Hace más de 15 días Comasagua, en La Libertad, amaneció rodeado de militares y con retenes en las calles para registrar a pasajeros del transporte público a quienes les pedían levantar sus camisas y tener DUI en mano.
Las autoridades de seguridad anunciaron el pasado 3 de octubre 2022 que 2,000 soldados tenían la misión de buscar y capturar a pandilleros que operan en la zona, en especial a los de la clica Witmer Locos Salvatruchos, del programa Libertad de la MS-13, a la cual se le atribuyó el asesinato de Marco Antonio Pérez Henríquez, un mandador de finca que no había pagado la extorsión a los pandilleros.
Dos semanas después de esa medida, El Diario de Hoy visitó nuevamente Comasagua y constató que la presencia de militares ha disminuido. Sobre la carretera ya no hay ningún retén. En la entrada del municipio solo hay unos conos, pero sin soldados custodiando. En el casco urbano se pueden observar pequeños grupos de soldados platicando, caminando o descansando.
Si bien hay pobladores que prefieren vivir con el régimen de excepción y ahora con el cerco militar, también les genera algún temor de ser capturados por equivocación
Y a pesar de la militarización y las imágenes de capturas en la zona, se confirmó que para algunos habitantes la situación no ha cambiado. Las pandillas continúan cobrando la extorsión en algunos cantones, pese a la presencia de soldados, pues han cambiado su forma de operar. Ahora son más sigilosos y pretenden pasar desapercibidos con su forma de vestir, caminar e incluso hablar, relatan vecinos.
Pedro (nombre ficticio), un vendedor ambulante de productos de primera necesidad, quien recorre varios cantones de Comasagua, cuenta lo que ha observado.
Considera que el régimen de excepción ha funcionado para capturar a pandilleros, pero expresa que sigue sufriendo por el cobro de “la renta” de parte de ambas pandillas.
Cuenta que en la colonia Bello Horizonte sigue pagando 20 dólares mensuales a la MS-13 para ingresar y ofrecer su producto sin que lo maten.
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Agrega que en el cantón La Shila paga otros 15 dólares a la pandilla Barrio 18. Ambos lugares son aledaños y están custodiados por los soldados. “En la Shila todavía estoy pagando porque ahí no han agarrado a los bichos. Ellos dan fecha para pagar y yo no me les ando negando”, expresó.
Pedro manifiesta sentirse inconforme por pagar la extorsión, pero que lo seguirá haciendo mientras no capturen a los pandilleros.
En la Hacienda Cooperativa El Sitio es el tercer lugar donde también Pedro tiene que pagar extorsión, pero ahí no visita tanto porque sale muy caro pagar tres veces el mismo día.
“Yo a los policías del pueblo no les tengo confianza, uno los conoce, uno sabe de ellos, no les tengo confianza”, manifestó, haciendo alusión a que no puede denunciar a los pandilleros porque probablemente los policías locales tienen vínculos con la pandilla.
También un soldado confirmó que aún andan varios pandilleros sueltos en la zona. “Todavía andan unos por ahí que no han caído. Solo llegan a su casa a traer abastecimiento y de ahí huyen de nosotros. Andan en la montaña, pero al rato van a caer”, declaró el militar que mantiene custodia en la colonia Bello Horizonte.
El soldado también sabe que los pandilleros siguen cobrando “la renta” y que la misión del Ejército es con ellos. “Como Fuerza Armada es nuestro deber. Si un día se suelta un conflicto armado como el que pasamos, ahí habrá soldados en las calles. El soldado en tiempo de paz se prepara para una guerra, cumple la misión esté lloviendo o aguantando hambre”, expresó.
Otra ciudadana que solo se quiso identificar como María vive en el barrio El Calvario, en el casco urbano.
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Ella vendió su casa en la colonia Bello Horizonte por temor que las pandillas reclutaran a su hijo o que lo asesinaran por no querer ser parte de ellos. Vivió más de diez años en la colonia observando como los pandilleros se fueron agrupando cada vez más, hasta al punto que parecían un "ejército armado" cuando hacían sus reuniones en la cancha de fútbol del lugar. Recuerda que los pandilleros armados se mantenían en posiciones estratégicas de la comunidad para tener el control. No permitían que ingresara nadie que no fuera de la colonia y para defender los límites de su territorio de ataques de la otra pandilla.
“Alguien se fue a refugiar a la colonia y formó el grupo de mareros y así se fue creciendo esa plaga. Por mí que continúe el régimen. Son tres cosas que les espera a los pandilleros, muerte, hospital o cárcel”, manifestó María en tono molesto.
La mujer dice que esta a favor del régimen porque se cansó de vivir con el miedo que le genera los pandilleros, pero que las autoridades tienen que poner más atención a las detenciones que se han realizado sin una investigación previa. “En esto del régimen hay casos que no son, las investigaciones tienen que hacerlas antes”, concluyó.