Un gran porcentaje de salvadoreños quiere irse de su país en los próximos tres años. Más allá de la narrativa triunfal del enorme aparato comunicacional del gobierno, casi un tercio de personas no ven un futuro claro en El Salvador.
Según el estudio “Cultura política de la democracia en El Salvador y en las Américas 2021: Tomándole el pulso a la democracia”, un 32% de los salvadoreños manifiesta su intención de irse del país en los próximos tres años. Este estudio fue elaborado por el Barómetro de las Américas de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos y presentado en mayo.
Este es el segundo registro más alto desde que se mide la intención de migración en 2004. En ese momento, 29% de los salvadoreños consideraba irse. Únicamente la medición de 2016 muestra más personas que no quieren quedarse en El Salvador: un 36%.
Es decir, una de cada tres personas aspira a salir del país en los próximos tres años.
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Al revisar los resultados por edades, el resultado es aún más preocupante. De las personas entre 18 y 25 años, un 43.5% aspira a abandonar El Salvador. Es decir, cuatro de cada diez salvadoreños que apenas inician su vida adulta ya aspiran a migrar.
¿Por qué se van los salvadoreños?
El fenómeno migratorio no es nuevo en El Salvador. De hecho, es un país cuya identidad se ha construido en gran parte a raíz de la interacción entre quienes residen en el país y la enorme diáspora. La economía y más recientemente los vaivenes políticos giran en torno a la vinculación de quienes salieron y quienes permanecen.
Pero las razones parecen variar. Hace unas décadas, la persecución autoritaria llevó a miles a refugiarse fuera. Este fenómeno mermó considerablemente, casi al punto de ser insignificante, con la venida de la paz y la aspiración de construir una nación democrática.
El factor que hasta hoy predomina es la falta de oportunidades económicas. Según Barómetro de las Américas, 41% de quienes quieren irse lo desean porque no ven un futuro próspero. Con el advenimiento de la pandemia de covid-19, el impacto de los cierres de la economía y las pérdidas masivas de empleo, este porcentaje puede no disminuir.
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Le sigue a esta razón la falta de oportunidades académicas, con un 15%. En un lejano tercer lugar se encuentra la cifra de los que buscan salir de El Salvador por reunificación familiar (7%) y le siguen los que temen la inseguridad (4%). Quienes quieren huir por razones políticas solo integran el 0.5% de la muestra.
Violencia estatal
Si bien las razones políticas son casi insignificantes en la medición, esto puede cambiar en el futuro cercano.
Según Celia Medrano, defensora de derechos humanos, a las usuales causas de la migración, a decir la economía y la violencia, “se suma ahora la violencia estatal”, es decir que hay salvadoreños que quieren huir —o lo han hecho— del Estado mismo.
Medrano dijo a El Diario de Hoy que “se ha elevado considerablemente el número de solicitantes de refugio y asilo de origen salvadoreño, principalmente en Estados Unidos y México”. Reino Unido también dio cuenta recientemente de un alza significativa en solicitudes de asilo. Antes de 2017, el Reino Unido recibía menos de 40 solicitudes de asilo al año de salvadoreños y en 2021 la cifra fue de 703.
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Recientemente, se ha conocido que al menos cuatro periodistas salvadoreños han tenido que salir por temor a represalias por sus coberturas. Además de las mordazas a la prensa, hay hostilidad y amenazas a actores de la sociedad civil críticos del gobierno.
Celia Medrano lamenta que ante esta situación, los países más desarrollados no abordan integralmente las causas del éxodo de salvadoreños.
“Tomar medidas unidireccionales dirigidas a evitar la entrada de migrantes que llevan la intención de acogerse a protección internacional deja posiblemente sin atender que estas personas huyen para proteger su vida y su integridad, lo que no dejarán de intentar si sus gobiernos no les garantizan protección o son los causantes directos del riesgo en que se encuentran”, expresó.
José Marinero, presidente de la Fundación Democracia, Transparencia y Justicia (DTJ), advierte que El Salvador puede experimentar lo que han pasado otros países que han recorrido una senda autoritaria: al cerrarse las oportunidades, miles seguirán yéndose cada año.
Asimismo, lamenta que al igual que en la guerra, entre los miles de migrantes también habrá quienes son “expulsados por la represión y persecución desde el Estado”.
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Fuga de talentos
Marinero también avizora una peligrosa fuga de talentos que, considera, traerá al país grandes costos económicos. “Esto es otro ejemplo de cómo el daño que este aprendiz de tirano ha hecho en dos años y medio le tomará al país muchos años repararlo”, lamenta.
Rommel Rodríguez, coordinador del área de Macroeconomía y Desarrollo de Funde, explica que la fuga de talentos y cerebros supone “una pérdida para las economías en vías de desarrollo”. Esto, añade, se debe a que “las personas que migran hacia otros países por razones económicas, conflictos político-militares o por falta de oportunidades, y que son mano de obra cualificada, no aportan en mejoras a la competitividad y la productividad” del país del que salen.
El círculo parece vicioso y peligroso. Un país sin oportunidades y peligroso expulsa a sus talentos. Su ausencia golpea la economía, la competitividad y la productividad. Y esto, a su vez, puede empujar a más salvadoreños a querer escapar.