Ahuachapán tiene lugares encantadores que cautivan a quienes los visitan, y estas vacaciones por las Fiestas Agostinas es una buena oportunidad. Algunos, incluso, guardan una historia que cuando las conocen, se retiran aún más cautivados.
Dichos lugares son una opción para los salvadoreños; principalmente para aquellos que, desde la capital, desean salir de la rutina.
Conozca cuatro lugares que se vuelven una opción para esta temporada.
Están a menos de diez minutos de Atiquizaya; específicamente en el cantón Zunca. Están formadas por uno de los 27 manantiales que posee el municipio; pero pocos saben, de acuerdo a la historia que cuentan los mayores, que su origen fue producto de lágrimas derramadas por un pueblo, pokomanes, ante la muerte de dos príncipes, a quienes no les permitieron estar juntos por envidia de un pariente.
El turicentro cuenta con cuatro piscinas; pero del costado poniente de la más grande es donde brota el agua que permite abastecer a las demás.
La historia narra que la princesa Agüijuyo se enamoró profundamente del príncipe Zunca, quien era muy apuesto, alto y de cuerpo musculoso.
Ella, en cambio, era morena y de cabello lacio. Las diferencias físicas no fueron obstáculos para que ambos se enamoraran, lo que no era aceptado por el hermanastro de la princesa, llamado Garucho.
Su envidia se debía a que los padres de ambos, según él, mostraban gran aprecio por el príncipe Zunca que era una persona de buenos modales.
Esto contrario a los sentimientos del hermanastro de la princesa, que era rebelde y con mucho odio en su corazón pues, incluso, comenzó a difamar a la princesa y a poner en duda su virginidad.
Fue entonces que sus respectivos padres optaron por encerrarlos, cada uno por su lado; y fue ahí donde comenzó la tragedia.
A la medianoche, cuando la luna estaba llena, Agüijuyo y Zunca, “dieron su último suspiro de amor y murieron de tristeza” porque los habían separado hacía ya varios días.
El príncipe Garucho se conmovió tanto por la escena de ambos jóvenes muertos que tuvo que aceptar que sus palabras eran una farsa.
“Toda la tribu comenzó a llorar por la injusticia cometida; de tanto que lloraron y que derramaron esas lágrimas que ya no pudieron hacer nada, fue que se formó este lugar”, cuenta la historia.
En el lugar hay una escultura de la princesa que fue construida hace más de una década, en representación de la princesa Agüijuyo.
La piscina donde está el nacimiento de agua mide 15 metros de ancho, 35 metros de largo y tiene dos metros máximos de profundidad.
Es tanta el agua que brota que todos los días dejan ir el líquido de todas las piscinas, que se vuelven a llenar en tres horas.
No hay fecha exacta de cuándo las piscinas fueron construidas; pero personas de noventa años narran que de pequeños aprendieron a nadar en ellas.
La vertiente, tras abastecer a las piscinas, se unen al río San Antonio, que finalmente va a dar al río Paz.
Está ubicado siempre en Atiquizaya, a 25 minutos de la ciudad. Cuenta con tres cascadas de aguas termales que caen desde más de doce metros de alto; además tiene una poza de color turquesa.
Su máximo atractivo son las tres corrientes de agua, situadas entre formaciones naturales de rocas y abundante vegetación.
Malacatiupán significa en náhuatl templo redondo. Al igual que las piscinas de Agüijuyo, tiene una historia.
Esta narra que era utilizado por los Pocomames para realizar rituales. Además cuentan que se desarrolló en el lugar “El cuto partideño”, que es una “historia de amor y tragedia”.
Según la tradición oral, hace años existió un joven llamado Juan, quien se enamoró de una bella mujer conocida como María.
Cada día, ella viajaba desde su casa hasta el Salto para dejarle almuerzo a su padre. Juan esperaba con ansias aquella hora para poder verla.
“Ella era bella y los terratenientes la deseaban, un día uno de ellos pidió a María como regalo de cumpleaños, él quería su virginidad. Entonces la mandó a raptar, la violó y la mató”, narra la historia.
Cuando Juan se dio cuenta de la muerte de María, dio filo a todos sus corvos y empezó a pelear con los terratenientes. También robó todas sus pertenencias y las repartió entre las familias más pobres. No obstante, algunas de las joyas, adornos y dinero que le sobraron fueron escondidas en una cueva que está cubierta con la corriente de la tercera cascada de Malacatiupán.
Se dice que hasta la fecha nadie ha podido encontrar el tesoro y que sigue escondido esperando a una persona valiente para ser recuperado.
