Linda Gómez, de 35 años, trata de imaginar cómo se facilitaría su vida y la de sus cuatro hijos si tan solo la vivienda donde habita contara con los servicios básicos.
Ella vive en la lotificación San Cayetano, municipio de El Paisnal, al norte de San Salvador. En esa lotificación viven más de 228 personas (80 familias).
Los hijos de Linda tienen edades que oscilan entre solo meses de nacidos y los 16 años. Destaca entre ellos Gabriela, de 9, quien tiene hidrocefalia.
Esa lotificación está situada al costado de la carretera Troncal del Norte (cuando mucho a 5 minutos), y no cuenta con electricidad, agua potable ni tuberías para agua negra; mucho menos con las calles pavimentadas.
Vivir allí parece todo un reto y cada quien se las ingenia para lograr sobreponerse a esas condiciones, es más, los vecinos hasta deben aprovechar al máximo cada recurso natural disponible.
“Se debe aprovechar la luz del día y hacer todo temprano, antes de oscurecer, como no tenemos electricidad…, en la noche nos alumbramos con candelas, pero es peligroso, cualquiera se duerme y comienza un incendio”, explica Linda.
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La casa de ella es grande y está construida de lámina, madera y alguno que otro material reciclado.
Un juego de ventiladores permanece en el rincón de la sencilla estructura, esos están llenos de polvo y telaraña, parecen guardar la esperanza de un día soplar.
Afuera, en el patio, la propiedad tiene pequeños corrales para la crianza de aves como patos y gallinas.
“El agua que usamos viene de un pozo comunitario, pero no es para beber, esa se compra aparte, viene un señor que trae los fardos de bolsas; si no, hay que ir a la tienda”, comenta Linda.
Al fondo de la propiedad hay una fosa séptica, que es usada a falta de servicios sanitarios.
“Si tuviéramos electricidad hasta licuar frijoles para dar de comer a los niños se facilitaría, eso aquí se debe hacer a mano. También podríamos almacenar comida en refrigeradora, y no ir comprando lo del día”, añade Linda.
Además, por la inexistencia de energía eléctrica, si ella necesita estar comunicada debe pagar 5 dólares al mes por la carga de su celular en una tienda cercana.
Linda sonríe al hablar de que el mayor de sus hijos ya recibió la computadora del Gobierno; ella trata de no opinar, y se limita a decir que él “va a donde un compañero para poder cargarla y hacer sus tareas”.
Dice que han sido múltiples las veces que su comunidad ha pedido los proyectos más básicos a la municipalidad, pero no hay repuesta. “Es que cuando uno es pobre nadie lo escucha”, enfatiza la joven mujer.
Con energía solar
Los esposos Manuel y Rosa también viven en la lotificación San Cayetano. Él se dedica a la venta de dulces en buses y ella al comercio de cosméticos por catálogo.
Al igual que Linda, la pareja habita entre lámina y madera.
Manuel con orgullo comenta que ellos durante la noche se alumbran con una lámpara, con un pequeño panel solar, que compró en San Salvador, y que le costó 10 dólares.
En ese momento el aparato, que funciona a base de energía solar, está sobre el techo de la casa; Manuel no duda en colocar una silla, lo baja y muestra cómo funciona.
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“Él compró esa lámpara porque me hace daño el humo de la candela, tengo inicios de asma”, dice Rosa.
El ánimo de Manuel se desinfla al hablar sobre los intentos que han hecho para lograr la electricidad en su casa, a pesar que a una calle, las casas sí cuentan con el servicio.
“No entramos en ese proyecto, pregunté por el derecho y cuesta 1,000 dólares, a eso hay que sumar los postes y el cable para hacer el tendido”, explica.
Algunos pobladores comentan sobre lo difícil que resultó adaptarse a vivir en ese lugar, pues donde habitaban antes contaban con los servicios básicos.
Sobre las razones que provocaron la decisión de mudarse hacia el lugar son variadas, muchos lo hicieron en la búsqueda de seguridad, y otros por lograr la propiedad familiar.
Sin obras municipales
A decir de líderes de la comunidad, la búsqueda de proyectos municipales en la comunidad ha sido incansable, pero no han logrado las obras requeridas.
“El 23 de mayo fuimos a la Dirección de Obras Municipales, llevábamos más de 80 firmas que respaldan la necesidad de los servicios básicos, no nos atendieron”, comenta Mayra Liseth Morales, una de las líderes comunitarias.
“Pedimos que hagan conciencia, no queremos migas, sino que devuelvan en obras los impuestos que pagamos; que salgan de sus oficinas y visiten las zonas rurales”, dice Mayra Liseth.
Añade que cuando es tiempo de campaña electoral no faltan las promesas, y que cuando la nueva administración toma el cargo se olvida del lugar.
“Hoy en la alcaldía dicen que no tienen dinero, y que debemos ir a la Dirección de Obras Municipales”, comenta Mayra Liseth.
En la lotificación San Cayetano, a la carencia de servicios básicos se suma la falta de escrituras, lucha que mantienen los habitantes con la empresa que les vendió las propiedades.