Don Chambita no le teme a las alturas. Dobla un lazo, lo cruza sobre la palmera, y se sujeta de los extremos para subirse para cortar los cocos. No usa protección y dice no sentir miedo en el momento que va ascendiendo, apoyado, incluso, sin calzado.
Comenzó a desempeñar el “oficio” de cortador de cocos cuando apenas tenía 13 años. Tres décadas después, se ha convertido en todo un experto, al punto que a diario sube veinte palmeras para cortar cincuenta cocos, en cada una.
Son 1,000 cocos los que corta a diario.
Reconoció que es un trabajo de alto riesgo; pero que con él, se gana el sustento.
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Salvador Artiga, como es su nombre, es oriundo de Nahulingo; pero reside en Sonzacate, en el departamento de Sonsonate.
Ahí lo buscan diferentes personas que se dedican a la comercialización de la fruta para llevarlo a las plantaciones, en la zona costera, con la finalidad que se suba a las palmeras y corte los cocos.
Cada una tiene una altura de doce metros, en promedio, aunque algunas logran alcanzar más metros.
“No bebo licor, ni mucho menos fumo, ese vicio afecta hasta para cortar cocos porque arruina el fruto”, respondió de forma concreta cuando se le cuestionó sobre su pericia para realizar esta difícil tarea.
A don Chambita, como le llaman quienes lo conocen, lo acompaña siempre una linga, su estribo para impulsarse, un afilado corvo, y una lima. Como todo buen cortador, sube descalzo y sin ninguna otra protección.
Relató que entre los constantes peligros que se enfrenta al realizar su trabajo son las ramas secas, que al apoyarse en ellas, corre el riesgo de caer de las palmeras.
Además de culebras, enjambres y bravas hormigas.
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Contó que recientemente fue llevado a un centro asistencial porque fue mordido por una culebra, que se encontraba en la punta de una de las palmeras a la cual había ascendido.
El reptil tenía su nido entre las palmas.
El sonsonateco contó que en ocasiones gana $40 diarios; pero para ello, debe de iniciar sus labores desde las 6:00 de la mañana hasta el anochecer.
Mientras más árboles sube, más dinero gana. Sin embargo, el pago que realiza no compensa el riesgo al que se somete por cada palmera a la que asciende ya que, en promedio, son $2 por cada una que sube.
La ganancia mayor es para quienes comercializan el coco ya que en algunos sectores del país, el precio por cada uno es de $1.25 pues deben de absorber el costo de traslado, entre otros.