A la orilla del Río Grande, en la ciudad de San Miguel, hay una variedad de colonias y cantones que quedaron inundados por la crecida del cauce, debido a la tormenta Julia, que recientemente afectó al país.
La colonia Jardines del Río, como su nombre lo indica, está muy cerca del recorrido del Grande.
En esa colonia vive Germán Velázquez, de 33 años, quien para proteger su ropa, muebles y electrodomésticos, los colgó del techo con lazos de su casa, a una altura que creyó prudencial, tomando de referencia a inundaciones anteriores en ese sector. Sin embargo lo ocurrido ahora fue más fuerte que lo que su experiencia le había indicado. Él no esperaba que el agua llegara hasta el nivel del techo de su casa entre el domingo y lunes. Todo quedo estropeado.
El martes por la mañana en todas las calles de la comunidad, se apilaban frente a las casas muebles, ropa y electrodomésticos llenos de lodos. Algunos buscaban entre todas sus cosas alguna camisa, pantalón o zapatos que aun pudiera ser recuperado, pero al final terminaron botando casí todo por el fuerte olor que desprendía la ropa y los muebles que fueron alcanzados por la corriente.
Familias enteras se dedicaron a quitar el lodo de las pertenecías que lograron recuperar.
Algunas personas en la zona expresaron sentirse molestos, ya que ninguna institución llegó realmente a ayudarlos. “Vinieron unos policías solo a tomarse fotos cargando unas cajas, después se fueron y no ayudaron en nada”, dijo una lugareña
Rafael Valle, de 85 años, piensa que está vivo de milagro. “Por intentar sacar unas cositas me atrasé, el agua me llegó hasta la cintura. Gracias a Dios logré salir antes de que subiera más”, comentó.
Vecinos rescatando a vecinos
Erick Mata, de 29 años, vive en una de las casas más afectadas por la inundación en el cantón Tecomatal, también en la ciudad de San Miguel. Cuando el agua venía avanzando, logró sacar a sus hijos y su esposa a un albergue de la zona y luego regresó para rescatar a varias personas de la tercera edad y niños que no lograban salir de sus casas. “Al fondo se logra ver lo que era el techo de la casa de un señor, esa casa quedó completamente bajo el agua. El dueño casi se ahoga porque se había quedado dormido en su hamaca, pero logré sacarlo a tiempo, gracias a Dios”, narró.
En la entrada del cantón Tecomatal, los niños caminando entre el agua que inundó sus casas.Algunos de ellos juegan con flotadores y botellas plásticas, mientras sus padres se mantienen a la espera de que el río alcance los niveles normales para ver que pueden rescatar.
“Acá no vino nadie a ayudarnos” comentó tranquila María Mendoza, de 47 años, mientras espera sentada en un barandal en el corredor de su casa inundada, el martes pasado.“ Todo el interior está inundado, lo perdimos todo” agregó. Su esposo Mario Ramos se esmeró en sacar un colchón para llevarlo al albergue para que pudiera dormir toda la familia, pero al agua subió tan rápido que tuvo que dejarlo. Según comentan, otros lugareños vieron pasar, el martes, a personal de Protección Civil, pero pasaron de largo.
Hay quienes no quieren abandonar sus casas inundadas para ir a un albergue porque no quieren perder pertenencias. Lo que han vivido solo lo comparan con lo ocurrido en el huracán Mitch en 1998.