Dayán L. pasó más de 60 días en la Casa del Migrante en Tijuana. Llegó a mediados de mayo. Tras más de dos meses de camino y ser víctima de secuestro al cruzar de Guatemala a suelo mexicano, a través de la frontera Tecún Umán; ella halló ese refugio, que es lo más parecido que tuvo a un hogar en los últimos cuatro meses.
Casa del Migrante en Tijuana es solo uno de 30 albergues legales que existen en Tijuana, la ciudad mexicana fronteriza del estado de Baja California, con el estado de California, Estados Unidos.
El refugio de la Fundación Scalabrini es administrado por Gilberto Martínez Amaya, quien asegura que este año, la migración ha bajado un tanto, pues se ha mantenido una media de 100 migrantes albergados, aunque tienen capacidad para 140 personas.
La explicación, para él, es que las autoridades migratorias estadounidenses han logrado contener la migración ilegal cientos de kilómetros antes de la línea fronteriza, en Ciudad de México, a través de la aplicación CBP One que Estados Unidos ha dispuesto.
Martínez asegura que la mayoría de personas que acoge el refugio son mexicanos; salvadoreños son muy pocos. El pasado 17 de julio, cuando un equipo de El Diario de Hoy visitó el albergue, había tres pero andaban trabajando, según otros migrantes.
Y es que el albergue no solo ofrece comida y estancia, también les buscan empleos temporales con personas y empresas para que puedan ganar algún dinero para continuar su viaje.
Además, mientras los padres trabajan fuera del albergue, los niños de cuatro años en adelante van a una escuela que funciona en uno de los salones del primer piso, donde no se permite hacer fotografías.
Además de asistencia psicológica y asesoría migratoria, a aquellos que mientras están en el albergue no logran conseguirles trabajo, pueden aprender un oficio como carpintería, albañilería, mecánico de estructuras metálicas, corte de cabello, decoración de uñas, decoración de espacios, etc.
El objetivo de los talleres es que los migrantes salgan con conocimientos prácticos que no tenían cuando llegaron al albergue. Según Martínez, por ejemplo, si una persona aprende a cortar cabello, si no consigue ganarse la vida con ese oficio, por lo menos ya no pagará para que le corten el cabello al esposo o a los hijos.
De cualquier manera, la Casa del Migrante de Tijuana, como otros tantos que funcionan de manera legal en esa ciudad, ofrece a los migrantes de cualquier nacionalidad, un espacio seguro donde pasar una o varias noches, a pocos minutos de alguna frontera a las cuales han sido citados.
Aunque Martínez asegura que los migrantes pueden estar un máximo de 45 días, parece que con Dayán hicieron una excepción.
La joven hondureña, de 24 años, relató a El Diario de Hoy que decidió salir de su país por amenazas de pandillas que llegaron al lugar donde trabajaba, en Comayagüela, para presionarla que vendiera droga y que se convirtiera en pareja de uno de los criminales.
Todos los días, de Casa del Migrante de Tijuana salen migrantes a los puntos fronterizos donde han sido citados, pero también todos los días llegan nuevos en busca de un espacio donde dormir y comer mientras llega el día de la cita.
Casa del Migrante de Tijuana inició hace 36 años, con el propósito de ayudar a cualquier persona en situación migratoria.Se sostiene con los aportes de la Fundación Scalabrini y de donaciones de empresas y de la "caridad pública", afirmó su administrador.