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Sindicalista pasó siete meses en la cárcel por régimen de excepción

Dolores estuvo presa siete meses entre Cárcel de Mujeres y Apanteos acusada de agrupaciones ilícitas. “Yo nunca he recogido un centavo de extorsión”. Así resume la absurda acusación policial. Cree que su captura se debió a su rol como sindicalista.

Por Jorge Beltrán Luna | Dic 23, 2022- 00:00

Dolores Almendares era secretaria general del Sindicato de Empleados y Trabajadores Municipales de Cuscatancingo, cuando fue capturada bajo el régimen de excepción. Foto EDH / Fco. Rubio

Siete meses redondos vivió encarcelada bajo el régimen de excepción Dolores Almendares. El pasado 6 de diciembre recuperó su libertad. Hasta el día en que la arrestaron bajo “mentiras”, ella era secretaria general del Sindicato de Empleados y Trabajadores Municipales de Cuscatancingo (Setramuc).

Sin dudarlo, Lolita, como es conocida en sus círculos de más confianza, sospecha que su arresto podría estar relacionado al activismo sindical que por años ella ha ejercido.

Sus sospechas surgen porque su captura fue ejecutada pocas horas después de que en los pasillos de la comuna de Cuscatancingo se corrió el rumor de que el sindicato, de cuya dirigencia era parte ella el lunes siguiente al viernes de su arresto, haría un cierre de las instalaciones municipales como medida de protesta laborales; aunque eso era solo un rumor, asegura.

Según Dolores, los policías llegaron a su vivienda y le pidieron que los acompañara a la subdelegación de Ciudad Futura, que solo le harían unas cuantas preguntas. En casa dejaba a sus hijos de 5, 10, 13, 15 y 22 años. Estos dos últimos, con capacidades especiales en lenguaje y aprendizaje.

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Ella creyó que regresaría pronto. Y los policías les dijeron a los niños y jóvenes que su madre “ya iba a volver”. Por su mente jamás imaginó que ese “ya” en realidad se convertirían en siete meses: cuatro en Cárcel de Mujeres, y los últimos tres en Apanteos, Santa Ana.

“Eran como las dos de la tarde cuando escuché a una custodia que llamaran a la niña Dolores. Cuando me dijo que iba libre no lo creí porque el jueves había escuchado decir a la jueza que no me darían la libertad”

Dolores Almendares, capturada bajo el régimen de excepción

Aquella mañana del 6 de mayo, en cuanto Dolores se bajó del auto policial, los policías le notificaron que, en realidad, quedaría arrestada por colaborar con la Mara Salvatrucha (MS-13) recogiendo la extorsión, algo que a ella no la inmutó porque sabía que no era cierto. “Yo nunca he recogido ni siquiera un centavo por la mitad. Mejor puedo vender mi cuerpo pero no hacer eso”, comentó Dolores al ser entrevistada por El Diario de Hoy.

Tampoco se incomodó cuando escuchó decir a uno de los policías captores: “Tanta maldad en ese cuerpo”.

Ese mismo día, en la subdelegación de Ciudad Futura, un agente policial le entregó un documento para que lo firmara y, posiblemente, autoincriminarse. Era un acta en la que ella aceptaba que era extorsionista y colaboradora de pandillas. Ella rechazó firmar aquel documento y los policías tampoco insistieron, asegura.

Bajo la acusación falsa de que ella pertenecía a agrupaciones ilícitas, el 21 de mayo, exactamente 15 días después de su arresto, Dolores enfrentó la audiencia de imposición de medidas junto a 325 personas más; 35 eran mujeres, pero de esa cantidad, solo a cinco les detallaron los crímenes en los que presuntamente habían participado.

A las otras 30 mujeres solo les dijeron que estaban acusadas de agrupaciones ilícitas. Quedarían detenidas mientras se les investigaba.

Afuera, Naomi, una de las hijas de Dolores, no se quedó de brazos cruzados. Setramuc la apoyó en cuanto pudo, afirman ambas.

Una persona desconocida para Dolores le preguntó el nombre, luego publicó en redes sociales que ella ya había salido de la prisión de Apanteos, Santa Ana. Foto EDH / Francisco Rubio

La joven reunió cuanto documento pudo para demostrar los arraigos familiares y laborales de Dolores y logró que el 28 de julio se le hiciera una audiencia especial de revisión de medidas. Pero la diligencia fue suspendida porque la defensora pública que la Procuraduría General de la República (PGR) le había asignado no se presentó a la audiencia.

