“Yo no sabía poner un foco, ahora soy electricista”, señaló con una sonrisa Blanca Estela González Henríquez, mientras sostiene a su hija recién nacida en brazos el día de su graduación en el programa AES Mujer.
Entre las más de 100 graduadas con guayabera de trabajo, Blanca llamaba la atención al cargar en brazos una bebé de tres semanas de nacida, cubierta con una manta rosa.
La joven madre detalló que los últimos meses habían sido un verdadero sacrificio, debido a que ella empezó sus estudios como electricista profesional estando embarazada.
Esa decisión ocurrió previo a que ella tuvo complicaciones de salud por lo que los médicos la enviaron a Ciudad Mujer para ser atendida por especialistas, en donde además del cuidado sanitario, también la orientaron para retomar su educación con cursos libres; fue así como comenzó su aprendizaje sobre electricidad.
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“Para mi ha sido un reto, porque estar embarazada no es fácil y he tenido dificultades en los últimos meses. Le doy gracias a Dios, mi pareja y las instituciones que lo hicieron posible, me costó, no les voy a negar”, afirmó Blanca.
Su día empezaba a las 3:00 de la mañana para alistarse, comer y llegar a tiempo a clases; cada sábado Blanca hacía un recorrido de dos horas para trasladarse desde Tepecoyo hasta ITCA-FEPADE, en Santa Tecla.
“Al principio yo decía qué voy a hacer si yo soy bachiller de general, y nunca me habían gustado ni los números. El primer día yo sentía eso en chino y se lo comentaba a mi pareja, pero él me decía que no me diera por vencida porque me iba a servir de algo”, recuerda Blanca.
Debido a que éste es un oficio ejercido en su mayoría por hombres, Blanca recibió comentarios desalentadores de las personas que la rodeaban, argumentando que podía ser muy peligroso trabajar con electricidad y debía tener más reposo.
“Yo digo que a la electricidad hay que tenerle respeto, no miedo. Yo no sabía cómo poner un foco, al principio la gente me decía no te da miedo te puedes electrocutar”, comenta la joven madre.
Blanca no tenía experiencia laboral, debido a que se había dedicado al cuidado de su hija mayor y a su hogar, pero ahora está incentivada a buscar opciones que le permitan generar un ingreso para su familia.
“Me costaba andar en buses, los vómitos, no caber en el pupitre era lo más terrible, pero gracias a Dios me gradué, pero fue muy bonita la experiencia”, expresa.
Ahora la electricista de cuarta categoría certificada sostiene que esperará encontrar otro curso similar para seguirse preparando en el área “hasta llegar a primera categoría, a veces la gente dice que es aburrido, pero es muy bonito”.
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Esta promoción estuvo cargada de mujeres decididas a salir adelante, entre madres solteras, embarazadas, jóvenes y otras de edad más avanzada, pero también de mujeres que antes de terminar el curso comenzaron a ejercer la profesión; así, lo confiesan los grupos de compañeras que se brindaron apoyo entre todas para no rendirse en el proceso.
“Yo aprendí en Ciudad Mujer que uno tiende a criticar y nos señalamos entre nosotras, eso es malo porque todas pasamos un proceso diferente, depende de muchas cosas, pero yo motivo a otras mujeres a que sigan adelante que no dejen los estudios como lo hice yo”, agregó Blanca.
A través de las diferentes alianzas de AES El Salvador y el Proyecto Habilidades para el Empleo de la Agencia USAID, permitió que esta promoción tuviera clases complementarias para especialización en diseño y montaje de sistemas fotovoltaicos o automatización para el control de motores eléctricos, maximizando sus oportunidades de integrarse al mundo laboral.