Con 104 huevos de la especie Golfina enterrados en el primer nido del corral, más la entrega de camisetas y bolsos a las personas recolectoras, dio inicio la temporada del proyecto de la conservación de la tortuga marina en el cantón El Tamarindo, en Conchagua, La Unión.
La meta para esta temporada es recolectar entre 18,000 a 20,000 huevos de tortuga marina en las playas de Maculis, El Jagüey y El Tamarindo, para su protección en el corral de incubación de la Fundación para el Desarrollo de El Tamarindo (FUNDATAMARINDO).
Yolanda Gutiérrez, directora ejecutiva de FUNDATAMARINDO, explicó que previo a la entrega de los kits a los viveristas hubo una charla sobre la responsabilidad en el manejo adecuado de los huevos, para que todos los huevos que se recolectan sean vendidos a los viveros con fines de la protección de esta especie.
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“Hemos tenido reporte en los últimos años de cuántos huevos se van al mercado negro, por eso hacemos énfasis en lo importante que es tomar conciencia de la necesidad de recuperar nuestras especies, proteger y salvar”, subrayó Gutiérrez.
Son 35 las personas entre hombres y mujeres de las comunidades de El Tamarindo que se dedican a la recolección de los huevos, es decir que durante la noche caminan a lo largo de las playas para monitorear si alguna tortuga arribó a la playa a desovar los huevos, para luego recuperarlos de la arena y llevarlos al vivero.
Las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales tienen establecida la tarifa del precio de los huevos de tortuga a los viveros, es que de $2.50 la docena; por cada 12 huevos que lleva al vivero, el recolector debe donar dos unidades.
Así, con la entrega de camisetas y bolsos a las 35 personas que se encargan de recoger los huevos, la fundación da inicio a la temporada de recolección e incubación de los huevos, para luego de 45 días liberar a los primeros neonatos de tortuga.
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Guadalupe García, del caserío La Pineda, dice que los primeros huevos que recogieron durante el mes de julio tuvieron que venderlos al mercado negro, porque el vivero de El Tamarindo no estaba preparado para funcionar y no tuvieron otra alternativa.
“Nosotros estamos esperando que van a salir bastantes tortugas a dejar sus huevos, hay muchas personas que queremos trabajar en la recolección para venderlos al vivero para que se conserve la especie”, sostuvo García, consciente de la importancia de preservar las diversas especies de tortuga que ocupan las arenas salvadoreñas para reproducirse.