Naomi consiguió que el juzgado reprogramara otra audiencia de revisión de medidas para el 16 de septiembre, en la tarde. Ella avisó a la PGR, pero previendo que ocurriera igual que el 28 de julio, buscó una abogada particular. Al final, aunque representó una carga económica, fue una gran decisión, puesto que la abogada de la PGR llegó 90 minutos después de que la audiencia hubiese finalizado.

Allí hubo un atisbo de esperanza de que Dolores saldría libre. El juzgado resolvió ponerla en libertad bajo fianza de $1,500, no cambiar de domicilio, no salir del país, presentarse a firmar al juzgado cada 15 días y no reunirse con “pandilleros”.

Sin embargo, había que esperar cinco días para que dieran la resolución por escrito y, a partir de allí, otros cinco días para ver si la Fiscalía apelaba o no la resolución que beneficiaba a Dolores.

Y justo cuando Naomi fue por el documento para pagar la fianza, el 26 de septiembre, en ese momento también la Fiscalía llegó con la apelación.

El caso pasó a una Cámara cuya resolución fue que no estaba de acuerdo con la fianza y medidas dictadas por el juzgado y, por tanto, Dolores debía continuar en prisión preventiva porque había que fundamentar más los arraigos familiares y laborales. Esta resolución fue notificada 10 días después de que la Fiscalía presentara la apelación.

“Para mí fue como un milagro, porque después de tantas trabas de la nada había surgido la decisión de entregar la carta de libertad. No lo podía creer. Al siguiente día me fui a entregarla a Apanteos pero me dijeron que tenía que esperar de cinco a diez días…”

Naomi, hija de Dolores Almendares

La resolución parecía absurda, pues se había demostrado que Dolores era empleada desde hacía muchos años de la alcaldía municipal de Cuscatancingo, y que tenía varios hijos menores de edad, incluyendo dos de 20 y 15 años con capacidades especiales que dependían totalmente de ella para subsistir.

Naomi consiguió más documentos con los que probaba los arraigos de trabajo y familia de su madre, y logró que le hicieran otra audiencia especial para presentar los nuevos documentos. Pero, esta vez, los ánimos de Naomi fueron tumbados. El juzgado resolvió que Dolores no tenía los arraigos suficientes y que seguiría en prisión. Eso fue el jueves 1 de diciembre.

A Naomi le pareció que ya no podía hacer más y que no sería posible que su madre estuviera con ellos para las fiestas de fin de año.

Pero de la nada, justo cuando la joven había olvidado sus esperanzas de conseguir la libertad de su madre, el lunes 5 de diciembre recibió una llamada de la abogada particular, quien le dijo que le habían dado la carta de libertad de Dolores.

“Para mí fue como un milagro porque después de tantas trabas, de la nada había surgido la decisión de entregar la carta de libertad”, comentó Naomi.

Al siguiente día, el martes 6, Naomi se fue al penal de Apanteos, con la carta de libertad. El custodio que se la recibió le dijo que tendrían que esperar de cinco a 10 días. Que así era el procedimiento.

Sin embargo, a poco tiempo de haberse retirado de Apanteos, no había salido de Santa Ana aún cuando recibió la llamada del actual secretario de finanzas de Setramuc, preguntándole dónde estaba. El secretario ya había visto una publicación en redes sociales en la que se afirmaba que Dolores había recuperado su libertad.

La versión de Dolores sobre cómo fue que le dieron la noticia de que iba libre es que varias reclusas estaban en el patio, tomando la hora de sol a que tienen derecho.

“Creo que se debe investigar primero a la gente antes de meterla presa, pero así como estamos es al contrario: primero se lo llevan preso a una y luego investigan. Aquí todos somos culpables hasta que demostremos lo contrario”

Dolores Almendares, capturada bajo el régimen de excepción

“Eran como las dos de la tarde cuando escuché que una custodia dijo que le hablaran a la niña Dolores. Cuando me dijo que iba libre, no le creí porque yo sabía que el jueves (1 de diciembre) había escuchado a la jueza que no me darían la libertad. Lo creí hasta que la custodia me llevó a Archivo para que firmara mi salida”, cuenta.

Afuera, una señora desconocida la auxilio, junto a otras dos mujeres que habían corrido con la misma suerte. Fue esa señora quien les preguntó sus nombres y los publicó en Facebook. Así fue como se enteraron en la Alcaldía de Cuscatancingo que Dolores ya había recuperado su libertad.

Según Naomi, cuando ella regresaba de Apanteos a su casa se enteró de que su madre estaba libre. Soltó un grito de jubilo que hizo que algunos se le quedaran viendo sorprendidos. Se bajó del bus y en taxi regresó a Apanteos. Había ocurrido otro milagro: los diez días de espera que le había advertido el custodio a quien entregó la carta de libertad de Dolores se habían convertido en solo minutos.

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