Una de las peculiaridades del Salto es que la segunda y tercera cascada están divididas por una roca, cuya apariencia se asemeja al rostro de un mono; por ello, algunas personas señalan que debería de llamarse el salto del mono.
Ahuachapán no es conocida como la capital geotérmica de Centroamérica en vano ya que cuenta con 135 ausoles; algunos de ellos son utilizados para la generación de energía y otros como sitios turísticos que son visitados por cientos de personas cada año.
Los ausoles se vuelven un sitio interesante para visitar durante las fiestas agostinas ya que en algunos, incluso, las personas pueden cocinar, al vapor, sopas o elotes, entre otras comidas.
En otros puntos, en los patios de viviendas se ubican los ausoles. Por ejemplo en las proximidades de LaGeo, en el cantón El Barro.
Los visitantes pueden apreciar las diferentes facetas que posee una vena volcánica, o comúnmente conocido como ausol. Entre ellas está la presión, los gases azufrados y agua en ebullición.
Los turistas, además, pueden disfrutar de un baño en el río Agua Caliente, que es un afluente de aguas frías que nace en las faldas de los cerros de Concepción de Ataco; pero cuando pasa por la zona, en un tramo de un kilómetro de longitud, se combina con el líquido caliente y azufrado.
Ahuachapán cuenta con el ausol más grande de toda la región, con un diámetro de 70 metros y una profundidad de 20 metros.
El mismo, conocido como Santa Teresa, es una vena volcánica que pasa activa, con su ebullición, los 365 días del año y que su temperatura oscila entre los 300 y 350 grados centígrados.
Cada año es visitado por un promedio de 60 mil personas, de acuerdo a registros de los hoteles que se ubican en la zona, también del cantón El Barro.
El mismo explotó en 1989, generando la muerte de al menos 32 personas que residían en la zona.
Ahora se ha convertido en uno de los principales atractivos pues está a siete kilómetros de la ciudad.
La formación de los ausoles es un proceso continúo en la cabecera departamental ya que hace siete años, aproximadamente, surgió uno nuevo, ubicado en el cantón Suntecumat, a 1,050 metros sobre el nivel del mar.
Su altura lo hace propicio para que las personas que transitan sobre la carretera Panamericana, en el tramo de la hacienda La Labor hacia la ciudad, lo puedan visualizar, y por las noches, principalmente, registra explosiones.
Su característica principal es la expulsión de vapor; sin embargo, en época de invierno, sus alrededores permanecen con agua.
A 13 kilómetros de la ciudad de Ahuachapán, o un promedio de 20 minutos en vehículo, se encuentra el sitio turístico natural Los Encuentros. Se ubica exactamente en el cantón Santa Cruz y es un sitio limítrofe entre El Salvador y Guatemala.
El nombre Los Encuentros no se debe a que está entre ambos países; sino que es el punto de unión del río Grande, del municipio de San Lorenzo, y el río Pululá, que nace en el departamento de Jutiapa, Guatemala. Además el sitio es alimentado por pequeños riachuelos.
Esta opción es de las más económicas que los turistas pueden disfrutar para las fiestas agostinas.
Un promedio de 20 familias residentes del lugar se organizan para atender a los turistas en frescas ramadas, que cuentan con energía eléctrica para que la estadía de las personas se extienda hasta tarde-noche.
Ofrecen una variedad de platillos, aunque lo fuerte de la zona es la sopa de gallina india y pescado.
Para visitarlo Los Encuentros en transporte colectivo, las personas deben de abordar en la zona norponiente del parque Francisco Menéndez, el microbús de la ruta 11 que va hacia la frontera Las Chinamas.
Dichos microbuses lo dejarán en el lugar conocido como desvío al cantón Santa Cruz, desde donde deberán caminar cerca de 5-10 minutos, dependiendo la facilidad para caminar, para llegar a Los Encuentros.
En vehículo particular es la misma ruta. Los conductores no deben preocuparse por el estado de la calle ya que hay partes pavimentadas y otras son de terracería.
14 hoteles (con sus respectivos restaurantes) esperan por los visitantes en la cabecera departamental de Ahuachapán; entre ellos está la Casa de Mamapan, en el centro de la ciudad, y Termales de Santa Teresa, que ofrece una gran variedad de atractivos a base de los ausoles.
38 restaurantes están disponibles al público. Ofrecen una variedad de comida, como mexicana, típica nacional, y gourmet
15 sitios turísticos están diseminados en el municipio; entre ellos está el río Paz, que es una frontera natural entre Guatemala y El Salvador.
8 plazas gastronómicas funcionan en Ahuachapán, como Las Arboledas, Maquilishuat y El Espino