Un imponente árbol de zorra, cenícero o carreto (Samanea saman) resguarda una de las historias poco conocidas del municipio de San Vicente, departamento homónimo, en la zona paracentral de El Salvador.
Y es que ese municipio es reconocido por sus dulces artesanales, la carne asada comercializada en su entrada o por el turicentro Amapula; pero poco se dice del “árbol de los lamentos” o “palo de los cuches”.
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Ese árbol destaca en el centro de la empedrada 1a Calle Oriente de San Vicente, a un costado del Santuario de la Cruz o del Señor de Esquipulas.
Lo del “árbol de los lamentos” se debe a que en su sombra se llevaba a cabo la venta de esclavos en la época colonial, es más, la historia popular sostiene que allí "eran marcados con fierros", como si se tratara de reses y sus nuevos dueños.
Cuando se abolió la esclavitud, debajo de este árbol se enterraron grilletes y cadenas, según la placa que tuvo hasta cerca de 2014, “simbolizando el entierro para siempre de la esclavitud en Centroamérica”.
Mientras, lo de “palo de los cuches” refiere a que la sombra del mismo sirvió para comercializar cuches “los días domingo o feriados”.
"La venta de cerdos en ese árbol terminó cuando arreció el conflicto armado, la gente venía de todos los cantones con los animalitos", comentó Mario García, de 52 años.
"Los árboles han jugado (y lo siguen haciendo) un papel importantísimo alrededor de la cosmovision comunitaria", explicó el investigador de patrimonio cultural intangible, Ismael Crespín.
Ejemplificó con "El Papaturro, en Suchitoto, y sus historias de como la comunidad se formó alrededor del árbol, como la guardia y el ejército colgaba gente e incluso la guerrilla fusiló un par de tipos en el lugar; además cuando ellos se fueron la zona y se convirtió en una zona de combate; y al repoblar, cuando se vinieron de los campamentos de Honduras, volvieron a formar la comunidad alrededor de ese árbol"
Botánicos han calculado que “el árbol de los lamentos” tiene entre 500 y 550 años.