Entre llantos y pidiendo “justicia Divina”, la agente de la Policía Marta Lissethe Alas González, de 35 años, fue sepultada el jueves por la tarde en el cementerio municipal de su natal Tacuba, en Ahuachapán.
Cientos de personas, entre familiares, conocidos y compañeros de trabajo, acompañaron los restos de la agente, quien fue velada en la vivienda de sus padres y trasladada al camposanto de la ciudad.
Alas González fue una de las tres víctimas de un ataque armado que perpetraron miembros de pandilla en contra de policías, entre ellos un oficial, cuando realizaban un procedimiento en una de las comunidades de Santa Ana.
El director general de la Policía, Mauricio Arriaza Chicas; y la subdirectora, comisionada Corina Palma, asistieron a los actos fúnebres.
El director expresó en su intervención que “ella valientemente llamó a otros compañeros; lamentablemente ahí habían personas cobardes, viles criminales que dispararon en contra de ella. Nosotros esta tarde los hemos capturado y también hemos abatido a quien disparó en contra de los compañeros. Sé que a la familia no le va a llenar ese vacío, jamás, pero la justicia Divina y la justicia del hombre llega”, expresó el director.
Cientos de residentes de Tacuba acompañaron las exequias; la familia recibió cerca de 500 arreglos florales como muestra de apoyo a los dolientes.
La cantidad de personas que asistió a los actos fúnebres fue el reflejo del aprecio que le tenían a la agente, quien se había ganado dicho estímulo por su carisma.
Alas había trabajado como promotora social en otra institución antes de ingresar a la Policía hace ocho años.
Desde su graduación en la academia estuvo destacada en el Sistema de Emergencia 911 de la Policía, en Santa Ana.
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“Aparecerán momentos de desilusión, de sin sentido, es normal que cuando aparece la muerte nos llenemos de sin sentido, nos llenemos de tristeza, un poco de depresión, de saber que nuestra hermana ya no estará con nosotros, que ya no le veremos en el trabajo; pero también es cierto, que nos consuela, el recordar tantos momentos que hemos podido compartir, tantas experiencias de trabajo, familiares. Al final el mayor legado que un ser humano puede dejar, es todo el bien que ha podido hacer. ¿A cuánta gente, nuestra compañera, ha podido ayudar?”, dijo el Padre Josué Montano, vicario general de la Policía durante la misa que se celebró en el templo católico de Tacuba.