“Busco una oportunidad”. Con estas palabras cargadas de esperanza en el Creador y en la buena voluntad de los salvadoreños, Brenda González lleva meses buscando un donante de riñón, debido a que ella tiene un daño renal de etapa cinco (terminal) y necesita urgentemente recibir un trasplante.

La Asamblea Legislativa aprobó en abril 2022 una Ley Especial sobre Trasplantes de Células, Tejidos y Órganos Humanos, que no solo incluye la donación viva, sino también de personas fallecidas. En teoría, ya está vigente desde octubre 2022, tras su publicación en el Diario Oficial, según nota web del Ministerio de Salud. Pero autoridades de Salud indicaron a Brenda que esta ley “no estaba siendo aplicada” porque no cuentan con el equipo y materiales necesarios.

Para Brenda, la vida le ha presentado múltiples dificultades, debido a que cuando solo tenía 15 años se le detectó Lupus, una enfermedad que afecta principalmente las articulaciones, tejidos y otros órganos.

En el caso de Brenda, la enfermedad aparentemente se encontraba bajo control; sin embargo, cuando estaba a punto de titularse como psicóloga presentó nuevos síntomas que ella relacionó con el estrés, pero después de varios análisis se determinó que su cuerpo presentaba daño renal.

Aunque la situación ya era bastante difícil, los médicos sumaron una nueva preocupación al caso; se determinó que Brenda había nacido solo con el riñón derecho. En cuestión de tiempo sufrió un colapso y pasó de ser paciente etapa 3 a etapa 5 a principios de 2020. En este momento inició su proceso de hemodiálisis y la búsqueda de un donante de riñón.

Una tarea que no ha sido nada fácil. Brenda tuvo que reacomodar su vida en torno a las nuevas necesidades y limitaciones de la enfermedad, adaptándose a trabajar exclusivamente desde casa y ayudar a su familia con un pequeño negocio en la sala de la vivienda ubicada en Ciudad Delgado, Plan El Pino.

Junto a Brenda se encuentra su madre Ana Cecilia González, quien la acompaña en este camino apoyándola para realizarse su diálisis peritoneal desde casa, cada cuatro horas.

Mientras, siguen en búsqueda de un donante compatible para ayudar a Brenda a recuperar su salud.

“La enfermedad como tal es difícil porque ya usted no puede caminar largos ratos, correr, hacer esfuerzos físicos. Cada vez que salgo debo pagar taxi porque no puedo andar en bus ya no tengo fuerza”, narra.

Tras determinar que en su familia no habían donadores compatibles, por edad o complicaciones de salud, Brenda ha intentado apelar a otros procesos. “Me hablaron de un centro de nefrología en México que hace el tratamiento a través de células madres”, cuenta, pero no han podido realizar ningún acercamiento.

“Vivir por pausas”

Del otro extremo del caso se encuentra la madre de Brenda, quien con lágrimas en sus ojos explica cómo se han enfrentado a este proceso: “Yo no quería aceptar eso, como madre yo no podía verla así”.

Todo este escenario ha impactado en su salud, debido a que a raíz de las preocupaciones y el estrés al que se enfrenta, sufrió un derrame que dejó inmovilizada una de sus manos.

“Es mi hija mayor. Es bien duro, si mi hija se cae, ¿cómo la levanto con una mano? Estamos luchando hasta cuando Dios diga”, expresa.

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