“No descansaré hasta tener a mi hijo”, dice Marcela con voz entrecortada mientras sostiene en sus manos la carta de libertad que fue extendida hace dos meses por un juzgado de San Miguel para José Duval Mata Alvarado. Sin embargo, han pasado más de dos meses y su familia sigue sin saber del paradero del joven de 26 años.
Es por eso que el 15 de noviembre pasado Marcela viajó 91 kilómetros desde el cantón La Noria, un poblado rural del municipio de Jiquilisco, hasta llegar frente a la Asamblea Legislativa para participar en una conferencia de prensa organizada por familiares de personas capturadas durante el régimen de excepción.
“Si estamos aquí es porque ellos no son delincuentes, son inocentes” expresó la madre de Duval, mientras mostraba un cártel con fotos de su hijo.
En la actividad la señora denunció la ilegalidad que las autoridades de Centros Penales están cometiendo al no acatar la orden judicial. “Poner inmediatamente en libertad” se lee en la carta que el Juzgado Especializado de Instrucción B2 de San Miguel extendió el pasado 21 de septiembre a Mata Alvarado, tras una audiencia especial.
La lucha de Marcela por demostrar la inocencia de su hijo comenzó el mismo día que el joven fue capturado, el pasado 18 de abril cuando regresaba de trabajar.
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Johana, la compañera de vida de Duval, relata que ese día el joven les llamó a las 5:30 de la tarde para decirles que la Policía lo había capturado en la calle que conduce al cantón y que iba a mandar sus cosas con un conocido de la familia.
“Yo no le creía, pensé que estaba bromeando” dice Johana, de 23 años de edad, quien en ese momento tenía cuatro meses de embarazo, de su segundo hijo.
Minutos después llegó Rodrigo, un amigo de la familia, y les llevó la moto, el casco, la cartera, el teléfono, todas las pertenencias que Duval llevaba en el momento que fue detenido.
Johana explica que desde que inició el régimen de excepción la Policía había parado en varias ocasiones a Duval y le habían revisado sus documentos personales y los de la motocicleta, pero nunca había tenido problemas.
“Uno se corta, en ese momento yo me puse a llorar, no podía creerlo”, relata la joven. La madre de Duval se movilizó inmediatamente hasta el puesto de la Policía conocido como Tierra Blanca, ahí le dijeron que su hijo estaba señalado por el delito de agrupaciones ilícitas.
Los familiares de Duval niegan que él haya tenido algún vínculo con pandillas, es por eso que Marcela no ha descansado en su lucha por la libertad de su hijo.
Duval es el cuarto de seis hermanos, que según relatan sus padres, con mucho sacrificio han logrado que estudien, por lo menos hasta bachillerato.
Duval se graduó en 2016 de Bachiller en Contabilidad, según consta en un diploma que sus padres guardan con orgullo. Unos seis meses antes de su captura, el joven había comenzado a laborar como tractorista, después de pasar varias evaluaciones, en una cooperativa agrícola local.
Este trabajo le había permitido tener mejores ingresos y ante la noticia del segundo embarazo de su compañero de vida, Duval estaba terminando de construir su casa de bloques, en un solar que su papá le había heredado en el mismo cantón.
“Estábamos contentos, un día antes (de la captura) él había estado trabajando en la casa, en la que pensábamos tener nuestro propio hogar”, dice Johana.
En su tiempo libre, el joven se dedicaba a jugar béisbol, en un equipo que habían formado con otros jóvenes del cantón.
Daños colaterales
Cinco días después de la captura de Duval, su compañera de vida fue a su control prenatal, ahí le indicaron que debía tener reposo, pero al contrario, junto a la madre del capturado, ella también tuvo que movilizarse de un lugar a otro tratando de demostrar la inocencia de su marido.
La familia de Duval presentó constancias de trabajo, antecedentes penales, incluso firmas de los vecinos, que aseguran que él no tenía vínculos con estructuras delincuenciales.
Marcela relata que en los días que su hijo fue trasladado al penal de Mariona, ella tuvo que quedarse a dormir afuera del penal en el suelo, a la intemperie, con la esperanza de que su hijo fuera liberado en una de esas noches.
“Ahí estuvimos velando por nuestros hijos, hasta que llegó la Umo (Unidad de Mantenimiento del Orden de la Policía Nacional Civil) a quitarnos” dice la madre de Duval.
En estos siete meses, en los que Duval ha estado entre las rejas del penal de Mariona y luego en el Izalco, a donde fue trasladado el 29 de agosto, muchas cosas han pasado en su familia sin que él lo sepa.
Entre esas, el nacimiento de su segundo hijo, el 6 de octubre. Johana explica que ha sido muy duro para ella, porque en los momentos que más necesitaba a Duval, él no ha podido estar con ella.
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Debido a la preocupación por la captura de su compañero de vida, Johana tuvo varias complicaciones en su embarazo, a tal punto que debió ser ingresada una semana antes.
“Como ya había dado la carta de libertad el juzgado, yo tenía la esperanza que lo liberaran mientras yo estaba en el hospital”, dice con tristeza Johana.
La joven madre dice que fue muy triste que, debido a que la Ley Nacer con Cariño permite que las mujeres sean acompañadas de su pareja en el momento del parto, todas las mujeres tenían un acompañante en el hospital, pero ella estaba sola.
“Fue triste porque Gracias a Dios mi familia me apoya, pero en ese momento me estaban cuidando a la otra niña y yo estuve sola en el hospital” , explica.
El 30 de noviembre la hija mayor de Duval cumplió cuatro años, pero dijo a su madre que no quería regalos, sino sólo que su papá “regrese de trabajar”.
Hasta ahora la niña no sabe que su padre está preso, a ella le han dicho que Duval está trabajando lejos y que por eso no ha regresado.
“A veces no quiere comer y nos pregunta por qué su papá no regresa” dice Johana, quien el día del cumpleaños de su hija, le hizo una piñata rosada.
Vecinos del cantón La Noria comentan que en total 18 personas fueron capturadas en esa zona rural durante el régimen de excepción, pero aseguran que cinco son capturas arbitrarias, entre esas la de Duval, a quien describen como una persona trabajadora.
Es por eso que decenas de vecinos dieron su firma en un documento en el que su familia alega la inocencia del padre de dos niños que aún lo esperan.