Los trastornos alimenticios suelen presentarse en la etapa de la adolescencia; sin embargo, en los últimos años expertos en salud y educación han observado un incremento de estos problemas entre estudiantes a nivel universitario.
Gerardo Ordóñez, fundador de Compassion International y actual director de Salud Integral y Bienestar Estudiantil del Tecnológico de Monterrey, sostiene que la presión de la vida universitaria está complicando estos problemas en los jóvenes.
“En el mundo estudiantil sin dudas tenemos un problema de desórdenes alimenticios muy grande, al investigar un poco encuentras una raíz emocional no tratada y la segunda parte tiene que ver con soledad”, detalló el maestro en comunicación intercultural.
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Ordóñez sostiene que en la actualidad hay importantes investigaciones y estadísticas que hablan sobre la soledad.
“La generación Z es la que tiene mayores niveles de soledad e incluso mayor que las personas jubiladas, de acuerdo a los estudios, es bien importante entender esto porque estamos en un mundo de redes sociales hiperconectados, pero a la vez desconectados del contacto personal”, señaló Ordóñez.
En el entorno de la vida estudiantil, entre mayor presión académica y el distanciamiento del hogar, la joven persona puede chocar con problemas de aprendizaje, baja autoestima y ansiedad, desencadenando otros trastornos visibles.
Los trastornos alimentarios se llegan a desarrollar cuando los estudiantes tienen la necesidad de sentir control sobre un ambiente estresante canalizando a través de la restricción de la comida, llevando el ejercicio a límites y un enfoque poco saludable sobre el peso corporal.
Salud mental: “¿un desafío individual o colectivo?”
“Desordenes alimenticios, soledad y cuestiones de ansiedad o depresión son los que se están encontrando con mayor frecuencia entre los estudiantes”, detalló Ordóñez, quién sostiene la necesidad de hablar sobre las emociones y los sentimientos de las personas.
“A veces la ansiedad, depresión o estrés son la respuesta normal del cuerpo a una situación anormal, el problema no son las reacciones sino que se vuelvan una situación crónica o incontrolable como el estrés”, dijo el especialista mexicano.