La economía plateada es un novedoso concepto en el que el centro de las actividades son las personas mayores de 50 años. Brindar nuevas y mejores oportunidades para emprender y crear una fuente de ingresos. Y en El Salvador, su primera manifestación es Crecenta, un hub de negocios impulsado por la empresa Agrisal, con el apoyo de BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
No es un cliché decir que en las sociedades latinoamericanas se menosprecia al adulto mayor. Hay múltiples evidencias: edades límites para que alguien pueda obtener un seguro de salud o un crédito; o que entre más avanzada sea la edad, menos oportunidades habrá de obtener un empleo.
Incluso puede llegarse a ver como un peso. Sin embargo, el mundo está viendo todo un cambio de paradigma, debido a que los avances en la tecnología de la salud han incrementado la esperanza de vida. Por ejemplo, en los años, en El Salvador, esta rozaba los 50 años. Ahora es de 71. Quien llega a las cinco décadas de vida, por tanto, tiene por experimentar casi la mitad de lo que ya ha recorrido.
Según Ana Hernández, gerente de Innovación y Desarrollo de Agrisal, Crecenta cuenta con varios elementos para ayudar a este grupo poblacional. Primero, desde la parte más de la construcción del Talento Humano, en la que se brindarán talleres, capacitaciones, programas de educación y mentorías.
Segundo, desde la económica, con el indispensable apoyo financiero, la incubación de metodologías especializadas, la identificación de ideas relacionadas y el seguimiento. La idea no es que el emprendimiento nazca, sino que se le acompañe hasta que pueda volar con sus propias alas.
“Creo que el principal valor de este grupo poblacional es su inigualable experiencia. Por ejemplo, alguien que ha trabajado 30 años en una fábrica de zapatos tendrá un conocimiento especializado en ello, imposible de replicar por otras vías”, comenta Hernández, que añade que sería un error, por tanto, desperdiciar tanto potencial.
“Y tal vez esta persona siempre ha tenido una idea que, por diferentes circunstancias, no ha podido ver la luz. Lo que queremos es que lo hagan, que se dé un inicio en un momento que siempre se ha pensado como el fin de una vida laboral”, dice la gerente de Innovación y Desarrollo de Agrisal.
No es un tema de caridad. Es, más bien, una apuesta de futuro que puede traer grandes resultados para la economía de un país. Es, en suma, una necesidad.
Al envejecimiento de la población se la ha considerado un problema de nuestro tiempo a la par del Cambio Climático. Y El Salvador no está exento de ello. El mundo cambia. Por ejemplo, en la década de los 80, las personas mayores de 50 años conformaban el 5.6% de la población del país. En 2024, la tasa se ha duplicado, llegando al 12 %.
La tendencia se profundizará con el tiempo: debido a que El Salvador está viviendo una saludable reducción de su natalidad (una pareja está teniendo 1.8 hijos), se calcula que para el 2060, hasta un 28 % de la población tendrá más de 50 años: habrá más adultos en esta edad que niños menores de 10 años.
Crecenta se fundará, para darle una respuesta a la necesidad, en cuatro pilares: la educación y la capacitación, la conexión intergeneracional, las habilidades y el conocimiento digital, y el apoyo financiero. La idea es apoyar a negocios en sus fases iniciales, pero no se descarta a aquellos que ya iniciaron su andar.
“Trabajar para siempre”
Como ya se dijo, El Salvador no es un país que trate con dignidad a sus adultos mayores. Desde muchas esferas, incluso la estatal, se le margina. ¿Cómo se puede tener éxito en una idea como Crecenta?
Para Ana Hernández, gerente de Innovación y Desarrollo de Agrisal, la respuesta está en no ser una voz que clama en el desierto, en crear comunidad, en que las personas adultas mayores generen un frente común a través de la iniciativa. También en que muchas más empresas y entidades se sumen al esfuerzo, con el objetivo de darle cabida a las ideas.
Uno de los grandes énfasis de Crecenta será el de la innovación. Y, para ello, se pretende que quienes participan en el hub sean capaces de darle un giro a su idea. Esto es porque, en sus estudios previos, se han dado cuenta de que muchas de las iniciativas se inscriben en un tipo de emprendimiento tradicional, que puede ver impedida su evolución si ese mercado se encuentra saturado. Pero, en un país como El Salvador donde pensionarse es un lujo (la mayor parte de la población trabaja en la informalidad), ¿cómo puede ser atractiva la idea de no contemplar un retiro?
Hernández es consciente del país en el que actúa. Por ello, hace un matiz y reconoce que toda actividad debe estar regida por un propósito. En este caso, una persona mayor de 50 años debe contemplar esta oportunidad para asegurarse un retiro digno, cuando ya las fuerzas efectivamente ya no dan para trabajar. Eso, en un país como El Salvador, donde la vejez está desprotegida, es de vital importancia.
“No se trata de tener que trabajar para siempre. Se trata de que el adulto mayor de 50 años tenga opciones de hacer lo que quiere”, comenta Hernández.
Otras experiencias exitosas
El camino emprendido por Crecenta no será a ciegas, gracias al apoyo de BID Lab, que ha tenido otras experiencias en Latinoamérica apoyando la Economía Plateada.
Según Ana Hernández, de Agrisal, uno de los países en los que esa entidad colaboró y que ha tenido más éxito es Uruguay, que ya vive en el futuro: actualmente, el 28 % de su población es mayor de 50 años. Por lo tanto, ya se enfrenta a los retos que El Salvador tendrá en más de tres décadas.
Lo ha hecho a través de un hub parecido a Crecenta llamado Pensar en Grande, en el que, además de BID Lab, es impulsado por las organizaciones Endeavor Uruguay y Xenior, aceleradoras de negocios.
Pensar en Grande ha generado exitosos emprendimientos creados por mayores de 60 años que también pueden estar dirigidos a sus compañeros de generación, como Nudaprop, que permite a un adulto mayor vender su propiedad a una persona que lo ocupará en un futuro, por lo que puede contar con liquidez sin tener que mudarse.