Vladimir Romero es un joven entusiasta, soñador y decidido a trabajar arduamente por cumplir sus metas. Tiene 22 años y quiere dedicar su vida al tatuaje artístico, ser un profesional reconocido a nivel nacional, ¿y por qué no? También a nivel internacional. Su propósito es tener su propio estudio de tatuaje.
Romero tiene seis meses desde que empezó a tatuar ya de lleno sobre la piel de sus clientes. Ha sabido aprovechar las redes sociales para ofrecer su trabajo, con la peculiaridad de que ofrece sus servicios a domicilio.
Su emprendimiento nació de la necesidad de trabajar, la competitividad y el afán de darse a conocer. Explica que ha aprovechado que el país se encuentra bajo régimen de excepción para visitar clientes en colonias con historial conflictivo, sin tener ningún problema.
Te puede interesar | Periodista que estuvo preso: "En Izalco te tratan como una rata"
En su cuenta de TikTok, “El Tatuador a Domicilio” ha publicado varios videos haciendo mención de las colonias que ha visitado sin ningún problema. Publica estos videos no solo para dar a conocer su trabajo, también lo hace para crear un historial que lo pueda respaldar el día que llegue a ser detenido por algún error, aseguró Romero.
“Todos los días siempre me levanto con el miedo de lo que me puede pasar, porque no es un trabajo respetado por las autoridades. Con el régimen está bien complicado, porque hay situaciones donde se han confundido y han capturado a tatuadores, verdaderos artistas, y ese es mi gran miedo”, explicó el joven.
Entre las colonias que ha visitado están la comunidad 22 de Abril, Las Margaritas y Valle Verde, entre otras del Gran San Salvador.
Su temor de ser capturado bajo el régimen de excepción se agudiza porque vive en la urbanización Majucla, Cuscatancingo, una colonia asediada por años por pandillas.
Sus habitantes saben que la Policía acosa a jóvenes que no tienen vínculos con pandillas, cuyos únicos delitos son precisamente ser jóvenes y vivir en un lugar estigmatizado. “Es un riesgo que uno toma al salir, que los policías te paren y que te salgan en plan ‘te vamos a llevar’. Es algo a lo que uno tiene que estar preparado, porque a todos nos puede pasar”, afirmó Vladimir.
Otras de las razones por las que piensa que puede ser capturado, es que algunos tatuadores se han dedicado a tapar los tatuajes con símbolos de las pandillas, con otros artísticos. Este tipo de trabajo se llama “cover up” en el mundo del tatuado, y normalmente se hace cuando un cliente está arrepentido con el tatuaje del nombre de una expareja o para borrar un tatuaje de mala calidad, por ejemplo.
El anhelo de Vladimir Romero, de poder ahorrar para poner su propio estudio, convive con el miedo cotidiano de ir a la cárcel. También desea que el lugar donde vive no sea reconocido por la violencia, sino por el talento que hay en la gente de la colonia.