvador, pues el Aeropuerto Internacional de El Salvador, ubicado en el departamento de La Paz, se encuentra en relativa cercanía con respecto a San Salvador, algo que es mucho más conveniente para los visitantes.
De hecho, el empresario salvadoreño, Roberto Kriete, afirmó en una entrevista dada a El Diario de Hoy en 2020, que la única razón por la que el aeropuerto Internacional en Comalapa es tan visitado es porque ahí funciona el hub de la aerolínea Avianca, es decir, un centro de conexión de vuelos que aumenta en gran medida la cantidad de operaciones con otras aerolíneas y aeropuertos.
En el caso del AIFA, en México, este aeropuerto no cuenta con un centro de conexiones y, a pesar de que está a solo 45 kilómetros del AICM, las aerolíneas no lo utilizan, algo que ha provocado que el gobierno federal intente limitar las operaciones del aeropuerto principal para otorgar más operaciones al nuevo.
Ya en la región centroamericana, también está el caso de los aeropuertos en Costa Rica, que en 2019 estaban subutilizados puesto que el aeropuerto más céntrico es el que mantiene la mayoría de operaciones y de tráfico de pasajeros.
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Según una publicación del periódico tico El Financiero, en ese año, el gobierno gastó poco más de $22 millones en dos terminales como alternativas al Aeropuerto Juan Santamaría, sin embargo, ni siquiera antes de la pandemia superaron los 10,000 vuelos por año.
Los motivos para un segundo aeropuerto
En el caso de la terminal aérea Felipe Ángeles de México, los motivos que llevaron a que el gobierno de ese país decidiera su construcción radican en el alto congestionamiento que ya tiene el AICM, algo que resume el consultor en temas aeroportuarios Fernando Gómez Suárez, quien recientemente habló con la periodista Gabriela Frías, de la cadena de noticias CNN.
Durante su intervención, el especialista hizo énfasis en la cantidad de vuelos y pasajeros que mueve anualmente el principal aeropuerto de la capital mexicana, el cual llegó a mover hasta 50 millones de personas en 2019, antes de la pandemia, por lo que el Felipe Ángeles era una alternativa para que se redirigiera hasta un 30% de ese tráfico hacia la nueva terminal, lo que equivaldría a unos 12 millones de pasajeros en su primer año de funcionamiento.
Sin embargo, la demanda comercial y la falta de aerolíneas internacionales interesadas en operar en ese aeropuerto no ha llenado las expectativas iniciales, y según apunta Gómez Suárez, ahora existe el riesgo de colisiones aéreas debido a la saturación de vuelos y cercanía de ambas terminales en el centro de México.
Además, agrega que para que ese aeropuerto funcione es necesaria la demanda comercial. “Los comercios requieren de tráfico y demanda de mercado, por lo que si no hay vuelos nadie, ni las aerolíneas invertirán en ese aeropuerto”, puntualiza el consultor.
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En ese sentido, y en relación con el segundo aeropuerto que se pretende construir en la zona oriental de El Salvador, Kriete dijo en 2020 que “es mejor tener un aeropuerto fuerte que dos aeropuertos débiles porque en la medida que tu le sacas vuelos a este aeropuerto y se lo pasas al otro estás debilitando el aeropuerto principal”.
Además, el aeropuerto en Comalapa, por el momento, no ha sufrido el grave congestionamiento y deterioro que, por ejemplo, sí ha experimentado el AICM de México, pues, de hecho, en febrero de este año la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) presentó la nueva terminal del Aeropuerto Internacional Monseñor Romero, el cual fue ampliado para soportar más tráfico de pasajeros.
De hecho, según los números que dio en ese contexto el presidente de la autónoma, Federico Anliker, con esta ampliación el aeropuerto principal del país tendrá la capacidad de movilizar hasta 5 millones de pasajeros por año, una cifra que duplica a la cantidad que hubo en 2021, cuando transitaron por esa terminal aérea hasta 2.5 millones de pasajeros. Esa ampliación tuvo un costo de hasta $56 millones.
Por ello, y ante esas obras de ampliación, las justificaciones para construir un nuevo aeropuerto no terminan de estar claras más allá de fusionar el proyecto con el otro que anunció el presidente Bukele en noviembre de 2021 cuando dio a conocer los planes para construir una Ciudad Bitcoin, la cual sería una metrópoli que contará con su propio puerto y su propio aeropuerto, según los planes del gobierno.
Sin embargo, la construcción de ese proyecto depende directamente de la emisión de los bonos respaldados en Bitcoin que también anunció el mismo Bukele. Sin embargo, el gobierno no ha brindado novedades sobre esa primera emisión, además de que el precio del criptoactivo atraviesa una tendencia a la baja.
Aún así y bajo el riesgo de que el aeropuerto en Comalapa pueda verse afectado como en el caso mexicano, el gobierno comunicó en marzo pasado que el proyecto se mantiene y, de hecho, confirmó que aumentaba el monto para los estudios de factibilidad de $1.9 a $2.2 millones, los cuales se desembolsarán en un período de tres años.
Asimismo, el gobierno también proyecta que el aeropuerto generaría hasta 4,700 empleos solo el primer año, y hasta 50,000 en 10 años.
Por su parte, ambientalistas han cuestionado el plan por el impacto medioambiental que significará para la zona donde se pretende construir, sin embargo, es algo que el gobierno niega.