A Saúl le faltan las dos manos y el ojo izquierdo. Pero dicha condición no ha sido impedimento para desenvolverse con normalidad, dedicándose al cultivo de hortalizas, en el distrito de Tacuba, Ahuachapán Centro.
Incluso, el corvo lo maneja con tal destreza que le permite cortar árboles, entre otros usos que tiene dicha herramienta.
Un par de calcetines que se coloca en los muñones le sirven de protección para que la cuerda que utiliza para amarrarse el machete, no le dañe la piel.
Saúl no se ha dado por vencido a pesar de que no niega que ha recibido burlas por su condición; pero el deseo de superación ha vencido todas las barreras que ha enfrentado en los últimos 35 años, tiempo que tiene de haber quedado con una discapacidad física.
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Saúl Benjamín Hernández Castro, de 55 años, reside en el caserío El Mameyal, cantón El Sincuyo, del distrito de Tacuba, en Ahuachapán Centro.
“Perdí mis dos manos a consecuencia del conflicto armado”, dijo.
Con lágrimas en los ojos, recordó que en 1990, mientras trataba de desactivar una mina en el cerro de Guazapa, esta le explotó, dejándolo inconsciente por doce días y hospitalizado durante seis meses.

Para entonces, sólo le faltaban cuatro meses para cumplir los 27 meses que debía de estar de alta en la Fuerza Armada; aunque ya había mostrado su intención para continuar sirviendo al Ejército.
“Ya fue mi mala suerte”, señaló, al contar que tenía experiencia para este tipo de tareas pues había sido parte de un curso de explosivista.
Según datos del VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR), El Salvador tiene una población de 6,029,976; de los cuales el 4.9%, es decir 281,456 personas mayores de tres año o más, declaró que tiene algún tipo de discapacidad.
Mientras que el departamento de Ahuachapán tiene 348,880 habitantes de los cuales 3.5% (11,706) declaró tener algún tipo de dificultad o limitante.
El 1.7% presenta una dificultad de caminar o subir gradas; el 1.3%, ver; un 0.7% recordar o concentrarse; un porcentaje similar la limitación es para actividades con los brazos o las manos; el 0.7%, oír; el 0.6% no puede valerse por sí mismo; y el 0.6%, comunicarse, de acuerdo al censo del Banco Central de Reserva.
“Todito lo hago yo. Yo aquí abono, siembro, riego, fumigo, corto, pongo las pitas. Todo es proponerse uno a querer hacer aquello, lo que le guste, no digamos solo a la agricultura”
Saúl Benjamín Hernández Castro
Ahuachapaneco
Superación
Tras doce días de estar inconsciente, Saúl despertó; pero no sabía lo que le había pasado y menos que no contaba con sus manos.
Estar vendado de los ojos no le permitía ubicar dónde se encontraba y ver su cuerpo; sus extremidades inferiores resultaron lesionadas.
“Una enfermera me dijo lo que me había pasado. Pero allí fue lo triste porque no podía mirarme”, dijo con voz entrecortada, llorando.
A los seis meses de estar hospitalizado recibió el alta médica y emprendió, solo, el viaje de regreso a su casa.
Llegó donde un hermano mayor, quien lo apoyó a realizar lo que necesitaba. Pero tres meses después tuvo una experiencia que lo hizo recapacitar en que debía de valerse por sí mismo ya que, en el momento, no había nadie quien lo bañara y vistiera.
“Pero un día que no estaba me vi en dificultades; entonces pensé y dije que no tenía que valerme de otra persona, tenía que aprender a hacer mis cosas para poder salir adelante yo solito”, dijo.
Al verse solo tomó la decisión de vestirse para ir al río y bañarse, por sus propios medios.
Casi toda su vida se ha dedicado a la agricultura ya que siempre ha residido en la zona rural; sin embargo, desde hace cuatro años realiza dichas actividades de manera permanente.
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Inició porque le regalaron 600 matas de pepino; luego le siguieron 1,000 plantas de tomate, que son los productos que principalmente cultiva.
A finales de febrero de este año edificó, con ayuda de tres personas, un invernadero que tiene 53 metros de largo por 17 de ancho, donde cultivará nuevamente pepino.
Parte de la producción la vende en su comunidad y otra en el distrito de Ahuachapán.
Saúl recapacitó que muchas ocasiones las personas que presentan alguna discapacidad no se desenvuelven por ellas mismas porque la familia no se lo permite, haciendo sus actividades.
“Si uno va a hacer una cosa, le dicen ‘no, ahí déjelo, lo voy a hacer yo’. Entonces ahí no dejan que uno aprenda. (La falta de) las manos no es cuestión que no se va a poder hacer, como no, todo se puede hacer. Pero mientras uno quiera”, señaló Saúl, quien tiene dos hijos de 15 y 18 años.
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