Según los datos actualizados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), hasta el 20 de febrero del presente año, hay 6.1 millones de personas en el territorio nacional aptas para votar en las elecciones de 2024, sin embargo, la información no aclara si todos tienen DUI vigente.
La mayoría de posibles electores se concentra en los departamentos de San Salvador, Santa Ana, San Miguel, La Libertad, Usulután y Sonsonate.
En El Salvador, la mayor parte de los ciudadanos que podrían ejercer el sufragio el próximo año, rondan entre 40 a 59 años de edad, que representan el 33% del total del electorado; seguidos de la franja de quienes tienen de 60 a 99 años. El TSE revela que en el extranjero ese segmento poblacional de 40 a 59 años de edad es mayor, ya que equivale al 45.8% de los votantes.
Mientras que en el país, San Salvador concentra la mayor parte de ellos, específicamente en los municipios de Soyapango y Mejicanos. En orden descendente le sigue La Libertad, en las localidades de Santa Tecla, Colón y San Juan Opico; así como la cabecera de San Miguel.
El peso poblacional del voto es un “fenómeno sociológico” que ha recaído en las últimas elecciones en el grupo de salvadoreños comprendido entre los 40 a 59 años de edad o más, refiere el exmagistrado del TSE, Eugenio Chicas. Así lo informa también la memoria de labores del Tribunal Electoral correspondiente a los comicios de 2021.
En esa jornada electoral, los ciudadanos cuyas edades oscilaban entre 40 a 59 años fue la población que más votó.
Según el TSE, fueron 1.8 millones, lo que representó el 32.74% de la votación general, luego le siguió el grupo poblacional de los que tienen entre 30 a 39 años de edad, de éstos votaron 1.1 millones, significando el 20.59% del electorado. La mayoría fueron mujeres.
Para tener una idea de cuánto incide este segmento de la población en las elecciones, se pueden considerar los datos que tiene el TSE de los comicios de 2021.
Por ejemplo, en San Salvador el cuadro estadístico de votación general señala que las personas de 40 a 59 años son las que más votaron y así igual en el resto de departamentos del país.
Sólo en San Salvador se registraron 749,585 votantes, de los cuales, 282,339 fueron personas cuyas edades oscilaron entre 40 a 59 años. De ese total, 161,027 fueron mujeres y 121,312 hombres.
Un dato característico tanto en 2021 como en el cuadro estadístico de DUI autorizados por el TSE para 2024, es que las mujeres siguen teniendo el peso más importante de los electores.
Más allá de datos fríos
Los datos a simple vista pudieran no tener mayor incidencia, pues aunque el Tribunal Electoral tiene registrados a 6.1 millones de salvadoreños aptos para emitir el sufragio en 2024, no necesariamente todos acuden a las urnas.
De un padrón electoral compuesto por 5.4 millones en 2021, solo votaron 2.6 millones de ciudadanos, según el estadístico de votación general publicado por el TSE en su memoria de labores.
Además, hay factores que no existían en las elecciones presidenciales de 2019 que ganó Nayib Bukele y las legislativas y municipales de 2021, en donde el partido oficialista Nuevas Ideas obtuvo una correlación mayoritaria en la Asamblea Legislativa.
El exmagistrado Chicas relató a El Diario de Hoy cuáles son los componentes que en la próxima contienda electoral podrían dar un revés a las expectativas positivas que tiene el gobierno y de allí la relevancia que para el Ejecutivo y los diputados de Bukele tiene el voto en el exterior.
El panorama ahora es contrario a lo que ocurrió en 2019 y 2021, dice Chicas, ya que él asegura que durante la campaña electoral de ambos años, algunos sectores pandilleriles no dejaban entrar a otra fuerza política que no fuera Nuevas Ideas o GANA.
“De allí (2019) para acá se identifican sectores que tienen postura divergente, las familias de los privados de libertad, 104,000 privados de libertad, eso hace una masa familiar que puede considerarse de medio millón de familiares de electores, en general, se considera que es una población que más allá de cualquier propaganda y de cualquier consideración que sus familiares sean delincuentes o inocentes, se consideran atropellados, vulnerados, maltratados por la política gubernamental. Ahí hay una masa que es previsible que voten diferente”, expresó el exfuncionario.
Otro sector que considera golpeado por las políticas gubernamentales son los agricultores, a quienes el Ejecutivo prometió reactivar inyectándoles más de $650 millones, pero de ese fondo “a la fecha un dólar no le han puesto”, recalcó Chicas.
“Esos sectores resienten, eso genera la falta de una estrategia alimentaria en el país, producto del golpe que han recibido los productores”, señaló y añadió que igual situación aqueja al sector cafetalero.
En mayo de 2021, la Asamblea aprobó un Fideicomiso para la soberanía alimentaria y rescate agrícola, pero hasta abril de 2022, nada de ese dinero había llegado al sector.
En 2021, la Asamblea también aprobó otro Fideicomiso por $640 millones para el sector cafetalero, pero hasta el año pasado, los caficultores se han quejado que seguía siendo “letra muerta”.
El financiamiento era parte de un Plan Maestro que se anunció desde el inicio de la administración Bukele, pero que es desconocido para los sectores productivos.
La problemática de los transportistas, con el encarcelamiento de uno de sus dirigentes, Catalino Miranda y dejar sin alternativas al sector informal del comercio, también tendrá incidencia en las votaciones, aseguró Chicas.
“Ese sector no está contento porque las opciones ofrecidas por el gobierno no son tal, es la gente que se ha ido a su casa y con miedo de que si protesta le aplican el régimen de excepción”, cuestionó.
Todo esto hará que exista una recomposición del electorado a favor del partido oficialista, insiste Chicas. Asegura que los niveles de simpatía hacia el Ejecutivo y los diputados no serán los mismos que se tuvieron en 2019 y 2021.
Para la experta electoral, Ruth López, es difícil predecir lo que pasará tomando en cuenta que los de 40 a 59 años podrían marcar las elecciones. A su juicio, falta medir con encuestas otros parámetros, sin embargo, señala que las perspectivas electorales ya no se determinan por grupos etáreos ni por género, sino “en función de los sentimientos, por la cantidad, por la subjetividad que llevan las campañas electorales”.