El municipio de San Rafael Oriente, en San Miguel, es conocido por ser uno de los principales productores de jícama; sin embargo, en los últimos 5 a 7 años son menos los agricultores que deciden dejar un área de sus parcelas para la siembra de este tubérculo.
Marciano Saravia, de 58 años, tiene 22 años de cultivar jícama; en sus mejores temporadas llegó a cultivar siete manzanas de tierra, pero este año ha dejado un pequeño espacio para la siembra del producto “para no dejar morir la tradición”, comenta.
“A pesar que vendo por dólar he sido productor y todavía lo hago, aunque sea poco sigo la siembra, en un tiempo llegué a sacar 800 bultos”, dice Marciano.
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El pasado fin de semana, él era el único que comercializaba jícama en la tradicional “plaza de la jícama” es un desvió del barrio La Merced, donde tradicionalmente se reunían los productores con sus bultos y varios camiones se encontraban esperando para llevar el tubérculo para ser comercializado en el mercado La Tiendona, en San Salvador.
Los productores del pueblo concuerdan que la muerte de “unas señoras” que se encargaban de llevar las jícamas a comercializar a San Salvador impactó en la demanda del producto; así también el hecho que surgiera una nueva producción en Santa Ana, al occidente del país.
“La mayor parte de las señoras que trabajaban o llevaban camionadas a La Tiendona, unas fallecieron y otra no quieren trabajar porque salía jícama de otro lado. Lastimosamente bajó demasiado la venta, al final acá se siembra, pero ya no es igual. Si se sembraban 100 manzanas ahora son unas 25 manzanas en total”
Marciano Saravia, agricultor
El impacto de la pandemia de covid-19 también golpeo al mercado de la jícama; el alcalde Reinaldo Villegas considera que la producción ha disminuido en un 97%.
“El producto de la jícama ya casi no se da. Desde la pandemia no sé qué pasó, pero se perdió la conexión y este año casi no sembraron; ya no hay cultivo de jícama, hay un mínimo”, explica Villegas, quien reconoce que la siembra y comercialización de ese tubérculo “era el rubro más fuerte del municipio. Se comenzada arrancar jícama a finales de octubre hasta en enero y febrero, luego la semilla de la jícama. Había un potencial fuerte pero ahora ya no”, manifiesta.
Los sectores que aún siembran jícama son: Rodeo de Pedrón, Joya de Ventura, El Chirrión o Piedra Azul. “Lo que se saca se vende acá o se lleva a San Miguel o Usulután. A La Unión o Morazán no se lleva porque no salen los gastos”, añade Saravia.
En busca de potenciar el cultivo de la jícama y que este no se pierda, el Comité pro Cultural del Barrio la Merced de San Rafael Oriente organiza cada año el “Festival de la Jícama”, la fecha señalada es el 14 de diciembre.
“Para nosotros es una tradición porque es un producto que ayuda mucho a la familia y la economía. Siempre estamos en la disponibilidad que se haga el festival de la jícama, aun los agricultores siembran; claro que no se ven las grandes cantidades como antes, debido a que el mercado es bien variable, y por esa razón se ha bajado bastante la producción; y bastantes señoras que viajaban a vender a San Salvador fallecieron”, explica Óscar Campos Portillo, miembro del comité.
Para lograr nuevamente que San Rafael Oriente tenga un papel importante en el mercado de la jícama, el comité se encuentra estableciendo relaciones con inversionistas “para que compren el producto”.
Saravia tiene la esperanza que después de dejar descansar la tierra de este cultivo los guatales lleguen a ser buenos de nuevo.
“Lo que vemos es que los guatales se están poniendo buenos para eso, porque con tres a cuatro años que descanse un guatal se saca una buena producción, aunque se siembre maíz o frijol”, manifiesta.
La jícama es un tubérculo que se puede consumir con limón y sal, así como platillos más elaborados nuégados, pupusas, sopa de gallina y mondongo con jícama, chicha y refrescos, entre otros.