“En este momento las emisiones están en los parámetros habituales, no representan riesgo alguno”, explicó el físico Rodolfo Olmos, al referirse a las emanaciones de dióxido de carbono (CO2) en áreas cercanas al volcán de San Vicente.
Olmos, junto a otros tres investigadores, han puesto énfasis en la vigilancia en ese coloso, también conocido como Chinchontepec, desde febrero de este año.
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Por medio del “Programa de monitoreo constante del complejo volcánico de San Vicente”, ese grupo de expertos de la Universidad de El Salvador, en especial de la Facultad multidisciplinaria paracentral, buscan encontrar patrones de comportamiento en las emisiones de ese gas hasta poder establecer indicadores previos a un evento eruptivo.
“Existen valores bajos, si llegaran a incrementar lo podríamos registrar. Puede comenzar a llamar la atención si la cantidad actual aumentará cinco veces”,
Roberto Olmos, investigador
Las mediciones han sido tomadas en 12 kilómetros, en el rostro norte de ese volcán, específicamente entre el valle de Jiboa y el municipio de San Esteban.
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“La información actual puede ser lo normal en la zona. No causa efectos y más aún porque está en espacios abiertos”, concluyó Olmos.
El CO2, los volcanes y la salud
La importancia de la búsqueda de dióxido de carbono (CO2) radica en que los volcanes lo emanan durante las erupciones; también ocurre cuando el magma subterráneo se acerca a la superficie.
En ese último momento el CO2 del magma subterráneo es liberado a través de grietas, rocas y suelos porosos, además del agua que alimenta lagos volcánicos y manantiales termales.
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La exposición a gases volcánicos (al respirar o por el contacto) puede generar efectos adversos para la salud humana.
Las afectaciones varían de leves a graves y, ocasionalmente, pueden llegar a ser letales.
Los efectos en la salud dependen del tipo y concentración del gas en el aire, el tiempo de exposición, y la sensibilidad de la persona. Para este caso en especial se sabe que el CO2 puede causar asfixia.
“Hay evidencia de investigadores españoles, en el caso especial de las islas Canarias, que ubicaron con antelación el aumento de la emanación del CO2. Previo no se consideraba como precursor, pero después de esa experiencia se toma en cuenta”,
explicó Francisco Barahona, otro de los investigadores.
Si bien el Chinchontepec parece estar en silencio, para este colectivo de investigadores es de vital importancia conocer y entender el comportamiento del mismo.
“El proyecto de investigación busca prevenir riesgos a partir del conocimiento del territorio”, destacó el profesor Agustín Hernández de la Cruz.
Explicó a la vez la necesidad de conocer sobre “precursores” de eventos volcánicos por medio del registro de datos y para lograr eficiencia en la gestión de riesgos.
Otras investigaciones
Este colectivo de científicos, que inició su peración en 1999, posee abundante experiencia en investigaciones relacionadas a los volcanes salvadoreños, gestión de riesgo y otras áreas.
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Entre las actividades más grandes que destacan se encuentran el Programa de monitoreo volcánico desarrollado de 2001 a 2009, así como trabajos en conjunto con cooperación española relacionada a la prevención de riesgos sísmicos que incluyó capacitación y equipamiento, entre 2001 y 2006. Además, desarrollo de capacidades de investigación entre 2008 y 2011.
Consideran que existen oportunidades de mejoras, una de las principales es el “lograr la institucionalizad dentro de la Universidad”, también alcanzar mejores condiciones para avanzar a pasos más rápidos en las investigaciones. Sus idearios están centrados en la creación de una red nacional de monitoreo continuo y lograr información en tiempo real.